CÓMO DEBES CONDUCIRTE - Parte 1
Manual del Soldado Cristiano
Cómo Debes Conducirte
Un Manual Ministerial para el Hombre de Dios en los tiempos peligrosos de los últimos días
“Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Ti 3:15).
“Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” (1 Ti 6:13-16).
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Ti 2:3-4)
Introducción
El Señor Jesucristo “es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” (Mr 13:34).
La “casa” en esta breve parábola representa el reino y las iglesias locales del Señor Jesucristo, como afirman muchas Escrituras (Ef 2:19-22; 1 Co 12: 27; 1 Ti 3:15; 2 Tm 2:20; He 3:1-6; 1 P 2:5).
Los siervos a los que se les da autoridad son los oficios ministeriales del Nuevo Testamento: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (Ef 4:8-11; 1 Co 12:28; Ro 12:6-8). El oficio de pastor es el objeto de nuestro estudio aquí, ya que los otros tres oficios cesaron con el final del período apostólico.
Los dos oficios de la iglesia hoy son el del pastor y el del diácono (1 Ti 3:1-13; Fil 1:1). La noción moderna de un evangelista itinerante es herejía (2 Co 10:12-16). Cada pastor hace el trabajo de un evangelista, en lugar de inventar un nuevo oficio para esquilar los rebaños de otros hombres (2 Ti 4:5).
Al portero, siendo el portero de una gran casa, edificio o castillo, se le ordena estar alerta para proteger y preparar a los ocupantes para la llegada del Señor. Y este es el objetivo del pastor: la perfección de sus oyentes para la segunda venida del Señor Jesucristo (Col 1:28-29).
Si bien esta breve y sencilla parábola (Mr 13:34) introduce nuestro tema, son principalmente las epístolas pastorales de nuestro amado hermano Pablo a Timoteo y a Tito las que completan los detalles en cuanto a la autoridad, el trabajo y la vigilancia que se requieren en el cargo. Además, en la explicación de estas Epístolas Pastorales, vemos que el resto de la Biblia completa el sentido de estas instrucciones y advertencias.
Cada pastor es un soldado en la guerra espiritual. Jesucristo es tu Capitán y Rey. Satanás, el mundo y tu carne son los enemigos. Tu Capitán te ha dejado instrucciones y advertencias para pelear una buena batalla y pelear una buena guerra. ¡Soporta las penalidades como su buen soldado para que recibas un galardón de su parte!
Claramente estamos viviendo en los tiempos peligrosos de los últimos días, cuando una forma de cristianismo afeminado y mundano amenaza a los santos y a las iglesias del Señor Jesucristo (2 Ti 3:1- 4:5). Todo hombre llamado por Dios debe pararse solo en la Palabra de Dios contra los maestros sigilosos y transigentes que dejan de lado la verdad por las fábulas y el entretenimiento (1 Ti 6:3-5).
Por lo tanto, para provocar los corazones de sus verdaderos ministros y recordarles su llamado y deberes, este pequeño manual ha sido preparado con el cierto conocimiento y humildad de que el escritor tiene una obligación igual o mayor de considerar estas lecciones él mismo.
Que el Señor bendiga este esfuerzo de recopilar las instrucciones y advertencias de la Biblia para los pastores a fin de ayudar a aquellos hombres a los que se les asignó el importante papel de edificar y proteger el reino y las iglesias de Dios.
¡Alabado sea el Señor Jesucristo!
