Proverbios 15:33

El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y antes del honor está la humildad” (Pr 15:33).

¿Qué tan importante es el temor de Jehová para adquirir sabiduría? ¡Es absolutamente crucial! No te acercarás ni remotamente a la sabiduría sin temer a Dios (Job 28:28). ¿Cuán importante es la humildad para obtener honor? ¡Absolutamente crucial! Sin ella no te acercarás al verdadero honor (Pr 11:2; 16:18; 18:12; 29:23). Si amas la sabiduría y buscas el favor de Dios y de los hombres, éstas son las reglas para tu vida: humíllate ante Dios y ante los hombres en el temor del Señor.

¿Qué es el temor del Señor? Es un respeto reverente por Él y Su poder, un respeto profundo por Sus mandamientos y leyes, y una consideración temerosa por el castigo que Él puede traer sobre los necios. No es un miedo servil y desmoralizador que causa terror o angustia. Es un deseo ferviente y santo de agradarle en todas las cosas y cumplir Su deseo para tu vida lo mejor posible. Es la comprensión sobria de que Él es Dios, y tú eres una de Sus tantas criaturas.

¿Qué es la humildad? Es el conocimiento de que eres muy falible, muy necio, y muy débil. Es la voluntad de rechazar tus propios pensamientos y opiniones para ser enseñado por Dios o por hombres más sabios que tú. Es la capacidad de aceptar la corrección, confesar tus faltas y cambiar tus métodos en función de las instrucciones de los demás. Es la disciplina de mantener la boca cerrada, evitar los conflictos con los demás, y perdonar sus ofensas contra ti.

No se puede exagerar la importancia de estos dos requisitos previos. Moisés enseñó el temor del Señor (Dt 10:12), y también Josué (Jos 24:14), Samuel (1 S 12:14,20,24), David (Sal 34:9-11) y Salomón (Ec 12:13-14). Fue la conclusión del experimento filosófico de Salomón. Es todo el deber del hombre. El fundamento mismo de la sabiduría requiere el temor de Dios: sin él no se puede ni siquiera comenzar (Pr 1:7; 9:10; Sal 111: 10).

El camino más seguro y más corto para recibir honor es la humildad. ¡Humíllate, antes de que Dios y los hombres te derriben! Si te humillas, Dios y los hombres te levantarán. La lección es segura; la ley es infalible. Dios resiste a los soberbios, pero ayuda a los humildes. ¡Es el camino de Aquel que no puede soportar el hedor de la confianza humana! José llegó al trono a través del mercado de esclavos y la prisión. ¡Jesús alcanzó el trono de la gloria a través de un establo y una cruz!

Moisés y David se convirtieron en pastores de una nación después de pastorear ovejas en gran oscuridad. Gedeón y Jefté tenían una pobre genealogía y posición social, pero Dios los promovió sobre Su pueblo. Rahab y Rut eran extranjeras despreciadas, una prostituta y una viuda, ¡pero ambas forman parte del linaje del cual descendió el Señor Jesucristo! Daniel y Ester quedaron huérfanos temprano y fueron capturados por reinos paganos, ¡pero ambos ascendieron a la diestra del poder! Abigail dijo que no era digna de lavar los pies de los sirvientes de David, ¡pero él la eligió para que fuera su mujer!

Cuando temes al Señor, no temes al hombre; ese temor corrompe el corazón de la mayoría de los hombres (Pr 29:25). Si la presión de los compañeros no te molesta, y si las amenazas no te intimidan, entonces serás proporcionalmente más sabio al no desperdiciar esfuerzos mentales o hacer transigencias morales basadas en lo que otros puedan pensar o hacer. ¿Captas esta sabiduría?

Cuando temes al Señor, tienes conocimiento, preceptos y principios maravillosos que otros no tienen: tienes las palabras de Dios para guiar tu pensamiento y tus acciones. El hombre que teme al Señor tiembla ante su Palabra (Is 66:2). Incluso los paganos pueden reconocer la gran ventaja de la Biblia (Dt 4:5-8; Sal 19:7; 111:10; 119:98-100).

Cuando temes al Señor, eres responsable ante un Juez más alto que la autoridad terrenal. Los hombres pecan fácilmente cuando el único riesgo es el desagrado o el castigo de otros hombres, pero el temor de Dios trae la mayor motivación para que un hombre tome decisiones sabias y justas. Fue este hecho lo que impidió que José huyera de la esposa de Potifar, y que David no matara a Saúl.

Cuando eres humilde, piensas antes de hablar, y hablas dulce y amablemente, porque conoces la necedad de tu corazón y de tus labios. Tal cautela y reserva trae respeto y honor, incluso de los reyes (Pr 15:1; 16:13; 17:27-28; 22:11). ¿Lo captas?

Cuando eres humilde, te humillas ante Dios y ante los hombres. En esa posición, Él te da gracia y sabiduría. En esa posición, Él te venga de tus enemigos. En esa posición, Él te exalta sobre los demás, porque aplastará a los orgullosos y promoverá a los humildes. En esa posición, Él sabe que exaltarte no te expondrá a la arrogancia de la confianza en ti mismo.

Lector, se te ha mostrado el camino de la sabiduría y el honor. El bendito Dios del cielo inspiró estas palabras a través del rey más sabio y honrado de la historia. ¿Amas y temes al Dios del cielo con todo tu corazón, mente, alma y fuerzas? Si no, ¡humíllate ahora y comienza! ¿Desprecias tu corazón engañoso, tus labios necios y tu carne débil tanto como para clamar a Dios y confesar que eres una causa perdida? Si no, ¡confiesa tu arrogancia y comienza a transitar la senda del verdadero honor!





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