Proverbios 11:1

“El peso falso es abominación a Jehová; Mas la pesa cabal le agrada” (Pr 11:1).

Dios es justo y correcto, y Él espera que tú seas justo y correcto también. Él es perfecto y espera que tú seas perfecto. Odia las trampas o el compromiso en tus tratos; ama la honestidad y la integridad. Si haces trampa, Él te arruinará profesionalmente; pero te bendecirá si eres justo y equitativo. Salomón enseñó esta lección más de una vez (Pr 16:11; 20:10,23).

Antes de los pesos y medidas estandarizados, y de un departamento gubernamental para hacerlos cumplir, los comerciantes eran responsables de las balanzas y los pesos precisos. Compraste y vendiste la mayoría de tus productos básicos y alimentos por peso. Este no era un asunto menor, ya que la integridad y la prosperidad de la economía de la nación dependían de transacciones confiables.

La integridad empresarial es parte de la piedad. Jehová considera que el engaño o el compromiso económico es una abominación. Esta palabra significa una combinación de repugnancia y odio; aborrecimiento, odio, repugnancia. En la Biblia describe la misma actitud de Dios hacia el sacrificio de niños (Dt 12:31; 18:10-12), la sodomía (Lv 18:22; 20:13) y pecados perversos similares.

Si quieres salir adelante, sé escrupulosamente cuidadoso en todas tus transacciones, asegurándote incluso de que tus motivos sean justos y puros (Pr 11:3; 19:1; Pr 20:7,14), y velando con especial cuidado por viudas, huérfanos y pobres (Pr 23:10-11; 22:9). Es mucho mejor ser generoso y liberal que ser mezquino y tacaño (Pr 11:24-27; Ec 11:1-6; Is 32:8).

El Dios omnisciente, que ve y conoce todas las cosas y se interesa mucho en los gramos y los kilos, los litros y los milímetros, los dólares y los centavos de tu vida diaria. ¡Que todo ladrón codicioso y tacaño tenga cuidado! Dios no mira desde la distancia. Él observa de cerca cómo le das propina a una mesera o vendes un auto usado. Él te observa en el reloj de tiempo y la presentación de informes de gastos.

Nunca saldrás adelante haciendo trampa. Y solo los tontos ciegos lo pensarían por un segundo. Es mucho mejor pagar y rendir más allá de las expectativas, que tomar atajos o estafar a alguien. La generosidad es muy superior a la mezquindad. Es una mente muy pequeña, motivada por un alma muerta, la que piensa que la tacañería es la manera de salir adelante (Pr 11:24-26; 28:8). Una mente grande, dirigida por un corazón amoroso y generoso, es el deleite de Dios. Él bendecirá a los justos.

Los hombres piadosos son perfectamente honestos. Nunca se aprovechan de los demás. Van más allá del simple deber; pagan más de lo que les corresponde; mantienen todos los términos de un contrato; dan propinas generosas; pagan las deudas a tiempo; desprecian el hurto o los pequeños hurtos; nunca notifican que están enfermos cuando están bien; revelan todos los problemas con las cosas que venden; no regatean un precio y luego lo llaman una ganga; se comunican rápida y abiertamente.

El Señor se venga contra todo defraudador (1 Ts 4:6; 1 Co 6:8). Él mide cada relación y transacción con Su santa y divina balanza de perfecta justicia. ¿Has sido pesado y encontrado falto? Tus oraciones se detendrán en el techo (Pr 15:29; Sal 66:18); soplarán contra ti (Pr 13:15; Sal 34:16); nunca saldrás adelante (Pr 13:11; 20:21; Jer 17:11). Si eres perverso en los tratos comerciales con los demás, Él será perverso contigo (Sal 18:26).

El Señor se deleita en los hombres honestos (Pr 12:22; Sal 11:7; Lc 6:37-38). ¡Qué gloriosa bendición tener al Altísimo deleitándose en ti por tu integridad diaria! Mira cada operación. Pesa a todos los hombres. No debas nada a nadie. Sé libre de ofensas ante Dios y los hombres. Que la honestidad pura y la generosidad del Señor Jesucristo se vean en cada una de tus acciones.




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