CÓMO DEBES CONDUCIRTE - Parte 2
Mantén un estándar más alto
Pones cargas sobre los hombros de los hombres: es tu deber (Mt 5:19; Fil 2:12-16; Tit 3:8). Pero a diferencia de los fariseos, tú debes vivir según un estándar más alto de lo que enseñas (Mt 23:1-4; 1 P 5: 3). La hipocresía ministerial ha derribado la fe de muchos. Debes ser un modelo para los creyentes viviendo el evangelio más estrictamente de lo que predicas (2 Ts 3:6-9; 1 Ti 4:12; Tit 2:7). ¡Una copia no será mejor que el original! ¡Dios no permita que abras tu boca sobre cualquier tema y vivas bajo el nivel de tus palabras! (Sal 50:16-23; Ro 2:17-29; 2 Ti 3:5; Tit 1:16) Debes presentar el ideal de Dios en palabra y obra. Considera el matrimonio. La monogamia es el ideal de Dios (Gn 2:18-25; Mal 2:15). Sin embargo, un polígamo puede ser miembro de una iglesia, si no fuera ilegal en la mayoría de las naciones. Pero los pastores deben ser –tiempo presente– marido de una sola mujer (1 Ti 3:2,12; Tit 1:6). Dios permitió la poligamia a muchos, pero se la niega a sus predicadores. Tienen un estándar más alto. Considera el vino. Los miembros pueden beber sin llegar a la embriaguez (Ef 5:18). Su estándar es el más bajo. Los diáconos y las ancianas no deben ser dados a mucho vino (1 Ti 3:8; Tit 2:3). Los pastores no deben ser dados al vino (1 Ti 3:3; 5:23; Tit 1:7). Considera los estándares más altos para los sacerdotes en Levítico 21. Se les restringió el duelo por parientes muertos (Lv 21:1-6). No podían casarse con una mujer divorciada (Lv 21:7-8). Sus hijas rameras debían ser quemadas en la hoguera (Lv 21:9). El sumo sacerdote tenía reglas aún más estrictas: ni siquiera podía llorar a sus padres moribundos, y ni siquiera podía casarse con una viuda (Lv 21:10-15). Los hombres con defectos o impedimentos no podían servir en el santo oficio (Lv 21:16-24). ¿Por qué? Porque Dios es santo, y sus hombres deben representar los más altos estándares de santidad. ¡Oh hombre de Dios! ¿Eres dado a la hospitalidad– adicto a y codicioso por ella? (1 Ti 3:2) ¿Superas a todos los demás? ¿La iglesia sabe esto? ¿Es tu esposa la mujer más alegre, modesta, servicial, virtuosa y sabia de la iglesia? ¿Son tus hijos los que mejor se portan y los más dedicados al servicio de Dios? ¿Das lo máximo en tu iglesia? (1 Cr 29:1-5) ¿Honras el día del Señor mejor que otros? ¿Gobiernas mejor tu espíritu? ¿Es tu esposa la mujer más privilegiada por estar casada contigo? ¿Te relacionas mejor con tus hijos que otros padres? ¿Trabajas más que los otros hombres en productividad, no solo en tiempo? ¿Eres el menos interesado en el dinero? (1 Ti 3:3) ¿Recibes las ofensas mejor que los demás? ¡Es tu vocación!
