Proverbios 15:14

“El corazón entendido busca la sabiduría; mas la boca de los necios se alimenta de necedades” (Pr 15:14).

A los hombres sabios les encanta aprender más y anhelan el conocimiento; pero los necios aman divertirse con la insensatez. Un hombre con comprensión no se contenta con su conocimiento: quiere más. Pero un necio nunca considera su ignorancia; continúa hablando sin parar sobre su vida tonta.

Si escuchas a ambos hablar, verás que el hombre sabio dice poco, sabiendo que su conocimiento es limitado. El necio, sin saber nada, no para de hablar, declarándole a todos que es un tonto (Ec 10:3,12-14). ¡Ah, lector! ¿Cómo eres tú? ¿Quieres aprender? ¿O quieres hablar? Deja que el apóstol Santiago te recuerde que seas pronto para oír, pero tardo para hablar (Stg 1:19).

Salomón dejó en claro el contraste: “Su deseo busca el que se desvía, y se entremete en todo negocio. No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra” (Pr 18:1-2). (Ve el comentario sobre ese pasaje.) ¿Es tu deseo de conocimiento tan grande que organizas tu vida en consecuencia? ¿La obtención de la sabiduría tiene la máxima prioridad en tu vida? ¿O usas la vida para decirles a los demás lo que tu corazón ha imaginado?

Tu carácter es visible. Si buscas conocimiento, leerás la Biblia, amarás la predicación, te asociarás con hombres sabios y evitarás la insensatez en todas sus formas. Si eres un necio ignorante, enfatizarás los negocios, la salud, los pasatiempos, la diversión y la cháchara. ¿Cuál prefieres? ¿La Biblia o tu subscripción electrónica favorita? ¿La predicación o la televisión? ¿O es la predicación, o es la entretención? ¿Crees que sabes mucho? ¿O anhelas saber más? ¡La diferencia entre estas opciones son abismantes!

Cornelio buscaba la verdad. Reunió familiares y amigos para escuchar a Pedro (Hch 10:24). Dios le dijo que Pedro podía enseñarle la verdad, por lo que le dijo al apóstol: “Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado” (Hch 10:33).

Pero, ¿qué pasó con Simón el hechicero? También escuchó a Pedro predicar, pero su fe y bautismo fueron pretensiones para ver si podía obtener un poder milagroso para sí mismo (Hch 8: 9-24). Quería comprar el Espíritu Santo, para que pudiera continuar como un hombre importante en Samaria.

Israel eligió escuchar la predicación en Nehemías 8:1-8. Tuvieron una gran celebración, porque estaban muy contentos de entender la Palabra de Dios. Y siguieron pidiendo más, continuando la predicación y la celebración durante siete días, aunque se sumaba a sus deberes.

Vives en los tiempos peligrosos de los últimos días, cuando incluso los cristianos han cambiado la doctrina sólida por fábulas y entretenimiento (2 Ti 4:3-4). La Revolución Industrial ha venido y se ha ido, así como algunos aspectos de la industria de servicios; y ahora vives en la era de la información, donde a través de los dispositivos electrónicos todos los días te llega más información que nunca antes en la historia de la humanidad.

Para ser sabio tienes que rechazar el 99% de la información digital diseminada hoy, porque es basura y vanidad, sobre todo si es a través de las redes sociales: el inodoro de la internet. Con todos los controles, estándares y costos de publicación eliminados por primera vez en la historia, cualquiera puede publicar cualquier cosa sin costo alguno, lo que significa que hay un aumento exponencial de tonterías sin sentido en la red. Aprende a ser escéptico como Salomón, y rechaza la mayoría de las cosas que escuchas o lees (Pr 14:15).

Mientras que los tontos del mundo se envían mensajes de texto y tuits entre sí con las ideas más estúpidas y vanas jamás difundidas antes públicamente, los hombres sabios deben restringir severamente su acceso o exposición a los gases nocivos de sus balbuceos. Debes, cuidadosamente, por la sabiduría de Dios, priorizar los datos y la información que vale la pena leer, aprender o repetir. Que Dios te ayude.

Hombres sabios, incluida la reina de Saba, vinieron a escuchar la sabiduría del rey Salomón; pero he aquí un predicador más grande que Salomón: el Señor Jesucristo (1 R 4:29-34; Mt 12:42). ¿Anhelas aprender de Él? (Mt 11:28-30) ¿Le has pedido a tu pastor más de Él? (Hch 13:42) ¿Haces de la predicación de la Palabra de Dios una prioridad?

El conocimiento más importante en el universo es Dios y Su Hijo Jesucristo (2 P 1:3-4;3:18). Fue por esta razón que Dios salvó a los hombres–para que pudieran conocerlo a Él y a Jesucristo, Su Hijo (Jn 17:3; 1 Jn 5:20). Debes aprender Su voluntad para tu vida para aprobar cosas excelentes (Fil 1:9-11). El conocimiento trascendente por encima de todo para que busques y explores al Dios insondable es la cruz de Jesucristo (Gl 6:14; I Co 1:18-25; 2:2; Ef 3:14-19).






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