Proverbios 11:22

Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón” (Pr 11:22).

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La belleza no es mucho, si la mujer que la posee a menudo no sabe cómo actuar. ¡Es difícil apreciar un zarcillo de oro en la nariz de un cerdo peludo, apestoso, que gruñe en el lodazal y pesa 300 kilos! Pero esta es una comparación justa con la compañía que una mujer atractiva pero sin gracia espiritual puede ofrecer. ¡Una mujer de apariencia promedio sin discreción es una cerda sin el zarcillo de oro en el hocico!

Salomón sabía de mujeres. Se casó con 700 princesas y con 300 mujeres comunes (1 R 11:3). Dios le dio una gran sabiduría, y la usó para analizar la vida. No confiaba en las mujeres; las encontró más amargas que la muerte (Ec 7:25-29). Advirtió contra las mujeres promiscuas (Pr 2:16; 5:3,20; 6:24; 7:5; 9:13-18; 23:27-28) y las mujeres odiosas (Pr 12:4; 19:13; 21:9,19; 25:24; 27:15-16; 30:21-23). ¡Una mujer virtuosa es más escasa que las piedras preciosas! (Pr 31:10)

A menos que hayas estado cerca de los cerdos, no puedes apreciar el símil de Salomón. Dios hizo del cerdo una de las criaturas más despreciables. Es ruidoso, sucio, asqueroso, insaciable, maloliente y destructivo. Su naturaleza es repugnante para la sensibilidad humana. Y no hay entrenamiento que sirva para mejorarlo. ¡Un cerdo es un cerdo es un cerdo es un cerdo! Un anillo o zarcillo de oro en la nariz está completamente fuera de lugar en su cuerpo.

Una mujer hermosa es una mujer atractiva. Dios la favoreció con un rostro y un cuerpo que la hacen un imán a la vista masculina. Tal belleza es de hecho una joya de oro, y puede ser un maravilloso regalo y adorno para un marido. Su imagen capta la atención de un hombre en cuestión de segundos. Tiene un poder visual sobre los hombres que difícilmente se puede medir. Puede convertir a los hombres en alfeñiques temblorosos en un instante. Una mujer hermosa es casi irresistible.

Salomón conocía el peligro, por lo que advirtió a su hijo contra las mujeres hermosas, a menos que también tuvieran la discreción y la virtud que las convierte en compañeras ideales. Ridiculizó la mera belleza con este poderoso símil, que Dios inspiró por medio del Espíritu Santo. Y los padres sabios harán lo mismo al advertir a sus hijos acerca de las mujeres hermosas. A los hijos se les debe enseñar claramente sobre otros aspectos de vivir con una mujer así más allá de lo que la mera belleza pueda ofrecer.

¿Qué es la razón? Es discreción. Aquí hay una cualidad maravillosa, porque la falta de esta virtud puede convertir a una mujer hermosa en un cerdo horrible. La discreción es la capacidad de discernir o distinguir lo que es justo, conveniente o aceptable como conducta femenina. Es el comportamiento apropiado; es pudicia; castidad; conducta juiciosa, prudente, circunspecta y cautelosa; es saber guardar silencio cuando hablar sería impropio. La discreción es la capacidad de ser correcta en todo momento, en todas las situaciones.

La razón es parte de la sabiduría, el poder del juicio correcto, y parte del entendimiento, el poder del discernimiento correcto (Pr 1:4; 2:10-17; 3:21; 5:1-2; Gn 41:33,39). La razón es generosa con los demás (Sal 112:5). Rechaza la mala conducta de otros (Pr 2:10-17). Gobierna el espíritu propio para apartarse del enojo (Pr 19:11). Sabe cómo cada situación exige una conducta diferente (Is 28:23-29). La razón es la prudente aplicación de la sabiduría al habla y a las acciones.

