Proverbios 16:21 (T)
“El sabio de corazón es llamado prudente, y la dulzura de labios aumenta el saber” (Pr 16:21).
La sabiduría y la gracia se combinan para lograr un gran efecto. ¿Cuál de estas dos cosas preciosas te falta? ¿O te faltan ambas? Este proverbio le presenta a grandes hombres y mujeres, cómo obtener un corazón sabio que sea reconocido por otros, y cómo tener un discurso amable para comunicárselo. Por estos dos medios, puedes mejorar noblemente las vidas de los que te rodean para la gloria de Dios.
La medida de la vida de un hombre después de temer a Dios es su efecto en los demás. El segundo mandamiento es amar a tu prójimo como a ti mismo. El gran objetivo es ser árbol de vida y salvar a los hombres del pecado y la necedad con excelentes consejos (Pr 11:30). Daniel comparó a tales hombres con las estrellas brillantes del cielo (Dn 12:3). Sólo temer a Dios te deja a medio camino del éxito.
El proverbio describe la sabiduría del corazón, por lo que otros te llamarán prudente. Ten en cuenta dos cosas: esta sabiduría está en el corazón, no en la cabeza; y el efecto es la prudencia, no la brillantez. La sabiduría aquí no es el conocimiento de la cabeza, sino el entendimiento de un corazón que discierne. El resultado es la prudencia, que es sabiduría práctica para una vida feliz y exitosa.
Si tienes sabiduría práctica en tu corazón, es posible que no sepas cómo comunicársela a los demás para ganar su confianza, calmar sus miedos, satisfacer sus preguntas o cambiar de opinión. Hay hombres y mujeres con discernimiento y prudencia que no dejan huella en el mundo, porque su comunicación brusca, encallecida, insensible o grosera aleja a los demás. Esto es un gran desperdicio, porque la sabiduría que podría servirle a otros nunca les llega.
¿Cómo se debe comunicar la sabiduría? ¡Con palabras graciosas y dulces palabras! Los buenos maestros crean buenos oyentes; los malos maestros hacen malos oyentes. La dulzura del habla amable hace que los demás escuchen atentamente el sonido encantador que transmite la sabiduría de la vida. “Besados serán los labios del que responde palabras rectas” (Pr 24:26). “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (Pr 15:23)!
Un corazón puro lleno de sabiduría generalmente conducirá a labios amables, que incluso los reyes desearán tener a su alrededor (Pr 22:11). “Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene” (Pr 25:11). Este es el árbol de la vida por excelencia, porque no solo hay sabiduría en el corazón, sino que también hay gracia en los labios para ayudar a otros a aprender. “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu” (Pr 15:4).
El discurso amable es necesario para ganar oyentes. “Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos” (Pr 16:24). “La boca de los sabios esparce sabiduría; no así el corazón de los necios” (Pr 15:7). “El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre” (Pr 27:9). Para aumentar el aprendizaje de los demás, debes adquirir tanto sabiduría práctica como un discurso amable.
Este proverbio es precioso y valioso para los hombres comunes, pero mucho más para los ministros de Dios. Son administradores de la multiforme sabiduría de Dios (Jer 3:15; Mt 13:52; 1 P 4:10). Si no son aptos para enseñar, no pertenecen al oficio (1 Ti 3:2). De todos los hombres, ellos deben enseñar la sabiduría de Dios con palabras sanas y llenas de gracia (Tito 2:7-8). ¡Señor, derrama en los labios de tus siervos una medida de esa gracia que primero se derramó en los Tuyos!
Los reyes sabían que José, Moisés y Daniel tenían ambas cosas: sabiduría de corazón y labios dulces (Gn 41:37-45; Hch 7:22; Dan 1:17-21; 5:11; 6:1-5). ¡Sin embargo, Jesús de Nazaret tenía todos los tesoros de la sabiduría y los labios más llenos de gracia de todos! ¡Los oyentes no podían creer la combinación (Sal 45:2; Lc 4:22; 24:32; Jn 7:46; Col 2:3)! Con razón María no pudo dejarlo para ayudar a su hermana Marta a preparar la comida (Lc 10:38-42).
¡Haz de los cuatro tus modelos! Aprende sabiduría de la Biblia, y que tu palabra sea siempre con gracia (Sal 19:7; 119:130; Ef 4:29; Col 4:6). Sea un árbol de vida para aquellos que Dios pone en tu camino, en tu familia, iglesia, trabajo, etc. ¡El Rey de reyes será tu amigo!
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