Proverbios 10:18

“El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que propaga calumnia es necio” (Pr 10:18).

Aquí hay dos maneras fáciles de pecar con tu discurso. Puedes ser un hipócrita y usar palabras corteses para engañar a la gente y esconder la amargura y la envidia en tu corazón. O puedes difundir rumores falsos y maliciosos sobre una persona a otros. Estos dos pecados abundan hoy. La honestidad y la integridad transparentes, claramente visibles y conocidas por todos, son raras.

Lector, ¿ves lo que el sabio Salomón escribió a continuación? Él escribió: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente” (Pr 10:19). Es difícil hablar mucho y no pecar, porque cada oración aumenta la posibilidad de pecar. Por eso el Predicador dio el sabio consejo de cerrar los labios y no hablar tanto (Pr 17:27-28; Stg 1:19).

Cuando el profeta Isaías vio al Señor, se temió por causa de los pecados de sus labios (Is 6:1-7). Dijo: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Is 6:5). ¡Una visión correcta de Dios hará que odies tu habla (Sal 4:4)!

El franco apóstol Santiago no tuvo piedad de la lengua. Él dijo: “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Stg 3:6). Él añadió: “Pero pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Stg 3:8).

Tu lengua es llamada tu gloria por alabar a Dios (Sal 16:9; 30:12; 57:8; Hch 2:26). Pero también maldice a los hombres. “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Stg 3:9-10).

Eres un tonto si ocultas el odio con palabras educadas. En lugar de perdonar a los demás y poner fin al conflicto, los necios encubren el odio de sus corazones con mentiras. Es horrible cuando tanta maldad está en la iglesia. David oró para ser librado de tales hipócritas, cuya diestra es diestra de mentira y su boca habla vanas pretensiones (Sal 144:7-8,11).

Eres un tonto, si hablas en contra de los demás. Calumniar es mentir para difundir información falsa o insinuaciones sobre otros. Las murmuraciones, los chismes y la maledicencia pueden decir la verdad sobre otra persona, pero es información que daña el carácter y la reputación de esa persona. El pecado de la calumnia es una violación del Sexto Mandamiento en contra de matar, y solo los hombres malvados y de corazón lo cometen. Limítate a decir cosas buenas de los demás.

Si eres sabio, tu lengua es tu gloria – para alabar a Dios y edificar a otros (Sal 30:12; 108:1). Es un regalo precioso para enviar adoración hacia arriba y para alimentar a los que te rodean. Si eres un necio, es tu maldición: una herramienta de hipocresía y asesinato. Es fácil mentir y atropellar a otros cuando ni ellos ni los testigos están presentes para refutarlo. ¡Sé sabio! (Pr 18:21; Ef 4:29; Col 4:6) De cada palabra de tu boca darás cuenta (Mt 12:34-37).



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