Proverbios 16:4 (T)

Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun al impío para el día malo” (Pr 16:4).

¡Dale gloria a Jehová Dios! ¡Humíllate ante el Rey de los cielos! Aquí hay respuestas definitivas y verdaderas a cuatro de las preguntas más importantes de la vida: ¿De dónde vienen todas las cosas? ¿Por qué existen? ¿Quién es el Dios verdadero? ¿Por qué existe el mal? Esta sola frase vale su peso en oro. ¡Humíllate ante este axioma del cielo y aprende sabiduría para la vida!

Proverbios es de poco valor, si te pierdes esto. El comienzo de la sabiduría requiere comprender este proverbio (Pr 1:7; 9:10). Este versículo debe ser uno de los primeros que los niños memoricen. Aquí está la cosmovisión bíblica. A partir de esta base de conocimiento, puedes razonar con seguridad y cordura sobre otros aspectos de la vida. Si descuidas o rechazas la verdad aquí, tu vida será una pesadilla de confusión, y luego te encontrarás con un Dios airado (Sal 7:11; Am 4:12).

¿De dónde vienen todas las cosas? Dios hizo todas las cosas. La evolución es una mentira, contada por los que odian a Dios, para desacreditar la Biblia. La Biblia dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn 1:1). Esto es más seguro que cualquier hecho que puedas escuchar. Si no tienes la fe para creerlo, eres un necio irracional (2 Ts 3:2; 1 Ti 6:20-21).

Es una señal de locura comenzar tu razonamiento sobre el universo a partir de una gran explosión de gases caóticos. ¿De dónde procedían los gases? ¿Cómo trajo orden y belleza una explosión del caos? ¿Cómo incluyó después el resultado la reproducción idéntica de cada especie? ¿Cómo resultó en millones de especies diferentes, todas reproduciéndose según su propia especie?

Jesucristo, el Dios Fuerte, hizo todas las cosas. La Biblia es clara: “Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn 1:3). No debes discutir creación versus evolución con incrédulos. A menos que tengan fe, no pueden aprender nada de valor, especialmente si son educados. Un hombre arrogante armado con educación y títulos es peor que un necio (Pr 26:12; 1 Co 1:19-20; 3:19-20; 1 Ti 6:3-5).

El único Big Bang que este universo sintió alguna vez fue la fuerza impactante de las palabras de Dios: “Hágase la luz ¡Y hubo luz! Incluso sin sol, luna o estrellas durante tres días. Él hizo todas las cosas, y las hizo de la nada. Por la fe no sólo puedes conocer este hecho, sino también entenderlo (He 11:3). El hombre no es más que una vasija del divino Alfarero. Capta bien esta primera respuesta y estarás en camino a la sabiduría.

Considera lo que hace a una persona. Los padres, la altura, la nacionalidad, la inteligencia, la apariencia, la fecha de nacimiento, la fuerza, la raza, la coordinación, la personalidad y las oportunidades hacen a una persona. Dios escogió cada uno de estas cosas para ti, sin consultarte en absoluto. No te hizo una sola pregunta sobre tus preferencias. ¡Él mismo las eligió! Él te dio la existencia, algo muy personal, y el dolor y los problemas que trae, sin preguntarte. Ni siquiera puedes terminar con tu existencia. Eventualmente tendrás que tratar con Él. El es Dios.

Estás hecho asombrosa y maravillosamente, pero también lo están todas Sus otras criaturas (Sal 139:14). No eres especial. Ciertamente no eres especial, porque eres humano, como declaran los humanistas. Dios es especial, y le debes todo lo que eres y tienes. Rechaza la locura del amor propio y la autoestima (2 Ti 3:1-2). Alza tus ojos al cielo, y bendice y ensalza al Altísimo. Lee el testimonio personal del rey más grande sobre su encuentro con Dios (Dn 4:1-37).

Si una persona no cree que Dios hizo todas las cosas, no hay razón para discutir nada de importancia con él. Ha elegido una visión del mundo que es necedad, razonando en un círculo de su propia imaginación. ¿Cómo acordarás algo con él? Él tiene la misma respuesta para todas las preguntas, porque así lo cree. No puede saber nada con certeza, ya que su fundamento se basa en el aire enrarecido de alucinaciones especulativas que él llama teorías.

¿Por qué existen las cosas? ¿Por qué el universo está aquí? ¿Por qué está aquí el hombre? ¿Por qué estás tú aquí? Dios hizo todas las cosas, y las hizo para Sí mismo. ¡Dale gloria! ¡Adórale! ¡Cantad alabanzas a Él! “Digno eres, Señor, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap 4:11). Pronto te inclinarás ante este Bendito y Único Potentado (Fil 2:9-11; 1 Ti 6:13-16).

