Proverbios 14:1

“La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba” (Pr 14:1).

Las grandes mujeres no nacen, se hacen. Una gran mujer elige ser grande. Ella tiene las prioridades correctas para su vida; es sabia y disciplinada; su familia y su patrimonio prosperan.

Por otro lado, muchas mujeres son insensatas y rebeldes; son distraídas y perezosas; sus familias y propiedades se arruinan durante su vida y después. ¡Que desperdicio!

Aquí hay ánimo y una advertencia para las mujeres. Tienes una gran oportunidad de construir una familia y un patrimonio que será para la gloria de Dios y el beneficio de los demás en el futuro. Es tu elección ser sabia y construir. Abandona lo necio y prospera (Pr 9:6).

Aprende el proverbio. Nunca has visto a una mujer literalmente destruyendo las tejas y los revestimientos de su casa a mano. Salomón usó una metáfora, donde una cosa representa otra cosa para contrastar a una mujer que mejora o destruye a su familia y patrimonio.

La palabra “casa” en Proverbios y el resto de las Escrituras a menudo es mucho más que el edificio en el que vives. Es más amplio que eso. Describe una familia y/o patrimonio. Considera:

Casa. Las personas que viven en una vivienda; los que moran de una casa colectivamente; un hogar, una familia. Una familia que incluye ascendientes y descendientes; un linaje, una raza: especialmente una que tiene continuidad de residencia, de rango exaltado, o alto renombre. [Diccionario de Inglés Oxford].

Considera el uso de “casa” en otros lugares de la Biblia (Gn 7:1; Dt 25:9; Rut 4:11; 1 S 2:30,35; 2 S 7:11) y en Proverbios (Pr 11:29; 12:7; 14:11; 15:25,27; 24:3-4). Por supuesto, cuidar la residencia también es tu trabajo, pero no es el énfasis (Ec 10:18). La casa que debes construir es tu matrimonio, tu familia, el patrimonio de tu marido y tu árbol genealógico (Pr 24:3-4; Tit 2:3-5).

Una mujer sabia puede mejorar mucho el matrimonio, la familia, el hogar y el patrimonio, incluso en las generaciones futuras. Una mujer necia puede arruinar todo esto y destruir su legado. La oportunidad es muy grande para cada mujer que apreciará este aliento y advertencia de Dios y Salomón. Que cualquier mujer que quiera ser grande siga leyendo y aprendiendo.

Hay pocos ejemplos modernos mejores que Sarah Pierpont, la mujer del predicador puritano Jonathan Edwards. Fue una gran esposa para un hombre excepcional y una figura pública. Instruyó a once hijos en el temor y el amor de Dios, mantuvo un hogar modelo en santidad y calidez, y estableció un legado a través de sus descendientes sin precedentes en la historia de Estados Unidos.

La mujer es corona para su marido o carcoma de sus huesos (Pr 12:4). Esta diferencia no se puede ocultar a los ojos de los demás, porque tu vergüenza proviene de los son testigos de tu maldición (Pr 27:15-16). La adulación de un marido es de poco valor cuando otros fácilmente pueden presenciar el descuido de la mujer hacia él, los hijos, la casa o la propiedad (Pr 24:30-34).

La mujer virtuosa tenía gran influencia sobre el patrimonio de su familia y de su marido. Dirigía el cuidado de los niños y el hogar y se dedicó al desarrollo, fabricación y ventas de bienes raíces comerciales. La importancia de su marido en la ciudad se debía en gran medida al excelente manejo de ella de estos asuntos. Léelo con atención (Pr 31:10-31).

Las casas que fueron edificadas según la Biblia fueron las de Ana, Loida, Eunice y Betsabé; todas las cuales invirtieron en sus hijos y nietos para la gloria de Dios. Las casas que fueron destruidas según la Biblia fueron las de Mical, Jezabel y otras mujeres odiosas y egoístas. Las únicas viudas que pueden ser mantenidas económicamente por la iglesia son aquellas que edifican sus casas (1 Ti 5:3-10). Las demás deben ser rechazadas.

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira primero a su marido. Tendrá éxito en su vocación, porque ella lo habrá relevado de la mayoría o de todos los deberes domésticos (Pr 31:13-27). Él estará confiado, feliz y contento, porque ella habrá sido una gran amante y compañera (Pr 5:19; 19:13; 31:11-12). Se dedicará bien a los asuntos más importantes de la familia y el patrimonio, porque su sabia mujer se habrá ocupado ella misma de los asuntos menores.

Una mujer sabia sabe que defraudar sexualmente a su marido crea amargura, reduce su creatividad y productividad, y hace que otras mujeres que conoce sean mucho más atractivas. Ella sabe que criticar o estar en desacuerdo con frecuencia le roba la paz, socava su confianza y lo vuelve nervioso e irascible. Sabe que sus mejores ideas son mejores cuando se las guarda para sí misma. Ella sabe que adorarlo como una novia adolescente puede convertir a su hombre en un líder. Ella sabe que alabarlo ante los niños conduce a un hogar fuerte, unido y feliz.