Una mujer con razón (discreción) es la mujer agraciada, que Salomón exaltó (Pr 11:16). Ella siempre sabe cómo actuar, y lo hace de tal manera que resulta deliciosamente encantadora para todos los que la rodean, todo el tiempo. Las personas buenas siempre tienen a esta criatura deseable en la más alta consideración. Ella siempre es honrada, y los hombres son muy bendecidos cuando se casan con esta reina de la virtud. El hombre sabio sólo se casará con una mujer discreta y graciosa. ¡Y si tal mujer también es hermosa, el cielo le ha sonreído a tal hombre con dos soles!

¿Cómo puede una mujer ser apartada de razón? Puede ser la mujer extraña, atrevida, agresiva y contenciosa, despreciada por Salomón: una Dalila (Pr 7:10-20; 9:13-18). La razón es una forma del adjetivo “razonable”, que lleva a describir a una mujer atrevida o inmoral, o su conducta, como “apartada de razón”. Esta mala cualidad a menudo se llama también “indiscreción”. La conducta femenina que no es casta, modesta o púdica carece de discreción moral; es indiscreta.

¿Cómo puede una mujer ser indiscreta? Puede ser irritante en el habla o con sus acciones. Lee la descripción de Salomón de la mujer rencillosa (Pr 12:4; 19:13; 21:19; 25:24; 27:15-16). La mujer indiscreta discute o regaña. Da opiniones sin que se las pidan. Es farisaica, se enoja con facilidad, está de mal humor o le encanta criticar a los demás. Es mezquina, mojigata o argumentadora. No puede calmarse, quedarse quieta o callada. Le encanta entrometerse y aguijonear a otros. Revela su espíritu a través de un lenguaje corporal que evidencia su mal carácter.

¿Cómo puede una mujer ser indiscreta? Hace preguntas sobre cada asunto planteado. Hace pucheros si no se sale con la suya. Demanda que su marido se disculpe con ella. Piensa que fue creada para ser la segunda conciencia de su marido. Le preocupa más cómo resultó el postre que cómo fue honrado su marido. Le dice a su familia que trabaja duro para ellos. Cree que la novia es la parte más importante de una boda.

¿Cómo puede una mujer ser indiscreta? Se preocupa por la tarea de su hijo, mientras que él lucha con la pornografía. Lo obliga a tomar lecciones de piano, cuando lo que él quiere es conseguir una motosierra. Cree que su opinión es igual a la de su marido. Piensa que la reverencia hacia el marido era una costumbre social formal de la época de Abraham. Cree que cocinar es una virtud. Le cuenta a su marido sobre su día en casa en lugar de escuchar sobre el día de él en el trabajo.

¿Cómo puede una mujer ser indiscreta? Le encanta hablar, preguntar, sugerir o recordar. Es crítica, negativa o quisquillosa. Valora las trivialidades sin sentido. Reprocha a su marido por no celebrarle el día de la madre y otros hechos irrelevantes. Le encanta quitarle pelusas del traje como si fuera un niño de siete años. Es infantil, entrometida y espía a su marido. Cree que es atractiva, critica a los demás, quiere tener su propia cuenta bancaria y no puede perdonar instantánea y completamente.

¿Cómo puede una mujer ser indiscreta? No está de acuerdo con su marido en público. Llora por nada. Reacciona exageradamente a los rumores o eventos menores en su vida. Siempre tiene una experiencia que contar u ocultar. Puede encontrar algo negativo en todo. Mantiene una casa desordenada. No tiene ni idea cuando irrita a la gente; no capta el decoro social. Es demasiado atrevida, insolente, demasiado ruidosa y muy testaruda. Es un dolor en el alma.

¿Cómo puede una mujer saber que carece de discreción? Simple. ¿Anhelan su compañía las personas buenas? ¿Tiene numerosas amigas discretas? ¿Es muy apreciada por todos? Si no puede responder positivamente a estas tres preguntas, entonces carece de discreción (Pr 11:16). La buena conducta conduce al favor de los demás (Pr 22:1,11). Mujer, tu opinión de ti misma no vale nada, es peligrosa. Todas las mujeres odiosas se creen deseables; por eso son odiosas. Y tu familia mentirá para mantener la tranquilidad doméstica, por lo que su opinión tampoco vale nada.

