Proverbios 14:35 (T)

La benevolencia del rey es para con el servidor entendido; mas su enojo contra el que lo avergüenza” (Pr 14:35).

La discriminación es rara, si un hombre es sabio. Este proverbio es una regla general que exalta la sabiduría y condena la necedad. Aunque la diferencia entre un rey y un siervo es muy grande, la conducta sabia ganará el favor del rey y la conducta necia atraerá su ira. No es la aversión a los sirvientes lo que provoca la ira del rey; suele ser la vergonzosa necedad del siervo. Los reyes se complacen en favorecer y promover a un siervo, si este es sabio y útil.

Vives en el cénit de la era de la irresponsabilidad. Pocos aceptan la responsabilidad por sus acciones necias. Se excusan y culpan a los demás. Rechazan aceptar la culpa por sus propios fracasos; culpan a otros por sus fracasos. Siempre tienen excusas, que no significan nada para los demás, porque no se basan en los hechos. Esperan mucho por poco esfuerzo. Responsabilizan y condenan a otros, si no son recompensados generosa y rápidamente por sus obras.

Las mujeres usan su género como excusa; los negros su color; los viejos su edad; y los jóvenes su juventud. Los hispanos, los discapacitados, los indios americanos y muchos otros quieren culpar a factores incontrolables por su estatus en la vida. Así que hay muchas quejas sobre discriminación de género, de raza, de edad y de religión, entre otras muchas excusas que nunca faltan. Pero el problema real la mayor parte del tiempo es simplemente la incompetencia, la estupidez o la pereza de parte del quejumbroso.

El proverbio contiene una regla. La conducta sabia traerá la promoción, no importa cuán grande sea la diferencia entre el que promueve y el promovido. Hay mucha menos discriminación de género, raza y edad, y mucha más discriminación de carácter y conducta, de lo que la gente quiere admitir. Y la discriminación de carácter y conducta es buena.

Si un hombre es amable y de corazón puro, el rey será su amigo (Pr 22:11). El señor justo recompensa al que cumple con sus deber, y castiga al negligente (Mt 24:45-51). Por lo general, los hombres no castigan arbitrariamente a los fieles y recompensan a los que los abandonan. Un siervo sabio puede ser ascendido sobre un hijo que avergüenza a su padre, y participar de la herencia (Pr 17:2). ¡Esta es discriminación a la inversa!

El carácter y la conducta son claves para la promoción o el castigo, y cada día decides cuál obtienes (Pr 9:12; Gl 6:3-5). No culpes a la discriminación ni al destino. Tu manera de ser y actuar tiene más peso que la preferencia del que recompensa. El carácter más que el azar, y la conducta más que las circunstancias. Tu situación en la vida es principalmente lo que tú te has forjado.

No te engañes, aunque es un problema común. La verdad de este proverbio es que la falta de carácter es la razón principal por la que tu vida y tus relaciones están a la baja. Si te convences de que estás a la baja por culpa de los demás y la discriminación, perderás la ambición, te amargarás, criticarás a los otros y reducirás aún más cualquier bendición o favor de Dios o del hombre. La diferencia entre los hombres exitosos y los perdedores es el grado en que son sabios o necios. Haz una diferencia hoy en tu vida: se noble y sabio.

No dejes que nada te desvíe de tu camino con Dios o el hombre justo. Cada uno dará cuenta de sí mismo pronto. No te dejes intimidar por el Señor a quien sirves y entierres tu talento en la tierra, porque Él es un hombre severo que espera recibir un retorno de Su inversión, aunque sea solo un talento. Él recompensa y castiga con perfecta justicia.





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