Estas dos primeras respuestas son tan ciertas que deberías decir: “Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas; a Él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro 11:36). Él es la Causa Primera de todas las cosas, y Él es el Fin Último de todas las cosas. Todas las cosas fueron creadas por Él y para Él (Col 1:16). Cae ante Él ahora. Dale la honra y la alabanza debidas a Su nombre.

El universo existe porque Dios quiso hacer algo para Sí mismo. Él no hizo el mundo para el hombre. Él hizo el mundo y al hombre para Sí mismo. No existes para ti mismo, ni existe nada más para ti; tú y todas las cosas existen para Su placer. Es hora de humillarte y ver el propósito de tu existencia: la gloria de Dios. Si te rebelas contra este hecho, o incluso lo descuidas, tendrás que pagar muy caro, ahora y más adelante.

¿Por qué los elefantes tienen narices largas? ¡Para que alaben a Dios por Su creatividad! ¿Por qué las jirafas tienen el cuello largo? ¡Por la misma razón! ¿Por qué un cielo celeste con nubes blancas y un sol cálido pueden hacer que tu corazón cante? ¡Para la gloria de Dios! ¿Por qué los babuinos no se suben los pantalones peludos hasta el final? ¡Para que te rías de ellos junto con Dios! ¿Cuál es el valor de un zoológico? Es para el culto familiar: para alabar a Dios y ridiculizar a Charles Darwin y Stephen Hawking.

¿Por qué las avestruces son estúpidas? ¡Para que sepas que Dios hizo animales mudos! (Job 39:13-18) ¿Por qué los caballos son maravillosos? ¡Para que Dios se jacte de ellos! (Job 39:19-25) ¿Por qué el cuerpo de una mujer tiene curvas que quitan el aliento a un hombre? (Cnt. 4:1-7; 7:1-9) ¡Para la alabanza de Su obra con una costilla! ¿Por qué hay arcoíris? ¡Para recordarte que Dios cumple Sus promesas! (Gn 12:9-17) Dale gloria, lector. Alábalo en este minuto para darle sentido a tu existencia.

Si eres bajito, gordo, feo y estúpido, Dios te hizo así para Él mismo. Sabes que Él no te hizo así para ti. Desearías ser alto, delgado, atractivo e inteligente. Él hizo el babuino para Sí mismo, y te hizo a ti para Sí mismo. ¡Dale gloria! Padres horribles, pocas oportunidades en la vida y mala salud también son Sus opciones. Es una clave para la felicidad aprender y aceptar este conocimiento. Todo lo que tienes, y todo lo que no tienes, es la elección de Dios para Su propia gloria. ¡Dale las gracias! ¡Adórale!

Incluso Satanás fue hecho para la gloria de Dios. Dios le permitió, como parte de Su propósito eterno, rebelarse con orgullo para poder mostrar Su ira y poder en el castigo eterno de Satanás. Dios no estaba sorprendido por su rebelión. Satanás y sus ángeles serán lanzados al fuego eterno, preparado para ellos desde la fundación del mundo (Mt 25:41). El humo de su tormento y el de sus seguidores será incienso en el cielo (Ap 14:10-11).

Faraón fue concebido fácilmente, sobrevivió al parto y evitó las enfermedades que acabaron con la vida de muchos niños egipcios. Se graduó como el mejor de su clase, ganó varias victorias al frente del ejército y fue elegido entre numerosos hermanos para ser gobernante de Egipto. Mientras era rey, la nación prosperó y se volvió poderosa. Fue un éxito en todo lo que intentó. Su gloria y poder aumentaron. Se convirtió en el monarca más grande de la tierra. ¿Por qué?

¿De dónde vino Faraón? ¿Cuál fue la fuente de su ambición, personalidad, sueños y éxitos únicos? Dios lo hizo, y Dios lo promovió a la cima del poder egipcio al arreglar los eventos de su vida. ¿Por qué hizo esto Dios? ¡Para destruirlo en el Mar Rojo y engrandecerse a Sí mismo! (Ex 9:16; Ro 9:17) Dios no hizo malvado a Faraón; pero Dios levantó a este hombre malvado para destruirlo maravillosamente para la alabanza de Su propia reputación. Si no sabes estas cosas, no conoces al Dios de la Biblia.

