Proverbios 13:25

“El justo come hasta saciar su alma; mas el vientre de los impíos tendrá necesidad” (Pr 13:25).

Aquí hay sabiduría para una vida plena y feliz. ¿Te someterás al Predicador, Rey de Israel, y a su lección sobre la providencia de Dios y tu contentamiento? La actitud es más importante que la cantidad o la calidad, y el favor misericordioso de Dios hace la diferencia entre los hombres.

Un hombre justo es un hombre piadoso; un alma saciada es un hombre satisfecho, contento. Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento (1 Ti 6:6). ¡Créelo! El verdadero éxito es una elección que puedes hacer al leer este proverbio. Elige ahora elevarte por encima de este mundo disfuncional e infeliz.

Dios provee para los justos y castiga a los impíos. Lo que el mundo persigue con todas sus fuerzas, Dios se lo da a los justos con Su poder (Mt 6:33). La lección asumida aquí es el cuidado providencial de Dios por los hombres piadosos (Pr 10:24,29; 11:6,8,19,21,31).

Un hombre justo come lo suficiente para sus necesidades, y lo encuentra como un banquete. Los impíos se atiborran de exceso, deseando que el precio fuera diferente, y no pueden satisfacerse. El justo está contento y realizado; el otro está descontento y frustrado.

Una maldición de la existencia pecaminosa del hombre es el descontento y la preocupación. Salomón señaló que a los ricos del mundo a menudo se les impide disfrutar de su abundancia (Ec 5:12-17; 6:1-2). Pero Dios es capaz de revertir todo eso en el corazón y la mente de los justos (Pr 10:22; Ec 5:18-20).

Dios bendice a los justos en sus almas, donde los impíos siempre están turbados (Is 57: 20-21). La prosperidad por sí sola no puede traer contentamiento, porque la plata no satisfará al hombre que ama el  dinero (Ec 5:10). El contentamiento es un estado de ánimo conocido sólo por los justos (Pr 16:8; Fil 4:11), y sumarlo a la piedad es una gran ganancia para todo hombre (1 Ti 6:6-8). ¡Créelo!

Considera al justo, que come lo suficiente para sus necesidades. Come y bebe con moderación y para fortalecerse (Ec 10:17). No es tentado por la embriaguez, la glotonería y sus consecuencias (Pr 23:21). Incluso come y bebe para la gloria de Dios (1 Co 10:31).

Come todo lo que tiene por delante, porque ha elegido contentarse con lo que Dios le da (Fil 4:12). Él elige estar contento con las cosas que tiene, porque el Señor es su porción eterna (Sal 73:25-26; He 13:5-6). Un corazón lleno es mejor que un vientre lleno.

Encuentra una cantidad modesta de cualquier cosa como banquete, porque tiene la justicia, la paz y el amor como elementos básicos en su mesa (Pr 15:16-17; Sal 37:16). Porque su corazón está alegre en el Señor, tiene un banquete continuo sin importar lo que haya en su mesa (Pr 15:15; Ec 5:18-20).

Considera al impío, que a menudo se atiborra de abundancia (Lc 16:19). Escoge el exceso sobre la moderación y paga las consecuencias (Pr 21:17; 23:29-35). Pero no puede descansar, ni siquiera en la prosperidad, porque tiene la maldición de preocuparse por ella (Ecl 5:12-17; 6:1-2).

Siempre desea que la comida o el ambiente sean diferentes, porque su corazón es codicioso y ávido de lo ajeno, y esta situación aflige su alma (Ec 6:9). Acab, aunque rey de Israel, no podía disfrutar de nada en su palacio sin la viña de Nabot (1 R 21:1-4).

Los impíos encuentran problemas en la mejor mesa, porque a menudo hay algún tipo de contienda (Pr 15:17; 17:1). Mire hacia donde mire, haga lo que haga, todo es vanidad y aflicción de espíritu (Ec 2:17; 4:4; 6:9). Él es como el mar agitado; no puede descansar (Is 57:20-21).

Una cosa terrible que Dios puede hacer es llenar tu vientre con lo mejor de este mundo, pero enviar flaqueza a tu alma, como lo hizo con Israel cuando les envió codornices (Sal 106:15). Asegúrate de que Él sepa que estás contento con tu comida pero codicioso por más de Él (Mt 5:6; Lc 10:38-42).

Dios garantiza que los justos serán alimentados (Sal 34:10; 37:3,25), y no importa cuán escasa sea su provisión, tienen corazones llenos de alegría verdadera y duradera. Los impíos pierden toda esperanza en la muerte y ansiarán una gota de agua por toda la eternidad (Pr 11:7; Lc 16:24). Arrepiéntete de tus pecados hoy, cree en Jesucristo y aprende el contentamiento en Él.





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