Proverbios 19:14

“La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente” (Pr 19:14).

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Aquí hay dos reglas de sabiduría marital y familiar. Solo el Dios de la Biblia podría poner tanta sabiduría en tan pocas palabras. ¿Entiendes las dos reglas para el éxito aquí? ¿Sabes cómo aplicar la sabiduría de manera práctica en tu vida o en la vida de tus seres queridos?

Los buenos padres dejan una herencia material para los hijos, y solo una mujer virtuosa de Dios completará la ecuación. Si cada padre proporcionara económicamente a su hijo un buen comienzo matrimonial, cada generación sería mejor. Y si cada familia demandara mujeres excepcionales en su casa, cada generación mejoraría en piedad. Estas dos reglas son fundamentales para construir una gran familia piadosa a largo plazo.

Muchos hombres no dejan herencia a sus hijos. Fallan por dos razones principales. O bien no trabajan lo suficientemente duro y lo suficientemente inteligente como para generar ingresos más allá de sus necesidades, o desperdician lo que ganan en gastos insensatos o inversiones arriesgadas. O son demasiado perezosos para ganar más de lo que consumen, o son demasiado necios o egoístas para preservar el capital para la próxima generación. Ambos son pecados condenados por Salomón (Pr 18:9).

Los hijos deben ayudar a los padres en necesidad (1 Ti 5:4-8,16), pero este no es el plan de Dios para las familias nobles. Los padres que no se sostienen a sí mismos y necesitan la ayuda de sus hijos en la vejez, destruyen familias. Los cristianos deben ahorrar para sus nietos, no para sus padres (2 Co 12:14). Los hombres buenos dejan herencia a los hijos y a los nietos (Pr 13:22). Esta es la regla de Dios para las familias nobles. Nótese a Caleb y a Job (Jos 15:17-19; Job 42:12-17).

Pero las familias nobles necesitan más que riqueza para la verdadera prosperidad. También necesitan la bendición de mujeres virtuosas, porque por su carácter, diligencia, reputación y educación, las familias son edificadas en la nobleza (Pr 14:1; 31:10-31). Las mujeres nobles forman familias nobles. Encontrar una mujer promedio es fácil; encontrar una gran mujer, una mujer noble, una mujer virtuosa, es como encontrar un tesoro escondido o una ajuga en el pajar. El Señor debe bendecir tal búsqueda por Su gracia y misericordia (Pr 31:30; 18:22).

Una mujer perezosa, odiosa, mundana o santurrona impedirá que una familia alcance la grandeza. Socavará al hombre con el que se casó, y los nietos tendrán su ejemplo y sus genes. ¡Dios no lo quiera! Los padres sabios evitan a las chicas promedio para sus hijos; suplican a Dios y buscan chicas excepcionales, esas chicas escasas, con gran diligencia, gracia, espiritualidad y humildad. Los padres deben señalar ejemplos de las Escrituras y la vida de estas excepcionales mujeres.

Una gran mujer puede hacer más por una familia que la mayoría de los demás factores. No te conformes con nada menos. Búscala y gánala con celosa diligencia. Ora fervientemente y con frecuencia por este raro tesoro. Explora cada camino para encontrar una para cada hijo y nieto. Nunca transijas con una regla de las Escrituras para la esposa, o pagarás por ello. Que nada te distraiga o te impida exigir lo mejor. No te conformes con la chica o mujer promedio. Prohíbele a tu hijo que se case con alguien inferior (Gn 26:34-35; Jue 14:1-3). Encuentra una muchacha santa para él (Gn 24:1-67; 28:1-5; Esd 2:61).

¡Padre, capta la visión! Planifica ahora, prepárate ahora y ora ahora para construir una familia piadosa para las generaciones venideras ahorrando dinero para tu hijo y buscando en cielo, mar y tierra una mujer noble para él. Haz de la planificación patrimonial una meta piadosa. Confía en el Señor; haz del temor de Jehová el criterio más importante; y suplícale misericordia en tu búsqueda de una mujer piadosa para tu hijo. Encomiéndale este proyecto familiar para Su honra y gloria.

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