¿Cómo puede una mujer aprender la discreción? Estudia Proverbios y aplícalos. Pídeles a tus amistades piadosas que sean brutalmente honestas contigo y te critiquen constructivamente. Escoge algunas mujeres encomiables e imita su buena conducta. Rechaza a tu madre o cualquier otro ejemplo de tu pasado que no concuerde con la Biblia. Aprende a ser prudente, suave, cuidadosa, sujeta a tu marido (Tit 2:5), afable y apacible (1 P 3:3-4). Odia la actitud arrogante y egoísta de la mujer moderna, que no conoce su rol.

Padre, enseña a tus hijos a medir a las mujeres. Identifica a las cerdas con zarcillos de oro en la nariz y a las que no los tienen. Advierte a tu hijo acerca de acostarse y levantarse con una de estas mujeres por el resto de su vida. Exalta y alaba a las mujeres piadosas y virtuosas (Pr 11:16; 18:22; 31:28). Presenta a tu hijo, incluso a una edad temprana, a mujeres amables, para que pueda aprender el precioso respeto y la calidez que crean. Alaba a estas mujeres como a las únicas mujeres aceptables.

Joven, no dejes que la belleza te engañe. No te enamores de los ojos de una mujer u otras características corporales (Pr 6:25). Elige una mujer por su capacidad de actuar perfectamente en todo momento, en el temor del Señor y con un espíritu afable y apacible, dulce, suave (Pr 31:30; Ec 10:1). ¡La joya preciosa de un espíritu lleno de gracia excede el brillo de la belleza física como la luz del sol a la luz de la luna, y la mujer llena de gracia mejora con la edad, mientras que la modelo de moda se corrompe en grasa, canas y arrugas!

Joven, es tu sobrio deber, con la ayuda de tu padre, medir el espíritu de una mujer, no su cuerpo. Un hermoso exterior a menudo esconde un corazón depravado y deforme. ¿Qué harías con una hermosa mujer que siempre está fuera de tu alcance, más amigable con otros hombres, siempre irritada en casa o siempre irritante en casa? ¡El sillón de un dentista es un lugar más agradable! Pero un espíritu puro y lleno de gracia convertirá a una mujer de apariencia promedio en una gloriosa amante y amiga.

¿Cuáles son las consecuencias de desatender este consejo? Vivirás tu vida en el infierno marital. Experimentarás un dolor peor que la muerte misma. Tratarás de esconder tu horrible error de la vista del público, pero tu odiosa mujer no se puede esconder (Pr 27:15-16). Todos los hombres y mujeres sabrán que tu vida es una tortura, mientras tu humillante trofeo gruñe y hiede a tu lado. Y si tu cerda no es hermosa, todos los hombres y mujeres se preguntarán por qué te casaste.

Una iglesia hermosa pero sin la discreción y conocimiento de la doctrina de Cristo, como Roma y sus hijas rameras, es también como una cerda peluda y maloliente con zarcillo de oro en la nariz. Mientras muestran el esplendor de las catedrales y los coros, los órganos y las organizaciones, las tradiciones y los tesoros, tienen el alma corrompida de una ramera depravada, llena de las abominaciones y las inmundicias de su fornicación (Ap 17:1-6). Si crees que esta comparación es demasiado dura, debes leer la descripción de Juan.

En asuntos de matrimonio, sólo una mujer discreta y amable te dará paz y felicidad, como enseña este proverbio. En asuntos de religión, solo la doctrina pura de la Biblia y la gracia de Jesucristo servirán. Examina y prueba tu iglesia aún más que a una mujer como prospecto de esposa. Cuando las iglesias falsas de este mundo se hayan desvanecido en vergüenza y hayan caído en el infierno, la novia inmaculada de Cristo será exaltada con vestiduras gloriosas en la cena de las bodas del Cordero.

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