Proverbios 18:22
“El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Pr 18:22).
Imagina el mundo del hombre perfecto. El trabajo es fácil. No hay enfermedad, dolor, pecado o problema. La buena comida está en todas partes. Tienes el mundo para ti solo. No llueve. Eres muy inteligente. El Dios Todopoderoso es tu amigo. Puedes vivir para siempre!
¿Qué está mal? Adán no tenía una mujer propia. El Señor Dios dijo que su situación perfecta no era buena, aunque Adán y Él eran amigos (Gn 2:18). Adán necesitaba una compañera perfecta que lo ayudara a maximizar su vida en este mundo. Así que Dios hizo una mujer de una de sus costillas, se la presentó a Adán, y se realizó el primer matrimonio.
Dos, son mejor que uno. Independientemente de lo bueno que se diga que es la vida de soltero, Dios dijo que no era buena. Dos son mejor que uno por al menos cinco razones (Ec 4:9-12; 1 Co 7:2-5). Comparten los resultados del trabajo, se ayudan mutuamente en las dificultades, complementan sus habilidades, se ayudan a luchar contra los enemigos y tienen un amante regular y comprometido a su lado. Si esta superioridad del matrimonio era cierta en el Edén perfecto, ¿cuánto más en nuestro mundo caído y pecaminoso?
Pero no cualquier mujer servirá, y Salomón nunca enseñó que cualquier esposa diera lo mismo. Advirtió contra las mujeres odiosas (Pr 30:21-23). Advirtió contra las mujeres promiscuas (Pr 6:26; 7:18-20; 22:14; 23:27-28). Sabía que una mala esposa es peor que estar solo (Pr 12:4; 19:13; 21:9,19; 25:24; 27:15-16). Porque aunque probó a 1.000 mujeres (1 R 11:3), a todas las halló malas y más amargas que la muerte por el dolor que le causaron (Ec 7:26-29).
Pero el proverbio no dice “una buena esposa”, solo se refiere a una esposa sin adjetivo calificativo. ¿Cómo puedes comprobar que hay una elipsis aquí? Lo sabes porque dice el que halla esposa “halla el bien, y alcanza la benevolencia (el favor) de Jehová”. Sólo con una mujer buena puedes “hallar el bien” y alcanzar “el favor de Dios”. Esto lo sabemos por las otras lecciones matrimoniales de Proverbios, por el uso de un adjetivo positivo en otros lugares (Pr 19:14), y por tales elipses en otros escritos de Salomón (Pr 15:10,23; 16:10; 29:4; Ec 7:28).
Salomón habla aquí sólo de una mujer virtuosa (Pr 12:4; 19:14; 31:30). Ella tiene que estar plenamente comprometida con el temor y el amor del Señor (Pr 31:30; 1 Co 7:39). ¿Quién podrá encontrar una mujer así? (Pr 31:10) Es tan escasa, Salomón no la encontró. Sólo la bendición de Dios la encontrará (Pr 19:14), así que prepara tu corazón para buscarla, y pídele y confía en Él para que dirija tus pasos (Pr 16:9).
¿Cómo deberías calificar a las mujeres? ¡Por el temor del Señor! (Pr 31:30) Joven, desecha primero los necios deseos de belleza (Pr 11:16,22), e ignora sus favores ofrecidos o dados fácilmente (Pr 23:27-28). Escucha la advertencia de los padres de Sansón (Jue 14:3). Busca en los lugares adecuados, con ferviente oración a Dios, y confía en Su amorosa providencia para que te lleve a ella (Gn 24:1-67).
¿Qué tan agradecido estás? Si tienes una mujer que teme al Señor y cumple con su papel, eres un hombre muy bendecido. ¿Conoce el Señor tu gratitud? ¿Ella? Si no es perfecta, es en parte culpa tuya; porque es tu privilegio y deber perfeccionarla (Ef 5:25-29).
Y tú, mujer, te debes preguntar: ¿Soy realmente algo bueno y una bendición de Dios para mi marido? ¿O soy una maldición? La respuesta la encuentras en la felicidad de tu marido y tu reputación con los demás. Además, te debes preguntar: ¿Cómo puedo cumplir mejor el papel que Dios le dio a Eva en el Edén y a mí? Las instrucciones perfectas provienen de tu Casamentero celestial. Están en Su manual de matrimonio: la Biblia. Recuerda que tu marido es tu Hacedor (Is 54:4).
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