Instrucciones y advertencias para los ministros
La hospitalidad no es una opción o sugerencia, especialmente para los ministros (Ro 12:13; 1 Ti 3:2; Tit 1:8; 1 P 4:9). Es un mandato para todos los santos y un requisito para el ministerio: debes amar ser hospitalario y dedicarte a ello, como un ejemplo para el rebaño. Es un deber y un privilegio, y dará fruto ministerial. ¿Qué es la hospitalidad? Es ofrecer a otros alojamiento y/o comida (He 13:2; Gn 19:1-3; 1 Ti 5:10). Abraham invitó al Señor a disfrutar de una buena comida (Gn 18:1-8). La mujer de Sunem añadió un dormitorio extra a su casa para el hombre de Dios (2 R 4:8-10). Aquila y Priscila se quedaron con Pablo (Hch 18:1-3), llevaron a Apolos a casa con ellos (Hch 18:24-28) y albergaron una iglesia en su casa (1 Co 16:19). Lidia hospedó a Pablo, a Lucas y otros en Filipos (Hch 16:14-15), y David le regaló a toda la nación una excelente ración de pan, vino y carne (2 S 6:19). ¿Qué tan importante es? El Señor recordará cada acto, por pequeño que sea, en el Día del Juicio (Mt 10:40-42; 25:31-46). ¿Quiénes son aquellos con los que se debe practicar la hospitalidad? ¡Los menos capaces de devolverte el favor, los difíciles y los feos! (Lc 14:12-14) ¿Hay un mejor momento para ilustrar un matrimonio feliz y una familia piadosa que alrededor de una comida o una noche en tu hogar? ¿Hay un mejor momento para mostrar la vida basada en la fe, la importancia de la oración frecuente o cómo realizar devociones con los hijos? ¿Qué mejor manera de mostrar amor fraternal que sirviéndoles comida y alojamiento a los que lo necesitan? ¡Esta es una oportunidad de oro para conocer a extraños y a miembros de la iglesia, ganárselos con afecto y servicio personal, y mostrarles el amor y la justicia de Cristo! Tu familia y tus finanzas deben estar ordenadas en torno a este deber. Tu casa debe tener espacio y muebles para mantener a los invitados cómodamente. Tu presupuesto debe permitir esta buena obra. Tu esposa debe ser una participante alegre y ansiosa, incluso si debes presionarla para que lo haga. Los niños pequeños deben ser cuidados por otra persona para evitar que interrumpan la veladas con él o los invitados. Los niños mayores deben entretener alegremente a los hijos de sus invitados de una manera piadosa y espiritual. La hospitalidad incluye cenar en un restaurante o alquilar una habitación de hotel, e incluye proporcionar comida y alojamiento en tu hogar. Tu placer en estos actos de bondad y servicio debe ser obvio para el huésped. Como siervo de Cristo, tu vida no es tuya, y debes estar ansioso por compartir el placer de una comida o alojamiento con el mismo espíritu de sacrificio que tuvo nuestro Señor para tu redención.
Mentalidad espiritual
Pocos santos tienen una mente más espiritual que la de tu pastor. Pocas familias son mejores que la familia de él. La mayoría recurre a la mundanalidad por un pobre ejemplo pastoral. Pero muchos seguirán al que es de verdad un pastor, si su celo por Cristo y el cielo es claro dentro y fuera del púlpito (1 Ti 4:16). Debes aumentar la mentalidad espiritual, dirigiendo el afecto y la vida de las personas lejos de la tierra, y más hacia el cielo (Col 3:1-4). Has fracasado si eres de mente carnal en palabra o en obra (Ro 8:6-9; Gl 5:16-25). Las asambleas obviamente deben ser espirituales. ¿Evitas la cháchara tonta (antes y después de los servicios) sobre el clima, la política, el trabajo, los deportes, las noticias y otras vanidades para enfocarte en Cristo, las Escrituras, el gozo, las almas, el temor del Señor, el cielo y otros temas espirituales? ¿Utilizas el púlpito exclusivamente para exaltar a Jesús, las palabras de las Escrituras, la gracia de Dios, la esperanza del cielo y otros temas relacionados? ¿Son los anuncios durante el servicio un mal necesario (deberían serlo), o tienen el mismo peso que la predicación y adoración? Asegúrate de que todo antes, durante y después del servicio público apunte hacia el cielo. Desprecia y teme lo que obstaculice el objetivo santo de desechar todos los demás pensamientos para pensar en Dios, Su Hijo, nuestra gran salvación, la verdad del evangelio, y la asamblea general de los santos en el cielo (He 12:22-24). Sin embargo, hay otro mundo de influencia para ti fuera de las reuniones de la iglesia. ¿El resto de tu vida, el 97% que no estás cerca del púlpito, está igualmente dedicado a las cosas espirituales? ¡Debería ser! ¡Debe ser! Por supuesto, los ministros comen, duermen y mantienen su hogar, vehículo, etc. ¡Pero todo más allá de estas necesidades básicas debe estar dirigido hacia arriba! ¿Por qué socializaría superficialmente un embajador del cielo? Cada contacto con los hermanos debe incluir exhortación, alabanza, lectura de las Escrituras u oración. La vida es demasiado corta, la causa demasiado grande y las distracciones demasiado abundantes para hablar de cosas terrenales con los hermanos. ¡Ayúdalos a seguirte lejos de la adoración del vientre, lejos de las cosas terrenales! (Fil 3:13-21). Los hombres no podían creer cuando Job se reía, porque era sobrio y sabio, como se debe ser (Job 29:20-25; Tit 2:7-8). ¿Son tus llamadas telefónicas cortas, al grano y espirituales? ¿Qué hay de tus correos electrónicos? ¿Qué hay de tus visitas a los hogares de los hermanos? ¿La hospitalidad que muestras en tu hogar? Incluso en un restaurante puedes mantener una conversación espiritual y puedes terminar con un verso santificador y una oración. Un pastor no es un amigo: es un ejemplo espiritual y un líder. ¡Cumple con tu vocación!