¿Quién es el Dios verdadero? ¡Jehová es Su nombre! ¿Qué significa Señor? Es la designación en español del sagrado tetragrámaton hebreo, JHVH, que significa YO SOY EL QUE SOY, ¡que se pronuncia como Jehová! Alá es simplemente el dios de la luna de los árabes alucinantes; Vishnu, Brahma y Shiva son simplemente tres de las deidades hindúes imaginadas.

El Señor Jehová es el Dios verdadero. Él es el único Dios. Buscó otros dioses, pero no pudo encontrar ninguno. Él solo es Dios. Creó los cielos, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos en seis días. Él es independiente de todas Sus criaturas. Él es infinito por cualquier medida. Él es eterno, inmortal, invisible, omnisciente, omnipotente y omnipresente.

¿Por qué existe el mal? Algunos creen las tres primeras respuestas. Creen que Jehová creó todas las cosas para Sí mismo. Pero limitan Su dominio al sugerir que los hombres malvados y sus acciones pecaminosas están fuera de Su plan y control. Para corregir esta noción falsa, Salomón inmediatamente incluyó incluso a los inicuos y su juicio en la creación de todas las cosas por parte de Jehová. Incluso los hombres malvados y su eventual destrucción son para la gloria de Dios.

El mal existe porque Dios le dio a Lucifer libre albedrío. En lugar de contentarse con su oficio de querubín ungido de Dios, se hinchó de orgullo y se propuso ser como el Altísimo (Is 14:12-15; Ez 28: 13-15). Dios le dio privilegio y libertad, y él los usó para rebelarse contra su Creador. El bendito Dios no se sorprendió ni se desilusionó; Satanás es responsable de su mala acción; Dios es justo al atormentarlo para siempre por su pecado.

¿De dónde viene el sufrimiento? Satanás trajo su rebelión a la tierra. Él mintió a tus primeros padres, y Adán escogió a su necia mujer en vez de a Dios. Jehová hizo muy bueno al hombre en un mundo perfecto, pero el hombre corrompió la tierra al pecar contra Su Hacedor (Gn 1:31; 3:16-19; Ec 7:29). Adán eligió la maldición del pecado para su familia sobre el Paraíso con Dios. Toda la creación gime de dolor; dolores de parto y muerte a causa de su pecado (Ro 5:12-14; 8:22).

Los evolucionistas no pueden explicar la muerte. Ésta debería haber evolucionado hace mucho tiempo, ya que es lo más temido y odiado de la vida. Si una salamandra babosa puede evolucionar para convertirse en un águila calva, entonces seguramente el hombre podría haber evolucionado para vencer a la muerte. La muerte es la paga del pecado. Y la Biblia enseña claramente este hecho, que ningún evolucionista jamás encontrará en un tubo de ensayo o telescopio. Dios creó la muerte, en varias formas, como justo castigo por el pecado. Por lo tanto, todos los hombres mueren.

El pecado de Adán en el Jardín del Edén no sorprendió ni confundió al Señor. Él había planeado la entrada del pecado en la familia humana, aunque Adán eligió libremente a Eva sobre Dios sin ningún tipo de coerción. Solo Adán es responsable de su pecado y de las consecuencias. Dios lo instruyó, le advirtió y le dio un solo mandamiento para guardar. Dios había planeado la entrada del pecado para la demostración final tanto de Su ira como de Su misericordia.

Los hijos depravados de Adán, con corazones en total rebelión contra Dios y la moralidad, cometen atrocidades a diario. Escuchas y lees sobre ellos. Ni ellos, ni sus atrocidades, sorprenden o confunden al Señor. Él los hizo a ellos tal y como hizo a todas las otras criaturas que existen. Él refrena su maldad, de modo que todo lo que pueden hacer es lo que Él usa para Sus propósitos (Sal 76:10). Nunca piensan en Dios en absoluto (Sal 10:4); solo quieren satisfacerse a sí mismos (Stg 1:13-16).

El bendito y santo Dios no hace que los hombres pequen, pero sí controla y usa sus pecados para propósitos sabios y justos. Dios es perfectamente santo y bueno. El hombre escoge el pecado voluntariamente contra la luz de la naturaleza y las advertencias de Dios y de los hombres. Dios nunca pone lujurias pecaminosas en los hombres, porque Él no necesita hacerlo. Están tan llenos de lujuria y maldad, que todo lo que Él necesita hacer es levantar Su misericordia restrictiva, y cualquier hombre hará cualquier cosa. ¡Créelo!