Bibliología Creyente
Sin escritura inspirada, no tienes nada. También podrías enseñar las opiniones de borrachos. Sin la preservación de las Escrituras, no tienes Escrituras inspiradas, porque la inspiración solo se prueba por declaraciones de una Biblia preservada. Tu ministerio depende de una bibliología segura: la Biblia. Debes conocer y defender las palabras puras de Dios, o tú y tu ministerio serán impotentes. Con ellas, puedes derribar fortalezas y vencer a enemigos, maestros y ancianos (Job 32:7-10; Sal 119:98-100; 2 Co 10:3-6). Debes predicar la Palabra (2 Ti 4:1-2). Debes creer que puede hacerte perfecto (2 Ti 3:16-17). Debes trazarla correctamente (2 Ti 2:15). Debes confiar en la autoridad de Palabra, como lo hicieron nuestro Señor y Pablo (Mt 22:31-33,41-46; Jn 8:58; 10:35; Gl 3:16; 4:9; He 8:13;12:26-28). Debes creer que es más segura que la voz de Dios desde el cielo (2 P 1:19). Los “originales” nunca estuvieron en un libro ni los leyeron más que unos pocos lectores iniciales, por lo que hablar de ellos es subterfugio. Los idiomas “originales” están muertos, tienen tantas variaciones en sus versiones como el español, no agregan nada al español y eliminan las Escrituras de los laicos, como hizo Roma con el latín. Las versiones modernas y las paráfrasis en español son corrupciones con fallas flagrantes. ¿Puedes identificar algunas para lanzar a Dagón al suelo? ¿Puedes probar que el canon del Nuevo Testamento estaba completo en el primer siglo, o confías en el Concilio de Cartago en el 397 d.C.? ¿Comprendes que el único apoyo para el canon de 27 libros en el Nuevo Testamento es fe y fruto? No hay ninguna razón histórica, lógica, científica o de otro tipo para ello. ¿Confías en que la fe, el fruto, los hechos y los necios son suficientes para probar la Reina-Valera Antigua? La fe cree en Dios: que promete preservar sus palabras (Sal 12:6-7; Is 30:8; 40:8; 1 P 1:25). El fruto identifica la Reina-Valera Antigua como contenedora de aquellas palabras con 400 años de evidencia (Mt 7:15-20; 1 Ts 2:13). Los hechos son las inconsistencias interiores y las mentiras de las versiones modernas (Pr 8:8; Jn 10:35; 2 Co 2:17). Los necios son los arrogantes críticos textuales y los escribas que Dios prometió confundir (Mat 11:25-26; 1 Co 1:19-20; 3:18-20). Si eres un “hombre de Dios”, un obispo-pastor-maestro del Nuevo Testamento, entonces las Escrituras son principalmente tuyas (Mal 2:7; 1 Ti 4:13-15; 2 Ti 3:16-17). Este importante tema requiere que estudies y construyas una bibliología creyente. En lugar de usar fragmentos de sonido de una multitud de versiones, lee el mensaje de Dios. Las palabras inspiradas claramente dan el sentido correcto y hacen que los hombres entiendan la lectura (Neh 8:8).
Emula a Eliú
¡Los héroes ministeriales son preciosos, cuando son hombres de Dios y sus historias son inspiradas! De lo contrario, las historias humanas embellecidas acerca de los ministros son triviales. Ningún seminario exalta a Eliú, pero usan biografías, nombres, fotos, reliquias y lápidas de hombres muy inferiores. ¡Quiera Dios que cada joven fuera desafiado por Eliú! ¿Quién es Eliú? Escribió el libro de Job y fue el único hombre sabio que aparece en él. ¿Cómo sabemos que él fue quien lo escribió? Fácilmente. El inserto narrativo de Job 32:15-16 está en el primera persona. Las versiones modernas, que incluyen comillas para “ayudar” al lector, hacen de estos dos versículos sus palabras habladas, corrompiendo el pasaje. ¿Por qué Eliú es un héroe ministerial? Tiempo nos faltará en este breve espacio para hacerle justicia. (Todas las referencias serán al libro de Job.) Tenía una respuesta cuando cuatro hombres muy sabios se habían agotado (Job 32:1). Estaba enojado con Job por su ataque farisaico a Dios (Job 32:2). Estaba enojado con los tres amigos de Job por su ignorancia y falsas acusaciones (Job 32:3). Mostró santo decoro mientras cuatro ancianos intercambiaban necedades (Job 32:4). Él se enojó por la ignorancia de ellos (Job 32:5). Guardó silencio solo por un tiempo debido a la edad de ellos (Job 32:6). Él no les tuvo miedo (Job 32:7-8). Sabía que la revelación inspirada es superior a cualquier hombre (Job 32:8). Entendió que la edad y la reputación no garantizan la sabiduría (Job 32:9). Les dijo que escucharan su opinión de Dios (Job 32:10). Había esperado sus respuestas, pero ninguno de ellos había honrado a Dios (Job 32:11-13). Sabía que era un extraño, pero tenía las respuestas (Job 32:14). Estos cuatro hombres no pudieron silenciarlo (Job 32:15-16). Les dijo que era su turno de dar una opinión (Job 32:17). Estaba lleno de verdad que estos hombres no habían tocado (Job 32:18). Tenía un espíritu celoso que deseaba intensamente defender a Dios y la verdad (Job 32:18-20). No tuvo miedo de corregir a estos hombres estimados (Job 32:21). Él no tenía ninguna consideración por el uso de títulos halagadores para los hombres (Job 32:21-22). Declaró confiadamente su integridad y conocimiento (Job 33:1-11). Dio la respuesta para el libro de Job (Job 33:12-13). Dijo cómo Dios trata a los hombres (Job 33:14-22). Habló del valor de un verdadero predicador (Job 33:23-30). Le dijo a Job que le enseñaría sabiduría (Job 33:31-33). Criticó a Job por hablar en contra de Dios (Job 34:1-37). Volvió a criticar a Job por hablar contra Dios (Job 35:1-16). Se declaró perfecto en conocimiento al defender la integridad de Dios (Job 36:1-33). Continuó en su gloriosa defensa de Dios (Job 37:1-24). ¡Codicia ser como Eliú!
