Proverbios 11:3
“La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos” (Pr 11:3).
Hay una forma segura de vivir: hacer lo correcto. Y hay una forma peligrosa de vivir: hacer lo que se siente y suena bien. Al comprometerte a hacer solo lo correcto en todo momento, tendrás una dirección clara para cada situación. Pero vivir tu vida según tus propios sentimientos y elecciones a menudo te llevará a la confusión, a la dificultad, y ciertamente te destruirá a la larga.
¿Qué es la integridad? Es el glorioso rasgo de carácter de hacer siempre lo correcto, sin importar las dificultades o las consecuencias. Son los rectos los que tienen integridad. ¿Qué es la perversidad? Es alejarse de lo que es correcto para actuar contra la ley o la naturaleza. Son los transgresores, o pecadores, los perversos que eligen rechazar las restricciones morales.
Los rectos siempre hacen lo correcto: tienen integridad. Su confusión en la vida es mínima, porque han elegido seguir lo que es correcto en cada elección y dilema. Tienen una guía constante. Los transgresores hacen lo que quieren, son perversos. No tienen normas ni parámetros para sus acciones, y su perversidad los destruirá.
¿Qué es lo recto? ¡Todo lo que la Biblia dice que debemos hacer es lo recto! Todo lo contrario es perverso y erróneo. La Biblia debe ser exaltada en todos los temas, y todas las demás opiniones deben ser rechazadas (Sal 119:128). Tal regla define el cristianismo bíblico. No importa lo que piense un Papa, lo que sea socialmente aceptable, lo que sea tradicional o lo que te haga ganar un ascenso.
¿El sexo depende de ti? ¡No! Dios inventó el placer, y se ha pronunciado al respecto. José era un hombre íntegro, y nunca tuvo dudas sobre qué hacer con las insinuaciones seductoras de la mujer de Potifar (Gn 39:1-12). Pero Sansón fue perverso en su obsesión con las rameras filisteas, y le costó sus ojos, su libertad y su vida (Jue 16:1-31).
¿La venganza depende de ti? ¡No! Dios es dueño de toda venganza, y ha dictaminado en contra de tomar el asunto en tus propias manos. David perdonó al rey Saúl dos veces, a pesar de que estaba tratando de matarlo (1 S 24:1-22; 26:1-25). Pero su sobrino Joab fue perverso, matando con ira y venganza a Abner, a Absalón y a Amasa, para su propia destrucción (1 R 2:5-6).
¿Los artículos pequeños de tu empleador dependen de ti? Los rectos saben la respuesta (Tit 2:10). ¿La frecuencia de los deberes conyugales es elección de la mujer? Así lo creen las mujeres perversas (1 Co 7:1-5). ¿Es discutible la pena capital? ¡No para los rectos! (Dt 17:6) ¿Es aceptable el bautismo presbiteriano? ¡De ninguna manera! (1 P 3:21) ¿Deberían los creyentes pagar impuestos a un gobierno pagano? Los hombres rectos pagarán (Mt 22:15-22). ¿El rosario es una oración? No para un hombre íntegro (Mt 6:7). ¿Debe un hombre estar contento con su mujer? Los hombres rectos lo están (Pr 5:19; Col 3:19).
Estos asuntos mencionados y muchos más son sencillos para los rectos, porque toman decisiones basadas en la integridad al seguir siempre las Escrituras. Los impíos, perversos en su rechazo a la Palabra de Dios, se confunden en las cosas más simples y terminan en la destrucción. La regla de la sabiduría es vivir con integridad, siempre haciendo lo correcto, lo que brinda una guía constante.
El bendito Señor Jesucristo siempre hizo lo que agradaba a su Padre. Tenía perfecta integridad y prudencia al obedecer la Palabra de Dios y vivir una vida perfecta. Para aquellos que creen en Él, Él es la fuente y el medio de la justicia eterna.
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