Proverbios 20:26

“El rey sabio avienta a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda” (Pr 20:26).

Los grandes gobernantes aplastan a los criminales. Un rey poderoso que no tolerará la oposición civil es una cosa hermosa de ver (Pr 30:31). Salomón y su padre David fueron reyes sabios y exitosos. Aquí Salomón da consejos políticos inspirados y eruditos a reyes y a otros en autoridad. Los gobernantes sabios pelearán contra y destruirán a los malvados bajo su autoridad.

El origen y propósito del gobierno civil no son misterios. El Señor Dios ordenó gobernantes sobre las naciones y otros principados políticos para castigar a los malhechores (Ro 13:1-4; 1 P 2:13-14). Resistir o resentir esta autoridad es resistir y resentir a Dios mismo. El gobierno civil tiene derecho a la pena capital al hacer cumplir sus leyes, y Dios envía a estos gobernantes como sus ministros para vengarse de los criminales que quebrantan la ley.

Hacer rodar la rueda sobre los malvados es aplastarlos. El grano se trituraba en los días del rey Salomón girando o haciendo rodar una rueda pesada sobre él (Is 28:27-28; Jue 16:21). Esto separaba el trigo de la cáscara. Un gobierno sabio tomará medidas enérgicas para aplastar a los malvados que se oponen al estado, la ley y otros ciudadanos.

La sabiduría aquí enseña que el gobierno civil debe ser estricto y severo. No puede haber tolerancia ni transigencia con los delincuentes. El compromiso y la demora provocan un aumento de la delincuencia al endurecer los corazones de los delincuentes. Se puede ver esto en los actuales jurados estancados por falta de acuerdo, las apelaciones y tácticas dilatorias de los defensores, y las suspensiones de ejecución de una sentencia (Ec 8:11).

Hay varias referencias a reyes en este capítulo de Proverbios. Salomón está brindando sabiduría a su hijo Roboam, el próximo rey de Israel, y a los gobernantes en general. Describió la virtud positiva del gran temor (Pr 20:2), la santidad en la ejecución del juicio (Pr 20:8) y el equilibrio entre misericordia y verdad en la protección de los inocentes (Pr 20:28).

Los gobernantes sabios buscan vidas tranquilas y pacíficas para sus ciudadanos productivos. Estas personas solo pueden tener tales vidas si los malvados son aventados y aplastados. Los líderes deben tomar en serio la responsabilidad de impartir justicia que su cargo les demanda, y hacer todo lo posible para destruir a los criminales y al crimen. Deben estar libres del sentimentalismo humanista que en vez ayuda, instiga, respeta o perdona a los criminales.

No hay lugar para un malvado, un criminal, en una nación justa y buena. El corredor de la muerte en los EEUU debe vaciarse de los 3700 monstruos mediante su ejecución pública en la televisión de pago, y las ganancias se deberían destinar a las familias de las víctimas. Un centavo gastado en el mantenimiento del sistema penitenciario es un desperdicio y fomenta el crimen. Las ruedas echas de rocas son baratas en comparación. David, un rey conforme al corazón de Dios, no toleraba a los criminales (2 S 4:1-12; Sal 101:4-8).

Los que se resisten al gobierno civil o hablan mal o a la ligera de los que tienen autoridad deben ser tratados con la mayor severidad. Dios mismo abrió la tierra para tragar vivos a los hombres y a sus familias por hablar contra Moisés (Nm 16:1-34). El Nuevo Testamento dice que deben ser destruidos como perros rabiosos, porque obviamente no entienden la necesidad básica o los deberes de la autoridad (2 P 2:10-12; Jud 1:8-10). No existe tal cosa como la libertad de expresión contra la autoridad en la sabiduría de Dios (Ex 22:28; Ec 10:20; Job 34:18).

Que todo hombre en una posición de autoridad use medidas estrictas y severas contra los malvados en su ámbito de control. Esto se aplica a los empleadores, padres, maridos y pastores, así como a reyes y presidentes, gobernadores y alcaldes. La justicia, la paz y la tranquilidad en cualquier sociedad dependen de líderes fuertes que las libren de los necios y su rebelión (Pr 19:25; 21:11).

Jesucristo es el mayor de los Reyes, el Rey de mayor sabiduría. ¡Él es Rey de reyes! Cuando los judíos rechazaron a Dios y Sus escrituras antiguotestamentarias y lo crucificaron, Él prometió regresar y destruir miserablemente a esos hombres malvados (Mt 21:41), derribar su templo, enviar a Sus ejércitos a quemar su ciudad (Mt 22:7), y triturarlos hasta convertirlos en polvo (Mt 21:41-44).

Él prometió no dejar piedra sobre piedra cuando destruyó Jerusalén (Lc 19:44). Les prometió más angustias y problemas de los que cualquier nación había sufrido antes o sufriría después (Mt 24:21). Él cumplió todo esto y más en el año 70 DC por medio de los ejércitos romanos bajo el mando de Tito Vespasiano Augusto. Pero al mismo tiempo, a los que temían su nombre y lo amaban, Jesús, el Sol de justicia, vino con sanidad en sus alas (Mal 4:2).

El Señor Jesucristo pronto regresará con Sus poderosos ángeles en llama de fuego para destruir en venganza a todos aquellos que han rechazado a Dios y desobedecido el evangelio apostólico (2 Ts 1:7-9). Pero Él será admirado ese día por todos aquellos que creen en el evangelio y aman Su venida, porque Él traerá bendición eterna y recompensa para ellos (2 Ts 1:10; Tit 2:13). ¡Lector, arrepiéntete de tus crímenes contra el cielo y suplica Su misericordia hoy!







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