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira a sus hijos. Reflejan mucho a su madre, por eso la Biblia dice que el niño desatendido avergonzará a su madre (Pr 29:15). Las madres pasan mucho más tiempo con sus hijos que los padres, y desde edades tempranas los niños son muy influenciados por sus madres. Los hijos de la mujer sabia serán excepcionales en carácter, conducta y reputación. Samuel, Salomón y Timoteo dicen mucho acerca de sus madres sabias y nobles (1 S 1:27-28; Pr 4:3; Fil 2:20; 2 Ti 3:15).

Para que los niños tengan éxito en relacionarse con los demás, se les debe enseñar. Para ser trabajadores diligentes y exitosos, se les debe enseñar. Para tener una mente verdaderamente espiritual, se les debe enseñar. Para ser organizados, limpios y ordenados, deben ser enseñados. Para ser amables, nobles, virtuosos y celosos, deben ser enseñados. Una mujer sabia sabe que su ejemplo es al menos tan importante para esta enseñanza como la instrucción verbal frecuente y cuidadosa que da.

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira su casa. Será limpia, ordenada, organizada, cómoda y brillante. Reflejará por fuera y por dentro el cuidado de la propiedad (Pr 24:3-4,30-34; 31:13-27; Ec 10:18). Ninguna parte mostrará descuido. La hospitalidad compartida en él será generosa, cálida, cómoda y graciosa (Pr 31:14). Estará decorado creativamente con lo mejor que una mujer motivada pueda encontrar (Pr 31:22).

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira su balance general y estado de resultados. Comprenderá la disciplina financiera, nunca gastará fuera de los límites estrictos. Será frugal pero también previsora para hacer inversiones en beneficio de la familia. Tendrá habilidades transferibles o conocimientos adquiridos en áreas que pueden generar ganancias cuando tenga la oportunidad o el tiempo. Prefiere los beneficios familiares al placer personal en sus aficiones.

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira su apariencia. Tendrá un peso apropiado, estará en buena condición física y tan bien formada como Dios la quiso. Se vestirá para honrar a su marido; no tendrás que soportar verla en batas de baño, chándales ni con gorros para el cabello (Pr 31:22). Su porte y comportamiento estarán más cerca de una reina que de una camarera. Su rostro y cabello no solo brillarán con limpieza sino también con alegría, gozo y emoción.

¿Cómo puedes identificar a una mujer sabia? Mira su alma. Ha confesado sus pecados y vive sin culpa; guarda su corazón con toda diligencia; evita acercarse a los límites en la vida entre la santidad y el pecado. Está contenta y feliz con el Señor, sin importar las circunstancias que enfrente. El Señor es su porción eterna, y ella hace todo lo que puede con entusiasmo por el reino de Dios. Está humildemente arrepentida por sus pecados y pecaminosidad, pero confía plenamente en el perdón de Dios para seguir adelante con gozo audaz en el cumplimiento de su llamado.

Las mujeres sabias no están satisfechas con cocinar, lavar y quitar el polvo. Una niña entrenada de doce años puede hacer todas esas cosas. Tampoco está satisfecha ayudando con la tareas a sus hijos. Estas son cosas infantiles que hacen las mujeres del mundo con poco efecto duradero en sus árboles genealógicos y propiedades. Hay otro nivel que las grandes mujeres consideran y en el que se enfocan para sus familias. Sentarse a presenciar la práctica de fútbol dos horas al día, cinco días a la semana puede hacerla sentir cálida y cómoda (y muy aburrida), pero ¿no hay diez o doce cosas mejores que podría estar haciendo?

Una mujer sabia es un ejemplo santo de gran piedad y amorosa feminidad en todo momento. Sus hijos pueden observar fácilmente su sumisión, servicio y cariño a su marido. Ven un estándar constante de pureza, templanza, diligencia y amabilidad todos los días. La ley de la bondad está en su lengua, y ella gobierna su espíritu sin falta. Ella es el sol del hogar y un ejemplo constante de fidelidad en espíritu y conducta.

Una mujer sabia enseña y refuerza las virtudes del carácter cristiano. Inculca en sus hijos la ambición de santidad, el amor a la verdad, el servicio a los demás y la conducta amable. Ella aplasta la rivalidad entre hermanos, las tonterías y las bromas, el sarcasmo, las murmuraciones, la falta de respeto a la autoridad, el mal humor y los amigos mundanos. Requiere un comportamiento virtuoso en todo momento. Exige a sus hijos para que crezcan en el favor de Dios y de los hombres y mantengan una buena reputación.

Una mujer sabia trabaja más duro que su marido y usa el cuerpo y la mente para ser productiva. Ella no pierde el tiempo fuera de casa en trabajos mal pagados o pasatiempos para la realización personal. Ella administra el hogar, repara la casa, hace que el dinero llegue lo más lejos posible y gana la mayor cantidad de dinero posible. No está simplemente ocupada: es productiva. No trata de ahorrar un peso mientras desperdicia mil. Se levanta temprano y se queda hasta tarde.