Honestidad
Se honesto a la vista de todos los hombres, especialmente en asuntos relacionados con el dinero. Pablo fue muy cuidadoso en este asunto, porque estaba en juego la reputación del evangelio y la confianza de los santos. Es una vergüenza, pero a los hombres a menudo les importa más cómo se maneja su dinero que cómo se maneja la verdad, ¡incluso entre los santos de Dios! Al recibir la colecta de Corinto para los santos pobres de Jerusalén, Pablo envió a Tito y a otros dos hermanos muy estimados, a los cuales elogió como dignos de su total confianza (2 Co 8:16-24; 1 Co 16: 3-4)). Y es de esta larga descripción de un asunto financiero que aprendemos el mandato: ser honestos a los ojos de Dios y a los ojos de los hombres (2 Co 8: 21). Aunque se especifica aquí para el ministerio, la misma regla de sabiduría también se aplica a los miembros de la iglesia (Ro 12:17). No dejes nada para que duden de ti, te cuestionen o te critiquen. Informa de más en lugar de menos. Si la divulgación completa es importante y necesaria para los contratos mundanos, es mucho más importante en las transacciones financieras en la casa de Dios. Los ministros de Dios deben evitar hasta la apariencia del mal (1 Ts 5:22). Si esto requiere esfuerzo o tiempo extra, ¡que así sea! Se específico y claro. No hay lugar para proyectos dudosos, objetivos vagos o informes confusos. Mantén las cosas simples; sencillas; mantén buena comunicación. Difícilmente puedes repetirte con demasiada frecuencia en asuntos monetarios. Pon las cosas por escrito cuando sea posible. Si un papeleo es bueno o necesario para los contadores, cuánto más para los siervos de Cristo. Un gramo de prevención vale un kilo de cura: un poco de cuidado en los detalles desde el principio te puede proteger contra acusaciones o cuestionamientos más adelante. Es una obligación ministerial cuidar de las finanzas de tal manera que no haya lugar para murmuraciones ni reproches, como sucedió en Jerusalén (Hch 6:1-6). Fue por esta razón y por su llamamiento superior que los apóstoles ordenaron diáconos sobre los asuntos financieros de la iglesia. Incluso en asuntos financieros, los ancianos no deben ser acusados de nada específico (1 Ti 5:19) si no hay dos o tres testigos. Si un ministro debe ser hallado en falta, que sea hallado en falta por predicar las Escrituras tal como Dios se las ha revelado. Que sea acusado de herejía por aquellos que se han vuelto de la verdad a las fábulas; pero que nunca se le acuse de malversación de fondos o mal manejo de las finanzas. Tales malentendidos se pueden evitar con una cuidadosa honestidad en todos los asuntos financieros.