Perdona libre, total y finalmente
El perdón es fundamental para el cristianismo. Dios perdonó legalmente a sus elegidos por la muerte de su Hijo (Hch 13:38; Ef 1:7; He 10:17). Él también es fiel y justo para perdonar prácticamente cualquier pecado que confesemos (Sal 32:5; Pr 28:13; 1 Jn 1:9). Basado en esta misericordia, Él espera que sus santos se perdonen unos a otros, como prueba de su religión (Mt 6:12,14-15; 18:21-35; Ro 12:19-21; Col 3:12-13; 1 P 3:8-9). Puedes predicar el perdón de Dios, y debes hacerlo. Puedes exhortar a los hombres a que se perdonen unos a otros, y deberías. Pero tu perdón a los demás puede predicar a Cristo y la piedad más fuerte que tus palabras (1 Ti 4:12; Tit 2:7; 1 P 5:3). ¿Qué recuerdas de Esteban? Su habilidad retórica para silenciar a sus adversarios judíos? (Hch 6:8-10) ¿Su elocuente sermón? (Hch 7:1-50) Su tierna invitación a aquellos réprobos? (Hch 7:1-59) ¿O su perdón a sus enemigos? (Hch 7:60) Los hermanos te ofenderán. Es parte del trabajo. Dios se encargará de ello, para tu perfección y ejemplo ante la iglesia. Puedes ilustrar el evangelio de la gracia mostrando misericordia a tus enemigos dentro y fuera de la iglesia. A veces, los delitos se conocerán públicamente; a veces no será así. Tus actos privados de perdón serán discutidos y elogiados en privado, y tu actitud pública hacia los enemigos será medida y discutida públicamente. Si la amargura y el rencor están mal en los miembros de la iglesia, ¿cuánto más en el hombre de Dios? (Stg 3:14-16; 5:9) Si los pacificadores son grandes en la ciudad de Dios, entonces debes ser el mayor campeón de la paz (Mt 5:9; Ef 4:3; Stg 3:17-18). Si el verdadero amor cubre pecados, entonces debes cubrir todo lo que puedas (Pr 10:12; 17:9; 1 P 4:8). Todos los hombres deben saber que perdonas rápida, libre, completa y finalmente cualquier pecado contra ti, ya sea que tu perdón sea buscado o no. Si los hermanos detectan que eres frío, duro o distante con alguien, has deshonrado a tu Señor y profanaste el evangelio. Si otros ministros te han hecho daño, nunca les hagas daño tú dentro o fuera de tu púlpito. Perdónalos. Bendícelos. Si los hijos de Dios aman a los enemigos, y bendicen a los que los maldicen, y hacen bien a los que los aborrecen, y oran por los que ultrajan y los persiguen, entonces tú siempre debes ser el primero en estos deberes. Asegúrate de reservar una gran calidez para tus hermanos más fríos, o no eres mejor que los pecadores del mundo (Mt 5:46-48; Lc 6:32-36). Tu perdón a los demás ilustrará el evangelio y adornará tu oficio para las almas de los hombres.
