Proverbios 21:2

Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones” (Pr 21:2).

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¡Claro que crees que tienes razón! Siempre piensas que tienes razón. Incluso crees que tienes la razón cuando otros te dicen que estás equivocado. Pero, ¿qué piensa el Señor, Dios de los cielos, de tus caminos? Él conoce cada pensamiento de tu mente y la intención de tu corazón.

Una gran maldición sobre la humanidad es la confianza arrogante de cada hombre en sus propias opiniones. Sólo unos pocos aprenden a desconfiar de sus propias ideas, y son grandes y sabios en la tierra. Es una desventaja horrible para un hombre permitir que sus opiniones y pensamientos permanezcan sin control en su mente. Cometerá errores desastrosos en la vida y finalmente será destruido.

El Señor Jehová, creador del cielo y la tierra, ve y considera cada corazón humano en cuanto a sus motivos, su humildad, su temor por Él, su reverencia a Su Palabra, y su uso de consejeros y maestros. Él no tiene consideración por ningún hombre ni por sus opiniones, porque Él sabe que todos los pensamientos de todos los hombres son necios y vanos (Sal 94:11; 1 Co 3:18-20).

Desde un adolescente tonto que conduce a exceso de velocidad hasta una secretaria promiscua, cada persona piensa que tiene razón y que no sufrirá por sus acciones. Se precipitan ciegamente hacia adelante en vanidosa locura hacia su propia destrucción. Solo la gracia de Dios puede evitar que este aspecto maligno de la depravación inherente del hombre consuma y destruya a todos los hombres.

La persona egocéntrica se justifica a sí misma y condena a los demás, porque presume que tiene razón. ¡Qué peligroso y profano error! ¡Qué horrible autoengaño! La mujer con una boca presumida no puede dejar de hablar, porque piensa con arrogancia que los demás deberían apreciar sus repugnantes eructos. 

Los hombres se acercan a la Biblia con la misma arrogancia. Aunque apenas destetados, ya pontifican sobre asuntos que no entienden. Deciden que la pena capital es cruel, que la elección es una doctrina horrible, que usar una vara en los niños es abuso, que rociar a los bebés es un bautismo tan bueno como sumergir en agua a los verdaderos creyentes, y que un árbol de Baal en el solsticio de invierno por orden del Papa honra el nacimiento del Señor Jesús. Pero el Señor Jehová pesa sus malvados corazones.

¿Creen que Él no ve? ¡Él llena el cielo y la tierra! (Jer 23:23-24) Él conoce los pensamientos y las intenciones de cada corazón: todas las cosas están desnudas y abiertas ante Sus santos ojos (He 4:12-13). Tus fantasías más íntimas y secretas quedan expuestas (Pr 5:20-21; Ec 12:14). Los judíos más de una vez se dieron cuenta de que el discernimiento del Señor era sobrenatural  (Mt 9:3-4; 12:25).

Cura tu enfermedad. Termina tu maldición. Humíllate y adora a tu Creador (Pr 9:10). Piensa y ora como Salomón, quien le dijo a Dios que era un niño pequeño que no sabía cómo gobernar a Israel (1 R 3:5-9). El Señor del cielo y de la tierra oculta la verdad y la sabiduría a los que se creen sabios y las revela a los niños (Mt 11:25-27).

Odia los pensamientos vanos, principalmente los tuyos (Sal 119:113; 101:2). Pídele a Dios que examine tu corazón para que te aparte del mal camino (Sal 139:23-24). Estima la Escritura por encima de todo conocimiento, y odia toda idea contraria a ella (Sal 119:128). Para decisiones importantes, usa una multitud de consejeros (Pr 15:22) y la oración por sabiduría (Ef 1:15-22; Stg 1:5). “No seas sabio en tu propia opinión: teme a Jehová, y apártate del mal” (Pr 3:7).

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