Los carismáticos están fuera de lugar
Los carismáticos pueden decir: “No me importa lo que diga la Biblia: yo tengo el Espíritu”. Los carismáticos están fuera de lugar. Una variación más sutil de sus aberraciones es: “El Espíritu me mostró que esto es correcto”. O, “El Espíritu me interpreta la Biblia”. O, “Seguir al Espíritu es más importante que los detalles”. O, “Puedo sentir el Espíritu en esta iglesia”. Las cinco declaraciones son herejía. Niegan el propósito y la obra del ministerio (1 Ti 4:13-15; 2 T 2:15). Asumen que los dones apostólicos de discernimiento y sabiduría todavía están operando, mucho después del período apostólico (1 Co 12: 4-11; 13: 8-10). Descuidan la regla de probar todas las cosas (1 Ts 5:21; 1 Jn 4:1-6). Reflejan una visión de la verdad que no se enseña en ninguna parte de las Escrituras. Ignoran el peligro de los espíritus engañadores. Son excusas de hombres que valoran los sentimientos por encima de las escrituras. Conducen a la herejía, porque sin la Biblia, la dirección de un espíritu es subjetiva y peligrosa (Dt 13:1-5). El movimiento carismático del siglo 20 generó el error de que el Espíritu todavía enseña por inspiración directa. Pero muchos, muy alejados de los carismáticos, confían casi tanto en los sentimientos, sensaciones y otras impresiones engañosas. Los carismáticos están fuera de lugar. ¡Los verdaderos embajadores de Dios son diferentes! ¡En lugar de sueños, predican el martillo y el fuego de la Palabra de Dios (Jer 23:28-29)! ¡Qué es la paja al lado del trigo! Saben que la Escritura es más segura que la voz de Dios desde el cielo (2 P 1:16). Aman a los oyentes nobles, que escudriñan las Escrituras para confirmar la verdad en lugar de esperar la dirección de un espíritu (Hch 17:11). Hay más de un espíritu, y todas las alternativas son diabólicas (2 Co 11:3-4,13-15). Los santos sobrios se burlan de las tonterías sobre el Espíritu que contradicen o minimizan la Biblia, porque saben que el Espíritu escribió la verdad en un libro, y ahí es donde deben encontrarla. Como siervo de Jesucristo, es tu deber solemne predicar solo la Palabra, confiar solo en la Palabra y probar todos los espíritus por la Palabra... no al revés. La actitud, el calor o el celo de una iglesia o de un hombre no verifica la doctrina o la práctica. La Palabra de Dios es la autoridad final para todos los asuntos. Solo el Señor Jesucristo sabe cuando un candelero está presente o no. Los simples mortales deben medirse con las Escrituras, no sea que algún espíritu los lleve a las tinieblas (1 R 22:23; Is 8:20; Gl 3:1). El Espíritu Santo nunca te llevará a ningún lugar al que la Palabra de Dios no pueda llevarte; porque la Biblia es Su libro, y Él nunca ha guiado a nadie en contra de ella. ¡Con la voluntad de Dios por escrito, rechaza todas las otras alternativas!
