Proverbios 18:19 (NE)

“El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar” (Pr 18:19).

Mantén todas tus amistades y relaciones con mucho cuidado. Mantén la paz con gran diligencia. Evita todos los desacuerdos y las ofensas que puedas. Si no puedes evitarlos todos, resuélvelos rápidamente. Pero ten especial cuidado con tus seres queridos más cercanos.

El proverbio parece extremo. ¿Es tan difícil reconciliarse con un hermano ofendido? ¿Hay tan poca esperanza de recuperación una vez que se daña una relación cercana? Rara vez se toman ciudades fuertes, y los cerrojos de los castillos son de los más fuertes. La sabiduría inspirada de Salomón enseña que una vez que ofendes a un hermano, estás cerca de una situación desesperada. ¡Señor ten piedad!

¿Qué hace que la ruptura sea tan severa? Es una regla natural que ofender a quienes te aman puede generar odio y venganza. Porque te dieron su cariño, lealtad, servicio y confianza, la ofensa hiere más profundamente en su alma y requiere más reparación que si la hace un simple conocido o un extraño. Así que ten mucho cuidado con las personas más cercanas a ti.

Las ofensas pequeñas pueden desencadenar disputas familiares o maritales, aunque esas pequeñas cosas podrían ignorarse fácilmente en otras relaciones. Es un hecho repugnante de la depravación del ser humano que a menudo muestra menos misericordia con la familia y los amigos que con los extraños. A la mayoría les resulta más fácil perdonar a un extraño que perdonar a alguien a quien han amado y que supusieron que nunca les haría daño.

Considera las ofensas entre hermanos en las Escrituras. Caín mató a Abel por envidia de la bondad de Abel. Esaú buscó matar a Jacob por obtener la bendición que creía le pertenecía a él. Los envidiosos hermanos de José lo vendieron como esclavo. Absalón conspiró dos años antes de matar a Amnón por violar a su hermana. Las tribus de Benjamín y Judá pelearon contra Israel.

Bernabé y Pablo tuvieron una fuerte discusión acerca de llevar a Marcos en su segundo viaje misionero (Hch 15:36-41). Pablo, el apóstol más diligente, no podía olvidar la deserción de Marcos en su primer viaje (Hch 13:13). Bernabé, el tío de Marcos, se sintió ofendido por el rechazo de Pablo del hijo de su hermana (Col 4:10). Dos grandes santos, que habían sido compañeros cercanos, ahora tomaron caminos separados (Hch 9:27; 11:25; 13:1-2; 14:14;15:2,25,35). ¡Señor ten piedad!

La sabiduría aquí es evitar las ofensas con los hermanos, especialmente en la iglesia (Ef 4:3,16; Ro 14:16-19; Stg 3:18). Dado que una relación cercana es difícil de recuperar después de una ofensa, es mejor evitar tales conflictos en primer lugar. Ten mucho cuidado al tratar con amigos cercanos y familiares, no sea que cruces una línea que destruya o dañe la relación, especialmente en la iglesia.

Si has ofendido a un hermano, es tu deber reconciliarte lo antes posible (Mt 5:23-26). Si piensas que alguien puede ofenderse, ve y reconcíliate con él. Si has sido ofendido, es tu deber pasar por alto la transgresión o, en el peor de los casos, seguir el procedimiento ordenado para solucionarla (Pr 19:11; Mat 18:15-17; 1 Co 6:1-8; 1 P 4: 8).

El proverbio es una ley natural. No justifica que los hombres piadosos sean lentos para perdonar a sus ofensores. Tampoco justifica que los hombres piadosos abandonen la búsqueda de un hermano herido. Un hombre espiritual no vive según las leyes naturales. Vive de acuerdo al Espíritu de Dios, que le enseña a ser tardo para la ira y pronto para perdonar (Col 3:12-13; Stg 1:19). Un hermano que siempre te perdonará es el Señor Jesucristo. Confiésale tus faltas todos los días.




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