Proverbios 18:13
“Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio” (Pr 18:13).
Los sabios escuchan con atención y responden lentamente. Una respuesta apresurada no es ni sabia ni prudente, es tonta y vergonzosa. Comprender con precisión el tema y responder correctamente es mucho más importante que apresurarse a responder. Tienes dos oídos, pero una sola boca. Esta proporción anatómica ilustra la enseñanza bíblica: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar” (Stg 1:19). Asegúrate de conocer completamente cada situación o tema antes de emitir un juicio o dar una respuesta.
¿Eres bueno escuchando? Los sabios escuchan bien, porque deben reunir todos los hechos que forman una explicación o afectan una situación. Deben clasificar y descartar los detalles que no afecten el asunto y concentrarse solo en los que son importantes. El hombre que ya está pensando en su respuesta, o peor aún, que ya está hablando, ha interrumpido tontamente su recopilación de información. Es un necio. Conocerás a muchos de ellos durante tu vida. ¡No seas uno!
¿Hablas poco? Los hombres sabios son cuidadosos, cautelosos y reservados para dar opiniones. Saben que la prisa desperdicia, sobre todo en lo que se refiere a pensar y hablar. Saben que es muy importante la prudencia de analizar todos los ángulos antes de emitir una opinión. Saben que los primeros pensamientos pueden no ser los mejores. Saben que los sabios ponderan antes de responder, pero la boca de los impíos derrama necedades sin consideración (Pr 15:28).
Asuero y Darío aprobaron apresuradamente una mala legislación. El primero acordó exterminar a un pueblo antes de saber que su mujer era parte de él; el segundo condenó a los leones a su más fiel asesor por la mera envidia de sus pares. Y el insensato Amán, si hubiera preguntado qué estaba leyendo Asuero, podría haber bajado el tono del desfile en honor a Mardoqueo (Est 6:1-11).
El justo juicio no juzga por las apariencias, sino por la sustancia (Jn 7:24). El juicio justo descarta todos los sentimientos y relaciones emocionales para exaltar la justicia bíblica. Solo los necios se apresuran a emitir un juicio sin todos los hechos, con evidencia meramente en suposiciones. Incluso los judíos y los romanos, tan rápidos y severos como eran sus sistemas de justicia, permitían que un hombre hablara por sí mismo antes de dictar sentencia (Jn 7:51; Hch 25:16; 26:1).
El hombre que habla de inmediato, o que habla casi constantemente, es un necio. Puedes encontrarlo fácilmente. Escucha cualquier conversación. El que responde antes de que un asunto esté completamente dicho, o responde sin la debida deliberación, o responde con frivolidad o emoción, o domina la conversación con su verborrea, es un necio. Declara su necedad abiertamente (Ec 5:3; 10:3). Asegúrate de no ser como él en absoluto.
Menos es más. Lo mejor es hablar poco. Los demás pensarán que eres sabio, aunque no lo seas (Pr 17:27-28). Y te ahorrarás muchos pecados y problemas (Pr 10:19; Stg 3:2). La respuesta que tarda en emitirse es mejor. Hablar rápido y pensar poco es necedad (Pr 14:29; 29:20). Oír atentamente y hablar lento es sabiduría (Stg 1:19-20). Protégete de los problemas y mejora tu reputación: escucha atentamente, piensa detenidamente, y habla poco.
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