Becerros de alabanza
Es la voluntad de Dios que tú y tu iglesia den gracias por todo (1 Ts 5:18; Ef 5:20; Col 3:17). Fallas en hacer la voluntad de Dios si elevas poca alabanza o acción de gracias a Dios. Él ya no quiere los becerros para el sacrificio en se encontraban en el establo, como en el Antiguo Testamento. Él ahora quiere los sacrificios de tus labios. Él quiere que traigas palabras (Os 14:1-2). En lugar de la gloria del templo de Salomón, Él quiere la gloria en tu boca: tu lengua (Sal 16:9; 30:12; 57:8; 108:1). ¡Dale gloria con tu gloria! Dale los becerros de tu alabanza. Dar gracias era y es mejor que el sacrificio (Sal 69:30-32). Dar gracias es un sacrificio de nuestros labios que debe hacerse continuamente (He 13:15). Dios se deleita en la acción de gracias de sus santos (Sal 34:1; 92:1). Ser agradecido no es suficiente. Agradecimiento no es dar gracias. Dar gracias es la expresión verbal del agradecimiento. ¡Él quiere oír tu agradecimiento! Y este debe ser fuerte y alegre (Sal 98:4). David escribió salmos, muchos con acción de gracias, para motivarnos a alabar a Dios. ¿Cuál es tu favorito? Es tu deber ejemplificar, promover y exigir el dar gracias. ¿Qué más podría hacer Él por nosotros? Estamos obligados a dar gracias siempre por la salvación y la verdad de ella (Gn 32:10; 1 Co 15:57; 2 Ts 2:13). Hablaremos de su don inefable (2 Co 9:15). ¡Pero también hay muchas otras bendiciones (1 Ti 2:1-3; 4:10)! ¿Bendices al Señor en tus asambleas? ¿Con frecuencia? ¿Con todas tus fuerzas, como bailaba David? ¿Animas a tus hermanos a levantarse y a bendecir al Señor? (1 Co 14:16-17) ¿Participas en fiestas, como el Día de Acción de Gracias de Estados Unidos, para adorar al Señor con alabanza y acción de gracias? (Dt. 14:26; 2 S 6:18-19; Neh 8:1-12) En lugar de la inmundicia, las tonterías y las bromas de estos tiempos peligrosos, usemos nuestros labios para dar gracias a Dios (Ef 5:4). Cada vez que comemos, debemos dar gracias (Hch 27:35; 1 Ti 4:3). No debes preguntarte por qué tus oraciones no son escuchadas, si no das gracias a Dios (Fil 4:6-7; Col 4:2). La verdadera fe de Jesús incluye abundante acción de gracias (Col. 2:6-7). La alabanza y la acción de gracias son contagiosas y edificantes (Sal 34:2-3), y es una manera gozosa de hablar acerca del Señor para destacar la gracia de Dios (Mal 3:16-18). Deléitate en Él, y Él te concederá los deseos de tu corazón (Sal 37:4). Se tacaño con tu acción de gracias y alabanza, y Él te destruirá miserablemente (Dt 28:46-67; Ro 1:20-27). Él es digno de mucho agradecimiento de tu parte (1 Co 4:7).
Protege los linderos antiguos
Salomón protegió los bienes raíces al condenar la remoción de los linderos antiguos: los límites de los campos (Pr 22:28; 23:10). Como hombre de Dios, debes proteger la verdad para que no sea alterada (Tit 1:9; Jud 1:3). Vives en los tiempos peligrosos de los últimos días en los que la sana doctrina está comprometida por todos lados (2 Ti 3:1-7,13; 4:3-4). Debes identificar y exaltar las delimitaciones apostólicas (2 Ts 2:15), para que no se pierdan y la próxima generación pueda encontrar los caminos antiguos (Jer 6:16; Am 8:11-13). Porque una vez fuera del camino del entendimiento, morirán en la congregación de los muertos (Pr 21:16). Te llamarán extraño y anticuado (1 P 4:3-5). ¡Es un cumplido! La edad no prueba nada cierto: muchas herejías son viejas. Pero el cambio es peligroso, especialmente por parte de los que hacen concesiones. No puedes aceptar las modificaciones al mensaje apostólico: la doctrina y práctica. Debes aferrarte a la única fe del Nuevo Testamento. Deja que el “buscador sensible” y los gurús del crecimiento de la iglesia diluyan el evangelio hasta convertirlo en eso que a los réprobos les gusta oír. Dios expondrá su insensatez como lo hizo con los magos del Faraón (2 Ti 3:,8-9). Eres un extraño en la tierra. Mientras otros pastores asisten a seminarios que promueven nuevos métodos, tú estudias la Biblia y examinas tu ministerio según sus reglas antiguas. No dejes que los escarnecedores te ridiculicen por la falta de instrumentos musicales, porque ellos son los que se extraviaron de las sendas antiguas. Cita a sus héroes para condenar el fuego extraño que ellos prenden. Al rechazar los días santos de Roma, estás con todos los padres en la fe de los últimos 100 años. Los que realizan servicios al amanecer y cazan huevos para semana santa, se esmeran en la decoración del árbol de Baal y en una casa embrujada: pueden pudrirse en su vergüenza. Si ellos aceptan cualquier manera para realizar el bautismo y ordenan a mujeres predicadoras, tú haz callar a las mujeres en tus asambleas y predica un infierno ardiente literal. Mientras ellos ven “La pasión” y “Dejados atrás”, tú predica al hombre de pecado como el Papa de Roma. Mientras ellos glorifican las lenguas y las curaciones, tú predica la doctrina de reprobación. ¡No elimines los antiguos linderos! Que ellos reemplacen la dura predicación y la doctrina por el sonido de sus altoparlantes con fábulas y entretenimiento. Tú repite: “¡Así dice el Señor!” Mientras ellos disfrutan fiestas de natación unisex en campamentos de verano, tú mantén a tus mujeres vestidas modestamente todo el tiempo. Mientras que ellos promueven divorcios fáciles por cualquier causa y honran la soltería en las mujeres, tú promueve el noviazgo, el matrimonio, las familias numerosas y la instrucción infantil con la vara en la mano. Mientras que ellos inflan su libro de miembros con nombres de personas que no han asistido en décadas a la iglesia, tú reduce el tuyo excluyendo a todos los que no son fieles. ¡No elimines los linderos antiguos!
