Proverbios 14:11

La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos” (Pr 14:11).

¿Qué tan bendecida es tu familia? ¿Cuánto tiempo va a durar? ¿Cuál será su influencia con la verdad y la sabiduría en la vida de otros? Dios y los hombres derribarán la casa de los impíos, pero la casa de los justos será bendecida. Salomón vio familias de hombres malvados ir y venir, pero vio que la simiente piadosa de los justos continuaba en prosperidad por generaciones (Sal 37:34-40). He aquí un proverbio que condena a los malvados y alienta a los rectos.

Los impíos construyen casas, moradas sólidas, ostentosas y permanentes para hacerse un nombre (Sal 49:6-14). Confían en su riqueza, su inteligencia, su fuerza y su reputación. El justo puede comenzar con solo un tabernáculo: una tienda frágil y temporal. Pero Dios derribará a los primeros y bendecirá al segundo. El giro en la fortuna es por decreto de los vigilantes, o ángeles: ¡Dios favorece a los rectos!

El pecado es la ruina de las familias. Si quieres que tu familia perdure y prospere, debes buscar la piedad y la santidad como hombre recto. Necesitas poner al Señor primero en cada vida en tu casa (Sal 101:3-8; 128:1-6; 144:11-15). Pero los impíos no piensan en Dios en absoluto; quieren hacer lo suyo; no se cansan de pecar (Sal 10:4; 58:3). El Señor ha garantizado por este proverbio que Él derribará a tales hombres y a sus casas (familias).

Considera la casa de Eli, sacerdote de Israel. Dios había prometido que su casa duraría para siempre como sacerdotes escogidos, pero Elí no impidió que sus hijos pecaran. Entonces Dios derrocó a su familia en un día (1 S 2:12-36; 3:1-18). Sus dos hijos necios murieron en la batalla; Eli cayó hacia atrás y se rompió el cuello al oír la noticia, y su nuera murió al dar a luz (1 S 4:1-22). El Señor trastornó la casa de los impíos.

Considera a José. Sus hermanos lo vendieron como esclavo a los diecisiete años; fue acusado falsamente de intento de violación de la esposa de su amo y fue encarcelado. Su vida y su patrimonio tocaron fondo. Pero como él se había resistido a los avances de la esposa de su amo, Dios lo sacó de la prisión, lo puso en el trono de Egipto e hizo de cada uno de sus dos hijos una tribu en Israel, ¡una herencia doble! ¡El tabernáculo de los rectos floreció!

Se podrían dar otros ejemplos de casas derribadas y tabernáculos enaltecidos, pero hay cálculos más importantes que la mayoría ignora: la muerte y el Día del Juicio Final. El mendigo Lázaro no tenía casa en este mundo, pero prosperó en el cielo, mientras que el rico que vivió ostentosamente en este mundo, atormentado en el infierno, lo vio desde lejos (Lc 16:19-31).

¿Qué puedes hacer? Enseña la Biblia a tus hijos y nietos para que teman a Dios y guarden Sus mandamientos, porque Sus reglas son la vida, la sabiduría y la justicia de tu árbol genealógico (Dt 4:5-8; 6:4-9; 32:46- 47; Sal 34:11; 78:1-8; Jl 1:1-3; Ef 6:4). Enséñales a que mantengan sus prioridades en Jesucristo y el cielo, para que no sean adoradores del vientre que piensan solo en cosas terrenales (Fil 3:18-19; Col 3:1-4; He 11:8-10,13-16). Y ora por ellos todos los días.





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