Proverbios 11:17

“A su alma hace bien el hombre misericordioso; mas el cruel se atormenta a sí mismo” (Pr 11:17).

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¡Este proverbio es importante! ¡Esto puede cambiar tu vida! ¡Afectará tu vida! Puedes hacerte un mundo de bien, o puedes atormentarte a ti mismo, dependiendo de lo que hagas con esta lección. El proverbio es un axioma inspirado sobre la misericordia, y los resultados son ciertos.

Dios bendice a los hombres misericordiosos con bondad, pero persigue a los crueles con problemas. Los hombres misericordiosos son amables incluso consigo mismos, pero los hombres despiadados se atormentan a sí mismos. El hombre misericordioso estará en el cielo, pero el hombre cruel no, porque no sabe nada de la gracia de Dios.

La humanidad es cruel y egoísta por naturaleza. Adán le dio a todos los hombres una naturaleza depravada y pecaminosa que es cruel, aborrecible y maliciosa (Ro 3:13-18; Tit 3:3). La misericordia hacia los demás es solo por el Espíritu Santo, y es un rasgo solo de hombres piadosos (Stg 3:17-18). Tales hombres, al mostrar misericordia a los demás y a ellos mismos, traen bendiciones a sus propias almas. Pero los hombres sin misericordia, con corazones duros hacia los demás o hacia ellos mismos, traen dolor y sufrimiento a sus propias vidas.

¿Qué es la misericordia? Considéralo con mucho cuidado. “Tolerancia y compasión mostrada por una persona a otra que está en su poder y que no tiene derecho a recibir bondad; trato amable y compasivo en un caso donde se amerita o se espera severidad” (Diccionario). La misericordia es bondad para aquellos que no la merecen y no pueden pagarla. Perdona obligaciones y deudas. La misericordia renuncia a derechos para ayudar a otro, incluso cuando la elección es costosa.

Los hombres por naturaleza no están dispuestos a renunciar a sus derechos legítimos para ayudar a otros: son egoístas y crueles, solo piensan en sí mismos. Siguiendo al príncipe de la potestad del aire, aceptan sus ambiciones asesinas (Ef 2:1-3; Jn 8:44). El nombre hebreo de uno de sus ángeles, Abadón, significa destructor; y su nombre griego, Apollyon, también significa destructor (Ap 9:11).

Habiendo sido rechazado del cielo por soberbia, busca destruir a los hombres en esta vida y en el infierno venidero. La religión falsa generalmente se caracteriza por una forma de adoración cruel y perversa. Baal y Moloc requerían un sufrimiento terrible: la automutilación el primero, y el sacrificio de niños el segundo (1 R 18:25-29; Lv 18:21; Jer 32:35; Ezl 20:26; 23:36-39).

El bendito Dios desprecia al diablo, a sus ángeles y a los hombres impíos; ama la misericordia, y la recompensa en los hombres. ¡Él valora la misericordia aún más que sus propios mandamientos ceremoniales! (Mt 12:1-7) Cuando un hombre muestra misericordia a los demás, Dios bendice a ese hombre con favor y misericordia adicionales (Pr 14:21; 22:9; 28:27; 29:14; Mt 5:7; 6:14-15; 25:34- 40; Lc 6:38; Stg 2:13). Esta es la recompensa pasiva por la misericordia, lo que el Señor hace por los hombres misericordiosos. Y el castigo pasivo por la crueldad es lo que Él hace contra el hombre cruel y despiadado.

¡Abrázate de la ley de la misericordia! Dios bendecirá, protegerá y fortalecerá al hombre misericordioso (Sal 41:1-4). Le dará luz y lo afirmará para siempre (Sal 112:4-10). Dios hará que el hombre generoso se mantenga en pie (Is 32:7-8). Y el Señor le prosperará de muchas otras maneras (Pr 11:24-26; 19:17; Is 58:6-12). ¡Pero Dios destruirá al hombre cruel por dentro y por fuera por su falta de misericordia! (Pr 21:13; 22:16; 28:8,27; Job 20:10-29; Stg 5:1-8)

¿Eres misericordioso? ¿Qué tan misericordioso? ¿Estás alegre y deseoso de mostrar misericordia? Dios te mide cada día por las oportunidades de mostrar misericordia (Pr 29:7; Lc 10:25-37). ¿Perdonas a los que te ofenden? (Gn 45:4-15; Mt 18:21-35) ¿Eres compasivo con los desvalidos? (Is 1:16-17; Stg 1:27) ¿Eres generoso con los pobres? (Job 29:11-17; 31:13-22) ¿Liberas a los que te deben? (2 S 3:12-21; 19:13) ¿Piensas caritativamente lo mejor sobre las acciones de los demás y siempre las defiendes en privado?

Pero también hay recompensas activas por la misericordia: ¡qué puede hacer un hombre misericordioso por sí mismo! Dios es misericordioso y espera que sus hijos sean buenos con sus propias almas. Jetro enseñó a Moisés a tener misericordia de sí mismo nombrando ayudantes (Ex 18:13-26). David enseñó la importancia de poner las cosas en las manos de Dios y acostarse (Sal 127:1-2). Salomón añadió la exhortación a regocijarse en todas las cosas buenas (Ec 9:7-10). Y Pablo le dijo a Timoteo que enseñara que los cristianos ricos debían ser ricos en buenas obras (1 Ti 6:17-19).

Hay castigos activos por la crueldad, que un hombre despiadado se causa a sí mismo por sus elecciones mezquinas. El avaro es miserable y no puede dormir, tiene la malvada enfermedad de la avaricia que lo atormenta (Ecl 4:8; 5:10-17; 6:1-2). El dinero debe gastarse y usarse, pero el codicioso no puede pensar en el placer, sino en más acumulación. El adicto al trabajo no conoce la misericordia, porque nunca hace ningún bien a su propia alma. ¡Turba su propia carne!

El monacato–votos de celibato y pobreza, abstinencia de carne– requerido por Roma niega los placeres que Dios quiso que los hombres tuvieran (Col 2:20-23; 1 Ti 4:1-3). Son mentiras del destructor para promover las herejías de la adoración de la fuerza de voluntad negando los placeres corporales lícitos. El séptimo día no era una institución religiosa inviolable, como imaginan los adventistas; fue dada misericordiosamente para el descanso y refrigerio de Israel (Ex 23:12). Si un hombre quería mostrar misericordia para sí mismo, para un amigo o para un buey quebrantando el día de reposo, podía hacerlo (Lc 6:1-5; 13:15-17; 14:5-6).

El verdadero cristianismo rechaza estos dos cultos: refleja al Dios verdadero y a su Hijo Jesucristo, quienes juntos mostraron una misericordia infinita al redimir a los elegidos (Ef 2:4-7; Tit 3:5; 1 P 1:2-5). Dios puso su misericordia y compasión inmerecidas en los elegidos, sin tener en cuenta la voluntad o el esfuerzo de los hombres, para que sean así vasos de misericordia (Ro 9:15-24). Debería ser fácil para estas almas redimidas mostrar misericordia a los demás y a sí mismos, recordando que se les dio misericordia inmerecida y que los misericordiosos recibirán misericordia.

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