Proverbios 20:28
“Misericordia y verdad guardan al rey, Y con clemencia se sustenta su trono” (Pr 20:28).
El servicio secreto de América juega un papel muy pequeño en la preservación de la seguridad del presidente de la nación. Las encuestas de opinión pública hacen aún menos por él. El presidente de turno necesita y desea ambas y, con demasiada frecuencia, sobrestima ambas. La misericordia y la verdad son sus mayores aliadas, y preservarán mucho mejor su influencia.
Dios instituyó el gobierno civil, y Él levanta a los hombres que ocupan los cargos en cada nación, sin importar lo que pienses (Dn 2:20-22; 4:17; Ro 13:1-7). Como Gobernante Supremo del universo, Él protege o castiga a los gobernantes, y este proverbio enseña claramente sobre qué base.
La ciencia política se enseña en la Biblia. Dado que la Biblia revela la voluntad de Dios, también revela Su voluntad sobre el gobierno civil. Dado que Salomón era un rey que escribió en particular para su hijo, también cubrió este tema bajo la dirección de Dios, para el beneficio duradero de la nación de Israel.
Todo gobernante de la tierra, sea grande o pequeño, debe humillarse ante la sabiduría divina de este proverbio. Su supervivencia personal, la duración de su tiempo en el cargo y el futuro de su nación dependen de su misericordia y verdad.
La verdad es lo que es correcto, especialmente como lo define el verdadero Dios en la Biblia. La verdad es la aplicación constante de la honestidad, la integridad, la justicia, el juicio, la equidad, la rectitud y la virtud. La verdad rechaza todo engaño, deshonestidad, mentira, fraude, corrupción o compromiso.
La misericordia es la compasión o el perdón para aquellos bajo la autoridad de un gobernante que no tienen derecho a recibir bondad ni el poder de defenderse de la estricta sentencia de la ley. La misericordia es benevolencia, gentileza y amabilidad hacia los ofensores o los impotentes.
Dios es un Dios de verdad, y espera la verdad de todos los hombres, pero especialmente de los que están en posiciones de autoridad (Dt 32:4; Ex 18:21; Is 16:5; 59:4,14-15; Jer 5:1; Zac 8:16). Cualquier hombre que ejerza autoridad sobre otros debe estar completamente comprometido con la verdad como es definida por Dios (2 S 23:3).
Dios es un Dios de misericordia, y espera misericordia de todos los hombres, pero especialmente de aquellos en posiciones de autoridad (Miq 7:18; Ex 34:5-7; Ez 33:11; Lc 15:7; Ef 2:4 -7). Todo hombre que ejerza autoridad sobre otros debe estar plenamente comprometido con mostrar misericordia a los oprimidos (Pr 31:8-9).
Dios preservará un gobernante, un gobierno o una nación que exalte la misericordia y la verdad. Destruirá a líderes, gobiernos o naciones que comprometan o corrompan a una o a ambas virtudes. La seguridad de los gobernantes y las naciones está aquí mismo, no en los guardaespaldas, la fuerza militar o las urnas.
La vida y el reinado de David, registrados con gran detalle en la Biblia, muestran muchos casos de misericordia y verdad, por lo que no debe sorprenderte que Dios misericordiosamente le perdonara a David los pecados en su propia vida, pues él había sido muy misericordioso con los demás (Sal 18:25; Sal 41:1-4; 112:4-6).
David perdonó a Abner, el comandante militar del rey Saúl que había tratado de matarlo (2 S 3:12-21). Sin embargo, el sobrino de David, Joab, mató a Abner en celosa venganza (2 S 3:22-27). Así que David en justicia mandó matar a Joab al final (2 S 3:28-29; 1 R 2:5-6).
A veces puede parecer que la misericordia compromete la verdad, pero la verdad correctamente entendida incluye la misericordia. Dios castiga a los pecadores, pero esta es una obra extraña a Él (Is 28:21). Dios es misericordioso con los pecadores, y es Su deleite perdonar (Miq 7:18). “La misericordia triunfa sobre el juicio” (Stg 2:13).
David con 600 hombres persiguió a los amalecitas que se habían llevado a su familia, pero 200 tuvieron que detenerse porque estaban exhaustos. Los 400 pensaron que los 200 no debían recibir parte del botín porque en verdad no lo recuperaron, pero David con gran misericordia los incluyó (1 S 30:9-25).
¿Por qué comió David el pan de la proposición? (1 S 21:1-6) El pan de la proposición debía ser comido solo por los sacerdotes (Lv 24:5-9). Sin embargo, David sabía que la misericordia de Dios le permitía comer el pan santo (Pr 21:3; Os 6:6). El Señor Jesús lo justificó (Mt 12:3-4).
Pero considera a Roboam, el nieto de David, y el hijo de Salomón. La nación le pidió un poco de misericordia en la reducción de impuestos, pero él exageró la verdad de la autoridad civil, los amenazó tontamente y perdió diez de las doce tribus de la nación a manos de un competidor (1 R 12:1-20).
Considera a Pilato, el gobernador romano. No tenía misericordia ni verdad. Al interrogar al Señor Jesús, preguntó con cinismo: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18:38). Y aun cuando no encontró ningún crimen en Él, lo hizo matar de todos modos por conveniencia política (Is 53:7-9; Jn 19:12-16).
¿Cuán misericordiosa es América, matando a más de un millón de nonatos al año? ¿Al elegir el gasto deficitario y la inflación para transferir la riqueza y confiscar los ahorros de los tenedores de bonos y las viudas? ¿Al hacer cumplir las penas por la crueldad contra los animales mientras protege a los asesinos de personas?
¿Cuán veraz es América, que impone la enseñanza de la evolución en sus escuelas públicas mientras prohíbe la enseñanza bíblica de la creación y el diseño inteligente? ¿Al permitir que los medios de comunicación promuevan el humanismo secular y el darwinismo social? ¿Al llamar matrimonio a dos hombres y dos mujeres en la cama?
¿Cuál es el futuro de América? Dios la arrojará al infierno (Sal 9:15-20), y se reirá mientras lo hace (Sal 2:1-12). Ella solo ha sobrevivido hasta aquí en su lamentable condición actual por la oración intercesora de los justos en ella (Gn 18:23-33; Jer 29:4-7).
¿Practicas la misericordia y la verdad para la preservación de tu vida, familia, negocio y nación? Todo marido (1 P 3:7), padre (Ef 6:4), jefe (Ef 6:9), y pastor (1 Ti 5:21) debe practicar ambas, porque estas dos virtudes son las que preservan y sostienen a todos quienes están en autoridad.
La verdad es que todos los hombres merecen un infierno eterno por sus pecados, pero la verdadera justicia de Dios castigó al Señor Jesucristo en lugar de a Sus escogidos, para “manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Ro 3:26). Qué gloriosa combinación de misericordia y verdad se encuentran en Jesucristo: se juntan y se besan en Él (Sal 85:10; 89:14).
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