Él controla y dirige toda la maldad en el universo para Su propia alabanza y gloria. Incluso el diablo debe obtener permiso para tocar a un hombre o cerdo (Job 1:12; 2:6; Mt 8:31). Puede evitar que un rey toque a una mujer (Gn 20:6), y puede usar la descendencia del incesto para Su gloria (Gn 38:1-30). Usó la envidia de los hermanos de José para llevarlo a Egipto (Gn 45:5; 50:20), y usó la crueldad romana para crucificar a Su Hijo en un madero (Jn 18:31-32).

Cuando Dios necesita revelar Su ira y poder contra el pecado, Él suelta a los hombres para que se precipiten con avidez tras sus propios deseos, y luego los castiga por ello. Aproximadamente 1656 años después de la creación, Él inundó la tierra con un diluvio por sus pecados. Permitió que Satanás incitara a David para censar a Israel, y mató a 70.000 hombres en castigo por sus pecados (2 S 24:1-25). Dios controla y dirige los pecados de los hombres y Su castigo es para enaltecerse a Sí mismo.

El rey Senaquerib quería expandir el Imperio Asirio y conquistar las naciones vecinas; Dios lo usó para castigar a los israelitas rebeldes, y luego lo destruyó por su arrogante presunción de hacerlo (Is 10:5-19). Dios usó el odio de los judíos hacia Jesús para herir a Su Hijo unigénito por los pecados de Sus elegidos, y luego los destruyó miserablemente por los romanos solo 40 años después por ese horrible crimen. Fueron las manos inicuas de los romanos las que lo crucificaron, pero todo fue conforme a Su propósito eterno (Hch 2:23; 4:27-28).

Aquí está la sabiduría de los santos de Dios. Nunca se alarman o se sorprenden por los hombres malvados. Saben que el Señor hizo a Adolfo Hitler, a José Stalin, a Mao Tse Tung, a Pol Pot y a Idi Amin para Sí mismo. Usó la maldad de estos hombres para lograr fines santos y sabios, y luego los castigó, y los castigará aún más por su maldad. Si Dios usó la Segunda Guerra Mundial para aplastar a Alemania por la alta crítica blasfema que salió de ese país, ¡dale gloria! Si Él aplastó a Japón por su adoración blasfema de Hirohito, ¡dale gloria!

No puedes conocer los secretos del consejo eterno de Dios, a menos que Él los revele (Ro 11:33-34). La historia revela algunas cosas secretas (2 S 12:22-23), y también Sus profetas, quienes las registraron en las Escrituras (Dn 2:27-30; Am 3:7). La mayoría de Sus propósitos secretos están mucho más allá de tu capacidad de saber o entender. Pero Él te ha revelado muchas cosas que debes hacer, y estas son para tus hijos y para ti (Dt 29:29).

Viene un gran Día Malo, el Día del Juicio, en el cual serán juzgados todos los ángeles y todos los hombres. Los impíos fueron creados para este día, como dice el proverbio. El “día malo” es la miseria y el dolor que Él derramará sobre ellos (Job 2:10; Is 45:7). Él se ha propuesto eternamente mostrar Su misericordia sobre los elegidos y Su ira sobre los réprobos (1 P 2:8; Jud 1:4).

“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles? (Ro 9:21-24)

¡Ni siquiera pienses en cuestionarlo! Nabucodonosor, mientras comía yerba en el campo, tardó siete años en saber que Dios está por encima de todo cuestionamiento (Dn 4:35). Pablo, criticando a aquellos que podrían cuestionar la soberanía absoluta de Dios, escribió: “No, sino, oh hombre, ¿quién eres tú para replicar a Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? (Ro 9:20). Ni siquiera debes quejarte o cuestionar, si Él te hizo sin manos (Is 45:9). Los hombres racionales no acusan a sus padres de error, mucho menos pueden acusar a Dios (Is 45:10).

¿Qué debes hacer? “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda Sus mandamientos; porque esto es todo el deber del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec 12:13-14). Escucha al padre de Salomón: “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah” (Sal 4:4). Y, “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra” (Sal 46:10).

¿Sabes que eres malvado? Hay un escape del Día Malo: la salvación por el Señor Jesucristo. Dios lo envió para salvar a Su pueblo de sus pecados (Mt 1:21), y no perderá a ninguno de ellos (Jn 6:39; 17:2). Los elegidos fueron escogidos de entre los hombres malos por la gracia de Dios y predestinados a la vida eterna (Ro 8:29-39; Ef 1:3-12). El evangelio trae estos hechos a la luz (2 Ti 1:9-10). Para saber que eres uno de Sus elegidos, póstrate ante Él, suplica misericordia, y levántate para obedecer Su palabra (Hch 16:31; 2 P 1:10-11).



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