Proverbios 11:4

“No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte” (Pr 11:04).

La ira de Dios contra los pecadores puede traer una muerte temprana en este mundo, y seguramente traerá la muerte eterna en el otro mundo. Ninguna cantidad de dinero puede retrasar o detener ninguna de las dos muertes. Pero la justicia agrada a Dios y libra a los hombres de la muerte ahora y después (Pr 10:2; 12:28). La sabiduría es obvia: ¡descuida o rechaza la justicia bajo tu propio riesgo!

Tampoco la riqueza puede ayudar contra un gobernante civil justo y noble, porque Dios requiere que él no haga diferencia en sus juicios sobre ricos o pobres (Ex 23:6-8; Lv 19:15; Dt 1:17; 16:19) ). Pero un buen gobernante civil considerará la justicia de un hombre en juicio (Pr 18:5; 2 S 23:3). Una vez más, la sabiduría es obvia: la justicia es más importante que las riquezas.

Las riquezas y las cosas que ellas pueden comprar no te salvarán de un hombre enojado, porque él demandará venganza por tus faltas o maldades en el calor de su pasión (Pr 6:30-35; 19:19; Nm 35:12; Dt 19:11-13). Las relaciones pacíficas y placenteras dependen de la justicia, no de las riquezas (Pr 15:16-17; 16:8; Ec 4:6; Mal 4:5-6; Lc 1:17).

Senaquerib, rey de Asiria, blasfemó contra Jehová; sus hijos lo mataron mientras estaba en Misa (2 R 19:37). Nabucodonosor, rey de Babilonia, perdió la tranquilidad por descuidar la justicia (Dn 4:27). Belsasar fue asesinado la misma noche que celebraba sus riquezas con los señores de Babilonia (Dn 5:1-30). Un hombre rico se dio un suntuoso festín mientras Lázaro mendigaba, y amaneció en el infierno (Lc 16:19-23). Ananías y Safira eran terratenientes; tenían dinero; pero cayeron muertos en la iglesia de Jerusalén por mentir (Hch 5:1-11).

Las observaciones de Salomón sobre la muerte lo llevaron a escribir: “ No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? ” (Ec 7:17). Y verdaderamente ridiculizó a los hombres que acumulan riquezas, mueren y luego lo dejan todo a un heredero insensato (Ec 2:18-21). Él sabía que no había descanso de la guerra con la muerte, independientemente de tus riquezas (Ec 8:8).

David escribió la mejor condenación de confiar en las riquezas (Sal 49:1-20). Hizo hincapié en que ni el dinero ni el éxito pueden librarnos de la muerte, y ridiculizó a los hombres que persiguen la riqueza después de presenciar cómo los ricos no se llevaban nada al morir. Resumió diciendo: “El hombre que está en honra y no entiende, semejante es a las bestias que perecen” (Sal 49:20).

Pero la justicia, haciendo las cosas que agradan a Dios, aplaza la ira de Dios y salva a los hombres de la muerte ahora y en el futuro. Ezequiel predicó un mensaje detallado de cómo la justicia podía salvar a un hombre de una amenaza de muerte (Ez 18:1-32). Y Amós le dijo claramente a Israel cómo podían volverse al Señor y vivir, y no morir bajo el juicio (Am 5:4-15).

Dios puso a Noé en el arca por su justicia (Gn 7:1). Abigail sabía que David estaba atado al haz de la vida por la justicia (1 S 25:29). Dios preservó a Job de Satanás por su temor a Dios y su odio al mal (Job 1:1). A Ezequías se le añadieron 15 años a su vida por un corazón recto (Is 38:1-8). Y Manasés reinó más que cualquier rey por su arrepentimiento (2 Cr 33:13). Lector, hay recompensa para los justos (Sal 58:1-11). ¡Créelo!

Los hombres invierten fortunas en vitaminas, médicos y medicina alternativa para aplazar la muerte; cuanto más dinero tienen, más exóticos son sus esfuerzos por mantenerse con vida. Pero el remedio es la justicia, como escribieron claramente Salomón y otros (Ex 20:12; Dt 25:13-16; Pr 3:1-2; 4:10; 9:11; Ef 6:2-3). ¡Y los días serán mejores! (Sal 34:12-16; 1 P 3:10-12)

Necesitarás más la justicia en el Día del Juicio, porque los que no la tengan serán arrojados al infierno (Mt 22:8-14; Ap 19:8; 20:11-15; 21:8). Dios ignorará tu valor neto e ingresos. ¿Cómo puedes saber que Dios te ha hecho justo con la justicia de Jesucristo? Una vida justa es la mejor evidencia (Mt 7:21; 1 Jn 2:29; 3:7,10).




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