Proverbios 15:23

 “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (Pr 15:23).

¡Responder bien es una habilidad preciosa, especialmente en el momento adecuado! Saber responder a los demás es una habilidad valiosa de los hombres sabios. La sabiduría de ayudar con las palabras adecuadas en el momento oportuno hace que una persona sea provechosa para los demás (Pr 12:14; 16:13; 23:16; 24:26; 25:12).

Salomón dijo que una buena respuesta es tan hermosa como manzanas de oro en un vaso de plata (Pr 25:11). Pero la capacidad de dar la respuesta correcta en el momento adecuado requiere mucha comprensión y sabiduría, por lo que dedicó muchos de sus proverbios a esta habilidad para tu éxito y beneficio.

El Señor Jesús enseñó que dar es más bendito que recibir (Hch 20:35). Una de las mejores y más fáciles formas de dar y apoyar a los demás es con una palabra amable o sabia cuando la necesitan. Hay un gozo justo en ayudar a alguien con buenos consejos. Pero tal habilidad solo se obtiene con una preparación y un conocimiento cuidadosos antes de que se presente la oportunidad.

El Señor Jesucristo tuvo esta habilidad. “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado” (Is 50:4). Es un deber y un privilegio tener esta sabia lengua, para que tú también puedas ayudar a los demás. Puedes aprender a responder a cada hombre y disfrutar haciéndolo (Col 4:6; Gl 6:1-5; 1 P 3:15).

¿Cómo? Escucha con mucha atención y habla con cautela (Pr 18:13; 29:20; Stg 1:19).

¿Cómo? Reduce tus palabras a solo palabras valiosas (Pr 10:19; 17:27-28; Ec 5:3).

¿Cómo? Dedica tiempo a examinar tu discurso mediante la oración (Sal 19:12-14; 139:23-24).

¿Cómo? Mantén tu corazón y tus pensamientos puros y sabios (Pr 4:23; 22:11; Lc 6:45).

¿Cómo? Se siempre clemente en tu habla (Pr 11:16; 22:11; Ec 10:12; Col 4:6).

¿Cómo? Haz de la gloria de Dios el objeto de tu discurso (Col 3:17; 1 Co 10:31).

¿Cómo? Estudia para asegurarte de que todas tus respuestas son correctas (Pr 15:2,28; 16:23).

¿Cómo? Asegúrate de que las palabras se ajusten a la ocasión (Pr 10:32; 25:20; 1 Co 13:5).

¿Cómo? Escoge palabras que edifiquen a otros (Pr 12:18; Ef 4:29; 1 Co 10:24).

¿Cómo? Usa palabras suaves cuando una persona está enojada (Pr 15:1; 25:15; Jue 8:1-3).

¿Cómo? Da seguras palabras de verdad en lugar de opiniones (Pr 22:17-22; 1 P 3:15).

¿Cómo? Aprende sabiduría para resolver los dilemas de los demás (Pr 10:21; 16:21; 27:9).

¿Cómo? Se alentador y edificante para otros (Pr 12:25; 16:24; 1 S 23:16).

¿Cómo? Usa palabras agradables en lugar de duras (Pr 16:24; Col 4:6; Lc 4:22).

¿Cómo? No argumentes ni discutas con los necios (Pr 23:9; 26:4-5; 2 Ti 2:23).

¿Cómo? Evita las quejas o el lenguaje negativo (Pr 17:20; Fil 2:14; Col 3:17).

¿Cómo? Rechaza el orgullo y la contención en el habla (Pr 13:10; 18:6; 1 Co 6:7).

¿Cómo? Que las palabras negativas solo sazonen el habla (Pr 26:5; Stg 3:9-12; Col 4:6).

¿Cómo? Evita las palabras hirientes a espaldas de una persona (Pr 11:13; 20:19; 25:9,23).

¿Cómo? Trabaja la acción de gracias en cada conversación (Ef 5:4,20; 1 Ts 5:18).

Si quieres una vida feliz y buena, entonces aprende a gobernar tu habla y a usarla para el beneficio de los demás (Sal 34:12-16; 1 P 3:10-12). Tanto hombres como mujeres pueden elevarse en reputación por medio de palabras amables que edifican a otros (Pr 11:16; 22:11; 31:26; Ec 10:12; Ef 4:29). Esta habilidad y sabiduría harán que tu vida sea productiva tanto para Dios como para los hombres.

El verdadero propósito de la iglesia es la ayuda mutua que los miembros se dan mientras esperan el regreso del Señor (He 3:12-13; 10:23-25). Pero este gran objetivo solo se realizará cuando los miembros aprendan a responder bien en el momento adecuado. Si todos aprenden a hablar piadosamente, una iglesia puede crecer hasta la plena medida del Señor Jesucristo (Ef 4:13-16).



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