Es una cuidadora de la casa, en lugar de una entrometida, chismosa, conversadora, rencillosa, compradora compulsiva, mariposa social o derrochadora (Tit 2:5; 1 Ti 5:13-14). Ella guía la casa para que sea un hogar ordenado, pacífico y tranquilo, un refugio encantador. Evalúa constantemente las demandas de su tiempo y asigna su día y energía a aquellas tareas que proporcionarán el mayor retorno a su marido e hijos en los años venideros.

Este proverbio es tan cierto como la gravedad. Si una mujer transige en sus deberes, su familia y bienes serán pequeños (Pr 11:29). Pero si se aplica sabia y diligentemente, habrá una influencia duradera por generaciones (Pr 24:3-4; Rut 4:11-12). La oportunidad aquí es tan grande, y las recompensas tan agradables, ¿qué mujer no saltaría ante la oferta de este proverbio? Aunque hoy estés cansada, haz la inversión, porque el gozo futuro viene (Pr 31:25).

Estimada amiga, ¿cuándo fue la última vez que oraste largo y tendido con cada uno de tus hijos? ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a cada hijo, verbalmente y con ternura, que los amabas? ¿Cuándo fue la última vez que sorprendiste a tus hijos con un bocadillo favorito y les expresaste sobriamente tu ambición espiritual por sus almas? Cuándo fue la última vez que oraste fervientemente por cada uno de ellos a solas? ¿Cuándo fue la última vez que te sorprendieron en devociones serias? ¿Cuándo describiste por última vez las cualidades del cónyuge por el que oras para cada uno de ellos? ¿Elogias a tu marido ante ellos sin que él lo sepa? ¿Les cuentas de tu gran amor por Dios? ¿Confiesas abiertamente cualquier limitación que ellos puedan ver (o pretendes ser la super-mujer)?

¿Cuáles son las maldiciones de la mujer necia? Ineficiencia debido a la influencia de la sociedad y una mala formación religiosa; pérdida de tiempo debido a prioridades equivocadas; distracción debido a una mente desenfocada; recreación en una generación orientada al entretenimiento; no ir más allá de los deberes de una simple sirvienta; confiar en la educación académica para hacer niños exitosos; pérdida de tiempo por falta de urgencias espirituales; ser un mal ejemplo de amante cariñosa; falta de disciplina estricta; desalentar a la familia siendo autoritaria, crítica o negativa; estar mojigatamente fuera de contacto con la realidad; y egoísmo al imponer sus propios intereses a la familia.

Una mujer piadosa tendrá una gran reputación, porque el verdadero carácter y desempeño resultan en crecer en el favor de Dios y de los hombres (Pr 11:16; 31:28-30; 1 S 25:3; 1 P 3:5-6). Si no eres muy estimada por los demás, no puedes excusarte con pensamientos arrogantes de justicia propia, porque estás fallando en varias áreas de tu vida, y tu familia sufrirá por ello. Cree en el juicio de los demás; sé humilde; arrepiéntete; cambia; comienza de nuevo.

En lugar de abordar solo un rol, se debe cambiar una expresión famosa para que diga: Detrás de cada gran hombre hay dos grandes mujeres. Porque es por una gran madre y una gran esposa que los hombres son grandes. Las mujeres sabias ven ambas oportunidades para edificar sus casas y se aplican con santo celo a promover tanto al marido como a los hijos. La mujer que ama a sus hijos más que a su marido los perderá a ambos, porque el marido sufrirá directamente y los hijos despreciarán la egoísta defraudación que se está produciendo.

Joven, establece con cuidado la grandeza de tu casa y tu futuro. Tu elección de matrimonio es de gran importancia. Verás desaparecer gran parte de tus habilidades, esfuerzos y bendiciones por culpa de una mujer necia; vivirás tus días en el dolor y la soledad por una mala mujer. Cásate, pero solo cásate bien, porque tu vida, los hijos que nacerán y tu futuro patrimonio están en riesgo. Cásate con una mujer piadosa que tema al Señor y ame la diligencia y el celo, y ella aprovechará cualquier habilidad o esfuerzo tuyo para lograr éxitos aún mayores.

Los ingleses tienen un proverbio: Una fortuna en una esposa es mejor que una fortuna con una esposa.

Jovencita, el futuro de tu familia requiere de un hombre noble y virtuoso, por lo que también debes casarte bien para evitar que tus esfuerzos se vean diluidos o destruidos por un hombre de mentalidad mundana que no busca primero el reino de Dios en su vida ni conduce sabiamente el familia.

Como novia de Jesucristo, que tanto hombres como mujeres sean ambiciosos en la edificación de Su casa, la iglesia. También pueden destruirla con descuidos y peleas (Gl 5:15), pero han sido llamados a edificarla con vuestro esfuerzo (Ef 4:3,16). Qué bendito privilegio dejar una iglesia local en la tierra mejor para tu familia de lo que la encontraste. Los sabios siempre miran hacia adelante. Nunca sacrifican el futuro en el altar del presente.




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