Proverbios 21:11

“Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia” (Pr 21:11).

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Diferentes platos para diferentes personas. Una palabra al sabio es suficiente. Sin embargo, no puedes discutir con el necio. Esta sabiduría popular brota de este proverbio, que fue escrito hace 3.000 años atrás. Aquí hay tres tipos de personas, y solo hay dos acciones que representan el trato adecuado para las tres (Pr 19:25).

Un escarnecedor es una persona arrogante y rebelde que ridiculiza y desprecia la autoridad, la corrección y la instrucción. Es tan engreído en sus opiniones que no se le puede enseñar nada de valor moral o espiritual (Pr 9:7-8; 13:1; 15:12; 21:24). Debe ser castigado y rechazado (Pr 22:10). Salomón dijo que un escarnecedor es peor que un necio, cuyos pecados de necedad, ignorancia y pereza son menores que el orgullo despectivo del escarnecedor (Pr 12:1; 24:9; 26:12).

Un simple es una persona ignorante sin mucha inteligencia o carácter. Tiene poco conocimiento y sabiduría, y reacciona a lo que ve y siente más de lo que puede comprender mediante un análisis o una reflexión prudente (Pr 14:15,18; 22:3). Al simple se le puede enseñar, pero es un proceso laborioso (Pr 1:4; Sal 119:130). Debido a que carece de discreción y comprensión, a menudo aprende mejor de las lecciones prácticas y la experiencia: los golpes de la vida.

El sabio teme a Dios y guarda sus mandamientos (Pr 1:7; 9:10; Sal 111:10). Ama la corrección, la instrucción, las reprensiones y las advertencias; él sabe que tales aportes son la única forma de obtener más sabiduría (Pr 1:5; 12:1). Este hombre noble recibe la enseñanza con una mente dispuesta, escudriña las Escrituras para probar que lo que ha oído es verdad, y si es así, lo cree y lo obedece (Hch 17:11). Aunque es sabio, igual busca consejo para las decisiones importantes (Pr 24:6).

Cuando tratas con personas, especialmente con aquellas que están bajo tu influencia, debes tener en cuenta dos acciones básicas. Las dos acciones lidian eficaz y sabiamente con los tres tipos de personas mencionadas en el proverbio. Primero, debes identificar el tipo de persona con la que estás tratando para aplicar la acción correcta. Aquí está la lección: al escarnecedor no se le puede enseñar nada; sólo debe ser castigado, lo que te librará de sus contiendas y también le dará al simple una lección objetiva para su adquisición de sabiduría. El sabio puede ser corregido con sencillas reprensiones e instrucción adicional (Pr 19:25).

Considera una oficina o un hogar. Te salvas de contiendas castigando y rechazando al escarnecedor (Pr 22:10). Al castigarlo antes de rechazarlo, le das una lección objetiva al simple para que tema a la autoridad y evite la actitud y las acciones del escarnecedor. Los sabios y los niños solo necesitan instrucción o reprensión, porque sumisamente aprenderán ambas. Tu vida acaba de ser simplificada: el escarnecedor se ha ido, el simple es advertido, y el sabio te ama por haberlo hecho más sabio (Pr 9:8-9; 28:23).

El Señor Jesucristo supo utilizar perfectamente estos dos enfoques para ahuyentar a los escarnecedores, iluminar a los simples e instruir a los sabios (Mt 7:28-29; 15:12-14; 21:45-46; 22:46; Mr 12:37). Aprende más sobre Él y Su sabiduría de la Biblia, y luego pídele que te ayude a ser más como Él, discerniendo a tu audiencia y lidiando correctamente con ella.

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