Rechaza argumentos del silencio
Debes evitar las preguntas tontas e ignorantes (2 Ti 2:16,23; Tit 3:9). Parte de esto es rechazar los argumentos del silencio. Algunos dicen que la Biblia permite todo lo que no condena. Afirman que el silencio de la Biblia implica la aprobación de Dios para las mujeres diaconisas, bandas de rock, campanarios, jugo de uva y galletas para la comunión, ancianos gobernantes, diáconos que bautizan, pastores a tiempo parcial, asociaciones, la ordenación de obispos por los diáconos, la dedicación de bebés, la comunión abierta y otras cosas que el Nuevo Testamento no condena específicamente. Están equivocados. La Biblia es un sistema cerrado de verdad, y el silencio acerca de alternativas no justifica alterar un mandato inequívoco (Dt 4:2; 5:32; 12:32; Mt 28:20; 2 Ti 3:16-17). El argumento del silencio no es válido. Moisés golpeó una roca en lugar de hablarle, y esto le costó caro. Dios no le había ordenado golpearla, le había mandado hablarle. David celosamente trasladó el Arca en una carreta tirada por bueyes, pero el mandato de Dios era que los sacerdotes la llevaran. Aunque ninguna ley específica prohibía una carreta tirada por bueyes, el mandato positivo la descartaba. La modificación le costó a Uza su vida. Pero hay más evidencia para esta regla. Considera el sacerdocio. Dios le prohibió a los hombres de Judá ser sacerdotes. ¿Cómo? Simplemente dijo que los sacerdotes debían ser de la tribu de Leví (He 7:12-15). El silencio sobre Judá prohibió que los hombres de Judá pudieran ser sacerdotes. ¿Cómo le prohibió Dios a David comer el pan de la proposición? Dijo que los sacerdotes debían comerlo (Mt 12:3-4). Si Dios manda algo, hacemos exactamente eso. Si Él condena algo, lo evitamos estrictamente. Si Dios deja una cosa a nuestra elección, nosotros no podemos exigirlo ni prohibirlo. Algunos llaman a esto el principio regulador del culto religioso. Un mandato positivo de la Biblia es suficiente: condena cualquier otra opción. ¿La falta de una ley contra Coca-Cola y papas fritas para la Cena del Señor justifican usarlas? ¿O el mandato positivo del fruto de la vid y pan prohíbe claramente el experimento? De hecho lo hace! ¿Qué hizo que el fuego de Nadab y Abiú fuera extraño ante el Señor? ¿Qué hizo que el intento de Uzías de ofrecer incienso fuera tan malo? Violaron órdenes positivas, aunque no violaron las órdenes negativas. No dejes que ningún hombre te moleste discutiendo desde el silencio. Si Dios abordó el asunto en alguna parte de la Biblia, el argumento del silencio no es válido. Si Dios no ha mencionado el asunto en ninguna parte, es una libertad cristiana, y de todos modos no se puede discutir sobre ella (Ro 14:1). ¡Mantén la pureza y la paz! (Stg 3:17)
¡Consagrado a la excelencia!
¡Estás consagrado a la excelencia como ministro! Dios espera que sus embajadores sean excepcionales. Tienes el oficio más grande en la tierra, para el ser más grande en el cielo, para causar el más grande efecto en la vida de los hombres (2 S 23:3; 2 Cr 19:6; Sal 82:1-8). No puede haber complacencia, letargo, mediocridad o jubilación del trabajo. ¡Estás consagrado a la excelencia! No permitas que las creencias menonitas o ruselitas intenten confundirte acerca de jurar, porque la Biblia está llena de eso. Un cargo como ministro en el nombre de Dios es un juramento, es jurar, y tiene la fuerza de un juramento sagrado, incluso si lo escuchas pasivamente (Ex 22:10-11; Lv 5:1;Dt 6:13; 10:20; 1 S 14:28; 1 R 8:31; Pr 29:24; etc.). Caifás obligó a nuestro Señor a responder en corte por medio de un juramento (Mt 26:62-64). Rechaza todas las nociones falsas sobre este solemne acto de consagración y método de vincular a los hombres a los deberes. Nuestro Señor Jesucristo, muy superior a los sacerdotes levitas, fue hecho un sumo sacerdote con juramento, como ninguno de ellos (Sal 110:4; He 7:21). Y le ordenó a Pablo que consagrara a Timoteo por medio de un juramento en el nombre de Dios. Pablo le encargó a Timoteo que cumpliera su ministerio ante Dios y el Señor Jesucristo que viene como Juez; le encargó predicar la Palabra y dar plena prueba de su ministerio (2 Ti 4:1-5). Medita en 2 Timoteo 4:1 para captar la solemnidad que Pablo usó para exaltar los deberes de Timoteo como predicador. Pero hay más. Le encargó delante de Dios y de Jesucristo, que es el bienaventurado y único Potentado, huir de todo pensamiento de dinero, y en vez seguir las grandes virtudes cristianas: pelear la buena batalla de la fe (1 Ti 6:11-16). Considera el propósito de estas gloriosas palabras: ¡consagrado a la excelencia por medio de un juramento! ¡Cualquier cosa menos es pecado! Pablo también le encargó a Timoteo ante Dios, el Señor Jesucristo y los elegidos ángeles, que evitara la parcialidad (1 Ti 5:21) ¡Incluso invocó a los ángeles! Pablo hizo jurar a Timoteo sus deberes, ¡y Timoteo también hizo que otros juraran como ministros! (2 Ti 2:14) Las epístolas pastorales te hacen jurar que te consagrarás a la excelencia. Tu Maestro es grande, tu oficio importante, tus deberes cruciales, tu efecto inestimable. Usa todo tu poder, pasión, lucidez y celo. Moisés y Josafat consagraron a los jueces, pero tu oficio es mayor (Dt 1:15-18; 2 Cr 19:5-11). El Señor Jesús consagró a sus apóstoles basándose en su gran poder (Mt 28:18-20), y Pablo obedeció con más celo y dedicación que todos los demás (1 Co 15:10). ¡Aliéntate a ti mismo, levántate y trabaja para Él hoy con todas tus fuerzas! (Ec 9:10; 2 Ti 1:6) Puede que no te guste sentirte presionado en tus deberes, pero el Señor de la mies no es un amo fácil de complacer (Mt 25:24-30).
