Proverbios 13:8
“El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas; pero el pobre no oye censuras” (Pr 13:8).
¿Qué estás dispuesto a hacer por dinero? ¿Cuánto anhelas ser rico? ¿Escucharás la advertencia contra el deseo de ser rico? Pon a prueba tu carácter y sabiduría. Sigue leyendo.
Aquí está uno de los proverbios más difíciles de Salomón. Pero puedes encontrar una sabia lección y advertencia, si escudriñas con cuidado y diligencia. ¿Deseas la sabiduría lo suficiente como para tomarte el tiempo de leer este proverbio, considerarlo con seriedad y reflexionar en el siguiente comentario? El amor al dinero es la raíz de todos los males, y destruye la vida de los hombres, ¡pero los pobres todavía lo anhelan!
Los comentaristas ven dos opciones. O bien, un hombre rico puede salvarse de los problemas, pero los pobres evitan la mayoría de los peligros al no tener nada que atraiga a los enemigos. O bien, la riqueza de un hombre rico atrae robos y amenazas, mientras que la pobreza protege a los pobres de tal violencia. En la primera opción, tanto la riqueza como la pobreza son buenas; en la segunda opción, la riqueza es mala y la pobreza es buena. Estas interpretaciones son oscuras; hay una lección más clara y más sencilla.
Un rescate es el precio que se paga por la liberación del cautiverio, para quitar una pena o restaurar una condición anterior (Pr 6:35; Ex 21:30; 30:12; Job 33:24; 36:18). Muchos hombres pierden sus almas por no renunciar a la búsqueda de riquezas. La ambición y la riqueza se convierten en el precio de rescate de sus vidas. El deseo de ser rico y exitoso es el precio o costo de sus vidas. Al morir en sus camas, los hombres que han perseguido la prosperidad económica toda su vida tienen un alma vacía.
No redimirán sus almas eligiendo el contentamiento sobre la codicia y la avaricia. Sacrifican sus vidas por dinero, y luego van a la tumba sin nada (Ec 5:10-17). Un hombre rico podría disfrutar de la vida, natural y espiritualmente, si no amara el dinero. Puede vivir tranquilo y sin ambiciones materiales, pero elige la obsesión de dedicarse al materialismo. Esta fascinación necia y destructiva por las riquezas es una enfermedad común (Ec 6:1-6).
Pablo advierte: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti 6:6-10).
El Señor Jesús amaba al joven rico que no quiso renunciar a sus riquezas para seguir al Hijo de Dios. El joven no rescató ni volvería a adquirir su vida (Mt 19:16-22). El Señor sabía que la elección era tan difícil como que un camello pasara por el ojo de una aguja (Mt 19:23-26), pero también enseñó que los hombres deben estar dispuestos a pagar cualquier precio para salvar sus propias almas (Mt 16:26) .
¿Qué pasa con los pobres? ¿Cómo se relaciona la segunda cláusula del proverbio con la primera? Sabes que se relaciona, o sería un proverbio aparte. Ves la conjunción disyuntiva “pero” que las conecta. Por lo tanto, hay un contraste relacionado en la segunda frase.
Los pobres viven sin muchos de los temores, preocupaciones y cargas que soportan los ricos, incluso duermen mejor (Ec 5:12). Observan al rico en su vana y fatigosa búsqueda de riquezas (Sal 39: 6), y ven al rico morir como un pobre insensato (Sal 49: 6-13). Pero no aprenden de la lección objetiva, y no escucharán a los sabios testificar que las riquezas son vanidad. Se quejan de su pobreza y desean el dinero de los ricos.
¿Cómo puedes confiar en la interpretación dada arriba, en lugar de las dos popularizadas por los comentaristas? Las dos cláusulas están relacionadas; las dos cláusulas se contrastan; reprensión (“censuras”) no es lo mismo que peligro o problema. El pobre rechaza la reprensión antes de escuchar alguna. Se puede encontrar el tema en otros proverbios (Pr 10:15,22; 11:4,28; 13:7; 14:20; 15:27; 18:11; 19:1,4,7; 22 :1,2; 23:4-5; 28:3,6,11,20,22; 30:7-9).
Si eres rico, estás en gran peligro de perderte el reino de Dios (Mt 19:23-26). Los ricos generalmente han sido perseguidores, más que protectores, de los cristianos (Stg 2:6-7). Es tu deber ante Dios resistirte a confiar en las riquezas, y es tu privilegio ante Dios estar dispuesto a dejar ir tu dinero para aferrarte a la vida eterna en vez (1 Ti 6:17-19).
Si eres pobre, conténtate con ello (Stg 1:9-11; Stg 2:5; 1 Co 1:26-29). Date cuenta de que la piedad acompañada de contentamiento es verdaderamente una gran ganancia (1 Ti 6:6; He 13:5). Recuerda y cree en las muchas reprensiones contra las riquezas de Salomón en Proverbios y Eclesiastés (Pr 10:22; 15:16; 16:8; 28:6; Sal 37:16; Ec 1:16- 2:11). Si necesitas más dinero, ora sabiamente por un aumento moderado y haz cualquier cambio piadoso que la Biblia apruebe (Pr 30:7-9; 1 Ts 4:11-12).
Las riquezas suelen ser una maldición. Llegaste sin nada; te irás sin nada; y a Dios no le importa cuánto recogiste durante esta vida. Redime tu alma de la loca adoración al materialismo y al éxito de este mundo, y en su lugar escucha la reprensión de la sabiduría. Busca primero el reino de Dios y su justicia, sirve a un solo señor y acumula tesoro en el cielo (Mt 6:19-21,24,33). Te alegrarás de haberlo hecho.
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