Proverbios 11:27

“El que procura el bien buscará favor; mas al que busca el mal, este le vendrá” (Pr 11:27).

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¿Cuáles son tus metas? ¿Cuál es tu reputación? ¿Cómo afecta tu vida a los demás? Si la respuesta a las tres preguntas es hacer el bien y ayudar a los demás, obtendrás el bendito favor de Dios y de los hombres (Lc 2:52). Si la respuesta es servirte a ti mismo y causar problemas a los demás, entonces el castigo seguro viene sobre ti, de parte de Dios y de los hombres (Sal 7:15-16; 9:15-16).

Este proverbio ofrece éxito o problema. ¿Cuál elegirás? La clave es cómo tratas a los demás. Si eres bueno con los hombres, serás bendecido. David y Pedro escribieron: “¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela. Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. La ira de Jehová contra los que hacen mal, para cortar de la tierra la memoria de ellos” (Sal 34:12-16; 1 P 3: 10-12).

Si eres egoísta o lastimas a los demás, si eres crítico o negativo, si estás amargado o envidioso, o si siembras discordia o irritas a los demás, entonces te espera una vida dolorosa y problemática. Es así de simple. Como dice el dicho, “Lo que haces, recibes”. David escribió: “Con arrogancia el malo persigue al pobre; será atrapado en los artificios que ha ideado” (Sal 10:2). Serás expuesto y castigado (Pr 11:29; 26:17-28).

No te consueles pensando que no le haces mal a los demás, que vives tranquilo y los dejas vivir sus propias vidas. Nunca serás bendecido. El favor de Dios y de los hombres está sobre aquellos que “buscan diligentemente el bien”. Una vida maravillosa con días felices es solo para aquellos que ayudan y sirven decididamente a los demás. No te des palmaditas en la espalda por vivir en paz y no molestar a otras personas. Tu vida es un desperdicio, si no eres un sirviente activo.

Esta sabia lección no es una oferta de ejercicio intelectual. Es para bendición y favor en la vida. Amar a tu prójimo es el segundo mandamiento, pero Dios ofrece una recompensa con él: obtendrás el favor de Él y de los demás, lo cual es de gran valor (Pr 22: 1). “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gl 6:10). Debes hacer el bien aun a tus enemigos (Mt 5:43-48).

Estás vivo para hacer el bien (Ec 3:12), para servir (Mr 9:35; 10,44; Gl 5:13). No estás vivo para que te hagan el bien o para que otros te sirvan. ¡Eso es perverso! Pablo advirtió que no debemos olvidar hacer el bien (He 13:2,16), porque tu buen servicio a los demás será recordado en el Día del Juicio (Mt 25:40; He 6:10). Considera las bendiciones (Sal 37:1-5,23-28).

¿Quién se beneficiará hoy de tu vida? Sólo podrás contar a tu familia o tu jefe, si el bien que haces no es extraordinario: esto último requiere diligencia. ¡Sé un árbol de vida! (Pr 11:30) ¿Qué bien podrías hacer ahora mismo por alguien? ¡Hazlo! ¡Ahora! ¿Por qué esperar? ¡Estás siendo egoísta! Saber que puedes y que debes hacer el bien, y no hacerlo, es pecado (Stg 4:17).

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