Proverbios 21:30
“No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová” (Pr 21:30).
Si dudas de que Dios sea soberano, no lo harás después de leer y reflexionar sobre este proverbio. Que todos los que conocen y aman al Señor digan: “¡Amén!” Si buscas pasajes bíblicos con revelaciones de verdad absoluta y declaraciones dogmáticas de doctrina, aquí tienes uno de los mejores.
Él solo es Dios, y ningún otro ser en el cielo o la tierra puede resistirlo o cuestionarlo. Él hace Su propia voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Tú, confiesa cualquier rebelión y humíllate a Sus pies. Alábalo y adóralo por siempre.
Dios convirtió al monarca más grande de la historia del mundo en una bestia herbívora, hasta que ese hombre lo bendijo y lo alabó como Rey de los cielos y de la tierra (Dn 4:1-37). Está registrado en las crónicas del Imperio Babilónico. Fue publicado por toda la tierra en todos los idiomas conocidos para todas las naciones conocidas de su tiempo.
Aquí está el principio de la sabiduría (Pr 1:7), la base del entendimiento (Pr 9:10) y la fuente del conocimiento (Pr 1:29). Creer plenamente en la soberanía del Señor es el fundamento esencial para pensar y vivir correctamente. ¡Presta mucha atención!
El poderoso Faraón, rey absoluto y dios de Egipto, le replicó al predicador del Señor, Moisés: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Ex 5:2). Después de asolar Egipto con diez plagas y matar a los primogénitos de la nación, el Señor le quitó las ruedas al carro de Faraón y lo dejó ahogarse en las aguas del Mar Rojo. ¡Gloria a Dios!
Ben-adad, rey de Siria, pensó que Jehová e Israel estaban limitados a pelear en las colinas, pero Dios destruyó a su ejército en la llanura, derrumbando un muro sobre él (1 R 20:22-30). El rey Acab pensó que podía disfrazarse en la batalla y anular la profecía de Jehová acerca de su muerte, pero un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura (1 R 22:30-40). Senaquerib, rey de Asiria, blasfemó profanamente contra Jehová. Perdió su ejército en una sola noche ante el ángel del Señor, y sus propios hijos lo asesinaron, mientras le preguntaba a su falso dios por qué había perdido la batalla tan vergonzosamente contra Israel (2 Cr 32:21).
Herodes el Grande pensó que podía deshacerse del Rey enviado por Dios matando a los niños de Belén, pero murió miserablemente unos meses después, con el Señor Jesús a salvo en Egipto (Mt 2:1-20). Herodes Agripa permitió que los ciudadanos de Tiro y Sidón lo alabaran como a un dios, pero el verdadero Dios lo mató haciendo que gusanos se lo comieran mientras aún estaba vivo (Hch 12:20-23).
Los judíos conspiraron para matar a Jesús y eliminar a este Hombre justo de su nación, pero después de su resurrección Él envió a los ejércitos romanos que destruyeron miserablemente a esos asesinos y quemaron su ciudad (Mt 22:1-7). Clamaron: “No queremos que este reine sobre nosotros” (Lc 19:14). Dijeron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mt 27:25). ¡Y así fue! Jesús reinó sobre ellos de todos modos y vengó Su sangre en el año 70 D.C.
¡El Señor Jehová es Rey de reyes! ¡Él es Señor de señores! El presidente, el Congreso, la Corte Suprema y todos los demás funcionarios electos y designados de todos los estados del mundo deben humillarse ante Él. Cualquier legislación, interpretación o acción contraria a Su voluntad expresada en las Sagradas Escrituras pronto recibirá un castigo terrible y espantoso. La advertencia del Salmo 2:1-12 es que deben honrar al Hijo antes de que Él los destruya por completo.
Coré y sus compinches pensaron que podrían ladrar contra Moisés y salir ilesos, entonces el Señor abrió la tierra y ésta se los tragó vivos a ellos y a sus familias (Nm 16:1-34). Ananías y Safira pensaron que podían mentir con respecto a las ganancias de sus bienes raíces y la ofrenda a la iglesia, pero el Señor los mató por mentirosos (Hch 5:1-11). ¿Honras al mensajero que Dios te ha enviado para recordarte estas cosas?
Los evolucionistas rechazan al Creador, pero no pueden evolucionar lejos de la muerte y su cita para encontrarse con Él en el terrible tribunal de la Justicia divina (He 9:27). ¡Los necios suicidas piensan que pueden acabar con su conciencia productora de culpa mediante el auto-homicidio, solo para despertar frente al Temible Soberano del Cielo declarando que el homicidio merece un infierno eterno y consciente!
Adán y Eva pensaron que podían cubrir su culpa y vergüenza con hojas de higuera y esconderse del Señor entre los árboles del Jardín, así como los hombres tratan de cubrir sus pecados y esconderse hasta el día de hoy. ¡Pero fueron descubiertos y condenados! Jonás pensó que podía escapar de su llamado al ministerio huyendo a Tarsis, ¡pero el Señor envió una ballena para corregirlo!
No hay sabiduría contra la sabiduría del Señor, así que escoge Su sabiduría (Sal 119:128; Is 8:20). No hay sabiduría contra la providencia del Señor, así que acepta humildemente tus circunstancias con temor y contentamiento (Fil 4:11; 1 Ti 6:6). No hay sabiduría contra el juicio de Jehová, así que obedécele con corazón alegre (Nm 32:23). No hay sabiduría sino la que Él da y revela, así que pídesela y agradécele (Stg 1:5).
Los verdaderos ministros de Dios han sido asignados y ordenados para hacer guerra contra tu vana imaginación y altivos pensamientos (2 Co 10:4-6). Es su deber predicar: “Así dice el Señor”, que aparece más de 400 veces en la Biblia, lo cual es predicar Sus pensamientos en contra de los tuyos. Ni siquiera deben perder el tiempo con tus preguntas tontas (1 Ti 4:7; 6:20-21; 2 Ti 2:16,23; Tit 3:9-11). Si no tienes cerca de ti a un predicador que te predique así, búscate uno.
No imagines ni pienses por un minuto que puedes pecar y escapar de Él, quien conoce y juzga tu pecado. No te engañes pensando que puedes trastocar Sus reglas de sabiduría y tener éxito. No pienses que puedes tomar medidas de precaución para librarte de Su juicio. No imagines que has descubierto una sabiduría mejor que Sus Escrituras. En lugar de resistir o rebelarte, arrepiéntete y conviértete. Tal vez Él tenga misericordia de ti.
¿Cómo escaparás del Señor? ¿Qué tramas contra Su palabra incluso hoy? Recuerda que tu pecado te alcanzará (Nm 32:23). ¿Tu hipocresía te engaña? ¿Pesarás tus buenas obras delante de Él? ¿Lo moverás a compasión el Día del Juicio? Eres una persona muy necia si confías en alguno de estos engaños. ¡Pídele misericordia, ahora!
Ni los caballos (Sal 33:17), ni los carros (Sal 20:7), ni los príncipes, ni los hombres (Sal 146:3-4) podrán salvarte. Estarás desnudo ante Su trono de juicio suspendido por Su mera voluntad, porque el cielo y la tierra huirán de Su presencia, y Él juzgará todas tus obras (Ap 20:11-15). Humíllate ante Él hoy, cree en Su Palabra, confiesa tus pecados y suplica por Su misericordia. Adórale y no peques más (Sal 4:4). Prepárate para encontrarte con tu Dios (Am 4:12).
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