Dios multiplica los almuerzos pequeños
El hombre de Dios busca servir un banquete y una fiesta cada vez que sube al púlpito. Pero esta noble ambición no puede desanimarte, intimidarte o preocuparte. Tus habilidades, esfuerzo y tiempo en preparación, estudio, oración y entrega son sólo una parte de la ecuación. Los trabajadores que construyen una casa no son la clave; los centinelas de una ciudad no son la clave (Sal 127:1). ¡El Señor Jehová es quien edifica la casa y guarda la ciudad! ¿Crees esto? Si es así, evita las mañanas tempranas, las últimas horas de la noche y la preocupación, como si tú pudieras engordar tu ministerio con tu trabajo. El duro trabajo ministerial es un deber y una cosa buena (2 Ti 2:3), pero no es la clave. En vez de comer el pan de dolores y añadir horas de trabajo con tus propias fuerzas, ¡vete a la cama e invoca al Señor por fuerza! (Sal 127:2) ¡No hay capitán como tu Capitán! ¡Esto es una orden! ¡Obedece! ¡Confía en la misericordia y la ayuda prometida! Cambia el pan infiel de dolores por el valor fiel de dar algunos panes y peces a la multitud basándote en la bendición del Señor (Jn 6:11). ¡Él puede llenar cada alma hasta el tope, y hacer que sobre para los visitantes! (Jn 6:12-14) Las sencillas historias de alimentar a 5.000 y a 4.000 deberían mover tu alma a confiar en tu Redentor, quien hará grandes cosas por los que en Él confían. Pasa por encima de la borda y camina sobre el agua hacia Él, que te dice: “Predica la palabra” (Mt 14:28-30; 2 Ti 4:1-2). ¿No tienes suficiente tiempo esta semana? ¿Tienes suficiente fe para pasar la mayor parte de las horas o minutos que te quedan en oración y sueño? Ve a la cama. Deja que tus súplicas sinceras se eleven al cielo mientras te quedas dormido. Tu Señor puede hacer más con un hombre que ora y duerme que con un hombre inquieto y sudoroso. La casa de Dios no es edificada por tu fuerza o poder, sino por el Espíritu de Dios (Zac 4:6). Deja que el Dios de la sabiduría te guíe entre aquellos hombres que se jubilan del trabajo y aquellos que piensan que el trabajo depende completamente de ellos. Nunca superarás a Pablo, por lo que el ejemplo bíblico es una diligencia grande y sostenida. Pero debes confiar en el Dios que hizo que el almuerzo de un niño fuera más que suficiente para una gran multitud. Si eres honesto, sabes que tienes menos que un almuerzo para ofrecer, y la necesidad es mayor que los 5.000 (1 R 3:7-8). Pero el Señor planeó y sabe que Su tesoro ministerial está en una débil vasija de barro (2 Co 4:7). Él obtiene mayor gloria si ofreces humildemente tu debilidad para que Él bendiga tus arduos esfuerzos en vez de intentar de alimentar a la multitud por tu cuenta. La solución no es elegir la pereza y la oración: es elegir el máximo esfuerzo dentro de límites razonables, orando y acostándote temprano, en ese orden.
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