Proverbios 17:27 (N)
“El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido” (Pr 17:27).
¿Cómo reconoces a una persona necia? ¡Escucha! Si escuchas a una persona hablar en voz alta, rápida, críticamente o mucho, has encontrado un necio, a una necia. Un persona con inteligencia usa pocas palabras y solo habla cuando es necesario. Un hombre comprensivo es tranquilo, cuidadoso, amable y servicial. Si eres un necio, deja de hablar: ¡podrías engañar a otros y así hacer que te aprecien! (Pr 17:28)
¿Podría un ciego encontrarte en una multitud? ¿Sueles hablar sin parar? ¿Te interesa más hablar de ti mismo que preguntar acerca de los demás? ¿Estás más interesado en ganar una discusión que en escuchar los puntos de vista de los demás? ¿Tu volumen es alto, tu tono es arrogante y cortante, o tus comentarios son críticos y negativos? ¡Eres un necio!
Has conocido a hombres y mujeres con un espíritu excelente. Son muy escasos, pero has conocido a algunos. Estabas totalmente a gusto con ellos, honrado por su presencia, seguro en tu persona y encantado por su dulzura y amabilidad. Te encantaba estar cerca de ellos y deseabas ser como ellos. ¿Cuál era su rasgo distintivo?
¡Un discurso lleno de gracia! ¡Piénsalo! ¡Así de sencillo! Incluso los reyes aman a los que hablan con gracia (Pr 22:11). Los sabios usan palabras llenas de gracia (Ec 10:12). Las mujeres agraciadas siempre son honradas (Pr 11:16). El Señor Perfecto asombró a los hombres con Sus palabras llenas de gracia (Sal 45:2; Lc 4:22). Y Pablo lo enseñó como base del habla aceptable para todos (Col 4:6).
La diferencia entre tu éxito o fracaso ante Dios y los hombres depende de cuán bien apliques esta lección a tu discurso, correos electrónicos, mensajes de texto y tuits. Si a menudo envías palabras cuando nadie las solicita, pregúntate: ¿Por qué? Eres una molestia y un majadero. Vuelve a leer el proverbio. Espera hasta que alguien te pida tu opinión. Crece.
¡Los tontos son odiosos! Es correcto despreciarlos. Siempre están hablando (Ec 5:3). Tienen una opinión, una réplica, una idea o una sugerencia; un fuego que arde en sus bocas. Lo alivian cantinfleando. Su conversación es vana insensatez (Pr 13:16; Ec 10:12-14). Hablan sin pensar (Pr 15:28). ¡Son tan irritantes que quieres cerrarles la puerta en las narices! (Pr 18:6-7)
¿Quieres un espíritu excelente, que gane la aprobación y el favor de Dios y de los hombres? ¡Deja de hablar! (Pr 17:28; 10:19) Escucha con genuina atención a los demás (Pr 18:13; 29:11; Stg 1:19). Estudia antes de responder (Pr 15:28). Aprende algo de valor para compartir (Pr 15:2; 16:23). Se lento para hablar (Pr 29:20; Stg 1:19). Odia tus opiniones y pensamientos (Pr 26:12). Confiesa tu ignorancia (Pr 30:2-3). Mídete estrictamente por el número de hombres nobles que anhelan tu presencia (Pr 10:21; 18:24; 22:1). Las reglas pueden parecer duras, pero son verdaderas y sabias.
¿Aprenderás más sobre el habla? Las palabras de tu lengua revelan tu corazón (Mt 12:35). Las palabras críticas, duras o negativas revelan un corazón cruel. Las palabras llenas de gracia comienzan en un corazón puro (Pr 22:11). Si no puedes decir algo bueno y sabio, no hables, nunca (Pr 31:26). Las muchas palabras siempre incluyen pecado (Pr 10:19). Ora por tu discurso (Sal 19:14). Gobernar tu manera de hablar para la alabanza de Dios y de los hombres significa que te encaminas hacia la perfección (Stg 3:2).
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