Proverbios 14:2

“El que camina en su rectitud teme a Jehová; mas el de caminos pervertidos lo menosprecia” (Pr 14:2).

Es fácil saber si amas a Dios o no. Un necio dice: “No puedes juzgarme, porque no conoces mi corazón”. Pero Salomón dice que se puede conocer tu corazón fácilmente. Simplemente lo juzgas por tus acciones. Los hombres buenos demuestran que aman a Dios; los hombres malos muestran que lo odian.

¡Oh hipócrita! Te han descubierto. Tu charla es barata. Tu religión dominical es vana. Tu bautismo está vacío. Tu amistad es falsa. Tus palabras mienten. Tus acciones dicen la verdad. Tu falta de vida piadosa y tus malas decisiones prueban que verdaderamente odias a Dios.

Pronto serás expuesto ante toda la iglesia (Pr 26:26; Sal 144:7-8). Tienes miedo de decir que odias a Dios, pero tus acciones dicen que lo desprecias. Tus palabras piadosas o tu asistencia regular no significan nada, porque un hombre que verdaderamente teme a Dios le obedecerá en todas las áreas de la vida.

El hombre que camina rectamente, hace lo correcto todo el tiempo, teme al Señor todo el día, todos los días. El hombre perverso en sus caminos, que regularmente desobedece, desprecia al Señor. Esta regla es simple; es exacta; y los hipócritas que dicen temer a Dios no engañan en lo más mínimo a los sabios.

Un proverbio popular dice: “Tus acciones hablan más fuerte que tus palabras”. Salomón estuvo de acuerdo. Dijo que aun los niños son conocidos si son puros y rectos por sus obras  (Pr 20:11). No creas lo que oyes, si las acciones de una persona contradicen sus palabras (Pr 14:15; 26:6-7,24-25).

Los buenos árboles dan buenos frutos; los árboles malos dan frutos malos. Y así es con el hombre. A menos que su corazón sea bueno, sus acciones serán malas. La boca habla y los pies andan según lo que hay en el corazón. Los malos no pueden producir buenas acciones (Mt 12:33-35). No importa cuánto lo intente un hipócrita, los hombres sabios ven que la vida inconsistente traiciona sus palabras.

Los hipócritas no quieren ser descubiertos ni juzgados, pues toda su vida es una mentira. Pretenden temer al Señor para conseguir algo. Defienden sus vidas inconsistentes negando que alguien conozca sus corazones. Pero los corazones sinceros se conocen por la justicia constante, y los corazones malvados se conocen por los pecados. La regla es simple para identificar el carácter.

¿Por qué los hombres pretenden temer a Dios? Piénsalo bien, querido lector. Necesitan algo de la iglesia, así que actúan como religiosos para conseguirlo. Necesitan amigos, y los cristianos son amistosos. Necesitan un trabajo, y su jefe es cristiano. Necesitan un cónyuge, y las mejores mujeres son cristianas. Quieren ayuda financiera, y los cristianos son generosos. Temen que su cónyuge se vaya, por lo que la obligan como cristiana. Pretenderán mantener feliz a su familia.

El temor del Señor no es un evento emocional. “Pasar adelante”, en un avivamiento no es bíblico ni cristiano, por lo que no tiene ningún significado. “Hacer una decisión”, no es vivir de una manera correcta; es sólo un pensamiento vano. “Ser salvo”, muestra una gran ignorancia acerca de la salvación, porque hay al menos cinco fases de ella. “Ser bautizado”, o “unirse a la iglesia” son solo pequeños pasos. Ellos solos no prueban el temor del Señor en absoluto.

El temor del Señor es un estilo de vida que obedece a Dios; es guardar sus mandamientos y odiar el pecado (Ec 12:13; Pr 8:13; 16:6). Las iglesias primitivas caminaron en el temor del Señor, porque entregaron sus vidas para seguir a Jesucristo, incluso a un gran costo personal (Hch 9:31). Deja que el padre de Salomón, David, te cuente cómo caminó rectamente en su casa (Sal 101).

Caminar no es dar un paso: es dar muchos pasos. Jesús dijo: “Si permaneces en mi palabra, eres verdaderamente mi discípulo” (Jn 8:31). Si no permaneces, no temes al Señor. Debes permanecer con el temor del Señor todo el día (Pr 23:17). Otros pueden juzgar tu corazón por tus acciones.

Pocos dicen que odian a Dios. Pero una vida espiritual transigente con el pecado dice que lo desprecias más que las palabras (Mal 1:6-14). Si no estás entregado a Él, Él te desprecia a ti y a tu vida (Ap 3:14-19). Amar a Cristo significa guardar Sus mandamientos (Jn 14:21-24). Conocer a Dios verdaderamente se demuestra solo guardando Sus mandamientos (1 Jn 2:3-5).

Elí despreció a Dios al amar demasiado a sus hijos (1 S 2:29-30). Fue perverso en sus caminos al no matarlos. David despreció a Dios al tomar a Betsabé (2 S 12:9-10). Fue perverso en sus caminos al tomar a otra mujer. Estos grandes hombres violaron la regla.

Oh hipócrita, considera tus caminos. ¡Te han descubierto! Y si tu malvado corazón es conocido por los hombres, ¿cuánto más Dios conoce tu hipocresía y perversidad de corazón, delante de quien todas las cosas están desnudas y abiertas? (He 4:12-14) Arrepiéntete de tu hipocresía hoy.

Oh amado cristiano, guarda tu corazón con toda diligencia (Pr 4:23). Ora para que Dios te examine a fondo (Sal 139:23-24; 26:1-2). Confiesa cada variación de Su santa norma en las Escrituras. Recuerda que tu corazón es tan bueno y puro como tus acciones.

¿Qué hay del corazón del Señor Jesucristo? Estaba lleno del temor del Señor, y Dios honró Su corazón al escuchar Su oración (He 5:7-9). Su vida perfecta probó Su corazón perfecto. Deja que Él sea tu ejemplo santo y perfecto. Se una carta abierta de Él cada día (2 Co 3:3).







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