Hazlo sencillo
¿Pueden los oyentes seguir tu enseñanza? ¿O deben esforzarse para seguir tus ideas, inseguros de entender lo que estás diciendo? ¿No ven el camino? ¿No captan tu intención? Sigue esta regla: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella” (Hab 2:2). Debes hacer el mensaje claro, para que los oyentes capten la verdad y reaccionen correctamente. ¿Cómo predicarías la encarnación de Cristo: Qué título le pondrías a tu exposición? ¿“La unión hipostática contradice las teorías gnósticas de la generación eterna”? Un mejor título sería, “Jesucristo es el Hijo de Dios”, o mejor aún, “¿Es Jesús un Dios engendrado?” Por supuesto, todo el mensaje debe ser tan sencillo como el titulo. Tus oyentes son niños y ancianos de ambos sexos. Dios te encargó que hicieras manifiesto del evangelio como la simple lista que registra la carga de un barco. Haces la verdad manifiesta exponiéndola claramente para que todos la vean. Esto es ser apto para enseñar, y es tu claro deber (Ro 16:26; 2 Co 4:2; Ef 5:13; Col 1:26; 4:4; Tit 1:3). Nuestro hermano Pablo usó gran sencillez de palabra (2 Co 3:12). ¿Y tú? ¿Tus oyentes se regocijan al comprender fácilmente la verdad que presentas simple y llanamente? ¿Celebran como los que escucharon a Esdras? (Neh 8:5-12) Aunque requiere esfuerzo extra, la inversión debe hacerse. Separa y vuelve a armar los mensajes hasta que los reduzcas a puntos que los niños puedan seguir. No mereces apoyo financiero si solo la cuarta parte de la iglesia capta tu sermón. ¡La simplificación y la reducción constante es su mandato! Simplifica continuamente la complejidad de tu tema hasta que sea obvio al oyente. Reduce el número de palabras empleadas. El monólogo muerto, seco y descorazonador de un monje no vale nada. ¡Tu opinión no es la medida de tu enseñanza! La opinión de tus oyentes es lo que cuenta. Enseñar nunca es algo mecánico. Es ayudar apasionadamente a todos los oyentes a ver, creer, amar y obedecer la verdad. Cada minuto que pases leyendo comentarios o teologías debe ser acompañado por dos minutos de desglose del tema para los niños. Guarda tu hábil retórica y depósito de sabiduría para los filósofos en el Areópago. El Señor Jesús pudo haber usado parábolas con sus enemigos, pero no lo hizo con sus discípulos. ¿Estás alimentando a Sus ovejas o te estás entreteniendo mientras te oyes a ti mismo hablar? ¿Estás alimentando a Sus ovejas, o tratando de impresionarlas con tu inteligencia? El objetivo no son las apariencias, elocuencia, impresiones o sonido. El objetivo es la comprensión y la reacción de tu audiencia. ¿Están tus oyentes captando, regocijándose y reaccionando a tu predicación? Si no, has fallado. No es su culpa. Es la tuya. Afina y refina tu don; aplícate. Hazlo claro, sencillo; para que puedan correr.
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