Proverbios 20:5

“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará” (Pr 20:5).

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Se necesita prudencia para descubrir lo que otros saben. Lo que los sabios conocen y que podría ayudarte a tener éxito. Lo que los necios piensan y que podría costarte muy caro. Solo un hombre con discernimiento tendrá la capacidad y la paciencia para extraer planes y opiniones personales de los demás (Mt 10:16).

El símil aquí compara el consejo de un sabio a un pozo profundo, donde el agua corre muy por debajo de la superficie del suelo. Se debe aplicar un gran esfuerzo e ingenio para llegar tan abajo y traer el agua a la superficie. Sólo las personas con perspicacia (agudeza intelectual), y diligentes, identificarán los medios necesarios para la tarea y se esforzarán en ella. La mayoría buscará agua más fácil en otra parte.

Hay razones por las que se necesita una habilidad similar para obtener consejo de otros. En primer lugar, y por diversos motivos, ellos pueden temer que se conozcan sus opiniones. Segundo, pueden ser hombres humildes por la piedad y la gracia, y aunque dotados, reticentes y poco dispuestos a hablar y aconsejar. Tercero, pueden tener pensamientos pecaminosos, y darlos a conocer sería condenarse a sí mismos.

Hay un lado positivo y negativo en la lección de este proverbio. La aplicación positiva es tu beneficio en extraer consejos prudentes y prácticos de sabios consejeros para tu seguridad o éxito. La aplicación negativa es tu beneficio en descubrir planes peligrosos que acechan en los corazones o las mentes de aquellos que podrían dañar a otros, a ellos mismos o a ti.

El buen consejo de una multitud de sabios consejeros es necesario para tu éxito: esta es una de las reglas más importantes de la sabiduría, que Salomón repitió con frecuencia (Pr 11:14; 12:15; 15:22; 19:20; 20:18;24:6). Es algo muy apreciable, como un gran obsequio que alegra el corazón, recibir un consejo sincero y sabio de un hombre experimentado (Pr 27:9; 24:26; 15:23; 25:11-12).

Pero obtener tal consejo puede ser difícil, porque los verdaderos sabios también son piadosos y sobrios, y no están dispuestos a hablar hasta que se les pregunte adecuadamente y con los motivos correctos (Pr 10:19; 15:2,28; 17:27; 29:11). También hay pozos poco profundos y fuentes espumosas, que se comparan con el ruido que producen los necios, que solo derraman locura por sus labios (Pr 15:28; 29:11,20; Ec 10:12-14). A estos también debes identificar, pero para evitarlos.

Si el sabio consejero es reticente de dar su consejo, debes asegurarle respetuosamente que aprecias cualquier consejo que pueda darte, que lo usarás con discreción y que no hay ataduras ni responsabilidad u obligación de su parte. Debes ser muy cauteloso al considerar su consejo. Deja que él te aconseje, no al revés.

Si el consejero sabio es humilde, debes recordarle que necesitas su consejo; que él tiene los años, la experiencia o la reputación de sabiduría, y que estás obedeciendo la sabiduría de Salomón al pedírselo. Debes proporcionarle suficientes antecedentes para ayudarlo en su análisis de tu situación, y agradecerle todo lo que te ofrezca.

Un hombre entendido sabrá cómo tomar el consejo elemental de los dos párrafos anteriores y aprovecharlo para lograr una entrevista exitosa con cualquier tipo de consejero sabio: el reticente o el humilde. Con ambos consejeros, debes ser lo suficientemente abierto como para demostrar tu sinceridad. Practicando un carácter piadoso y respetando humildemente a los hombres sabios, aprenderás a sacar mucha agua pura de pozos profundos.

Considera la sabiduría de Abigail al tratar con su marido necio y con el sabio David. Lo oportuno de su acción, el uso de la ofrenda, la gran humildad, el enfoque amable, el tono y las palabras prudentes sacaron agua profunda del corazón de David para una gran victoria ese día (¡y el matrimonio diez días después!). Considera también cómo la reina de Saba se acercó al rey Salomón para conocer su sabiduría (1 R 10:1-7).

Los que están en autoridad deben descubrir el otro tipo de consejo: los planes de los necios o de los malvados que ocultan por temor al castigo (Pr 25:2; 29:19; Dt 13:12-15; 1 Co 1:10-13). Esta es la obra de padres, jefes, maridos, gobernantes y pastores. Deben crear seguridad, planificar un enfoque inteligente y explorar con preguntas inteligentes como su bomba extractora.

Padre, ¿te comunicas a menudo con tu hijo para conocer su corazón y mente sobre las cosas que más le preocupan? ¿Tienes el entendimiento enseñado en este proverbio para extraer sus miedos y pensamientos internos? ¿Puedes combinar amor, conocimiento y autoridad, en ese orden, para abrir el corazón de tu hijo y ayudarlo? (Pr 23:26)

Mejor aún, hijo, ¿vas al pozo profundo de tu casa y obtienes el consejo y la ayuda que necesitas para tener éxito? Si bien puedes pensar que sabes algo a los 16 o 26 años, aún tienes una gran necesidad de asesoramiento. ¿Sabes cómo obtener instrucción sincera y amorosa de tu padre? Esta es la lección. Ábrete a él y aprende de él hoy.

El Dios cristiano es como ningún otro. Su consejo no está escondido entre los antiguos, ni enterrado en interminables tradiciones verbales, ni disfrazado con oscuros jeroglíficos, ni reservado para algún sacerdocio, ni salmodiado sin sentido en árabe o latín. Lo que es necesario para ti está claramente escrito en la Biblia (Dt 29:29; Sal 19:7-11; 119:128; 2 Ti 3:16-17).

El Señor Jesucristo es el Consejero eterno en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Is 9:6; Col 2:3). ¿Lo conoces? ¿Lo amas? Él dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn 14:23). Y: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14:26).

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