Proverbios 14:14
“De sus caminos será hastiado el necio de corazón; Pero el hombre de bien estará contento del suyo” (Pr 14:14).
¡Cuidado! Deslizarte espiritualmente en tu corazón es un peligro sutil. Puede suceder fácilmente y con poca advertencia, pero las consecuencias son terribles. Dios derramará sobre ti confusión y dolor, en proporción a tu rebeldía. Pero el justo, que guarda diligentemente su corazón, tendrá en él la presencia continua del gozo y de la paz.
Olvida la idea común de reincidencia: dejar la fe y volver a las drogas, al sexo o la necedad como estilo de vida. Satanás quiere que pienses que eso es reincidencia, cuando en realidad es perderlo todo. Mantén la luz de este proverbio en tu corazón: la verdadera fuente del pecado. Es tu corazón el que primero se aleja del Señor, de Su palabra, de Su santidad y de tu previo odio al pecado. El pecado te lleva de adentro hacia afuera, nace en el corazón, como lo explica lúcidamente Santiago (Stg 1:13-16).
Debes temer y odiar a este enemigo. Puede ser tan sutil como perder tu primer amor, como les pasó a los de Éfeso (Ap 2:1-7). También implica perder tu alegría espiritual, orar menos, cantar menos, preocuparte por las cosas terrenales y volverte espiritualmente aletargado. Por supuesto, también es permitir que tu corazón ahora acaricie los pecados que antes habías despreciado fervientemente. ¿Cómo está tu corazón? ¿Tienes un celo ferviente por las cosas espirituales, o has caído en una rutina?
Salomón enseñó a su hijo a guardar diligentemente su corazón, porque de él mana la vida (Pr 4:23). ¿Estás cuidando tu corazón con diligencia? Si le permites pensar en contra de la palabra de Dios, tendrás mucho que pagar. El bendito Señor, y con toda razón, traerá severos castigos, como lo hizo con Su pueblo Israel una y otra vez. Si permites que tu corazón se aleje de Él, Él puede darte una horrible lección (Sal 106:13-15).
Pero el justo, que vive fielmente con un corazón puro, tendrá la paz de Dios y la seguridad en su alma de que agrada a su Padre. ¡Que diferencia! La obediencia ferviente trae la bendición de Dios y la confianza en tu alma (Gl 6:4; Stg 1:25-27). Tales hombres saben que son justos y apelan a ello ante Dios (Neh 5:19; Sal 18:20-27; Is 38:3). Avanzan con audacia, sabiendo que tienen un corazón puro, que Dios recompensará.
La cura para la reincidencia es fácil, por la gracia de Dios. El Señor dice: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras” (Ap 2:5). Este proceso de tres pasos funcionará. Recuerda la fe, el gozo y la paz que una vez tuviste; arrepiéntete de los pecados de tu corazón que has permitido en tu vida; y revive las acciones fervientes que hiciste al principio de tu amor por el Señor.
No digas, como Félix, que esperarás por un tiempo más conveniente (Hch 24:25). Hoy puede ser tu última oportunidad (Pr 29:1). Vuélvete al Señor ahora y arrepiéntete de cualquier necedad, pereza o rebeldía. Él te perdonará. Compromete tu corazón por completo a arrancar todo ídolo y tentación de tu vida para ser santo una vez más. Prepárate para una bendición.
El Espíritu Santo está entristecido y apagado en las vidas de los reincidentes (los que vuelven a sus pecados). No tienen la gozosa confianza en el Señor que alguna vez tuvieron. Es imperativo que te examines a ti mismo y te arrepientas, si encuentras la menor transigencia en tu corazón. “Vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”, es lo que Santiago te dice (Stg 4:8).
Los creyentes deben exhortarse unos a otros diariamente, para que no se endurezcan por el engaño del pecado y se aparten del Dios vivo (He 3:12-13). Los santos se necesitan unos a otros para estimularse al amor y a las buenas obras, para que no abandonen su profesión de fe (He 10:23-25). Es por este propósito espiritual y salvador que los creyentes se reúnen en congregaciones.
El Señor Jesús advierte a Sus discípulos que la multiplicación de la maldad hará que el amor de muchos se enfríe, y tal estado de cosas es más cierto ahora que nunca antes (Mt 24:12). ¿Cómo está tu corazón? ¿Caliente, frío o tibio? ¡Cuidado! (Ap 3:14-16) Los juicios y bendiciones de Dios son justos y proporcionales al estado de tu corazón.
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