Proverbios 21:3
“Hacer justicia y juicio es a Jehová Más agradable que sacrificio” (Pr 21:3).
Aquí está uno de los más grandes proverbios. ¡Dale a Dios la gloria! Enseña una regla piadosa de la ética cristiana para guiar tu vida. Tómate el tiempo para aprender esta prioridad de la sabiduría y humíllate ante su justicia, para que puedas agradar a Dios y encontrar una gran paz en medio de los dilemas de la vida.
¿Anhelas obtener sabiduría? Aprende este proverbio, y no lo olvides. La lección es más difícil que otras y requiere explicación, ilustración y aplicación, pero te dará respuestas sencillas para situaciones que otros piensan que son increíblemente difíciles. Encontrarás misericordia y libertad para tu propia alma y las almas de los demás. ¡Gracias, bendito Dios, por tu sabiduría!
Los fariseos no pudieron comprender este principio, por lo que el Señor Jesús lo usó para cerrarles la boca más de una vez (Mt 9:13; 12:7). Aunque los judíos lo leyeron, lo memorizaron, contaron sus letras, se lo ataron a la frente y en las manos, y besaron las marcas de tinta en los rollos (Mt 23:5; Jn 5:39; Ro 2:17), nunca estuvieron ni cerca de captar el espíritu de esta regla del corazón de Dios.
“Justicia y juicio” es hacer lo que es moralmente correcto. Hacia Dios, es un corazón puro que obedece Sus palabras (1 S 15:22-23; Sal 51:16-17). Hacia los hombres, es ser justo, correcto y amable como lo define Dios (Ex 18:21-22; Dt 1:16-17; 16:18-19; 2 S 8:15; 15:4; Sal 82:1-4; Ec 5:8; Is 59:4,14; Jer 22:15-16; Ez 45:9; Jn 7:24). “Justicia y juicio” es guardar los dos grandes mandamientos, que son mayores que cualquier sacrificio o culto externo (Mc 12:33).
“Sacrificio” es guardar externamente las ordenanzas y los servicios de la religión oficial de Dios, compuesta por estrictas ceremonias y rituales. También es obedecer la letra de los mandamientos o darle adoración a Dios mientras se descuida o se viola el espíritu o la intención de esas leyes y de la misericordia personal. Incluso si Jehová mismo ordenó la ley y todas sus ceremonias, hay un tiempo y una manera correctos e incorrectos para guardarlas y cumplirlas.
El hombre perfecto hará ambas cosas, pero sabe que la religión del corazón es más importante que la religión ceremonial del culto público (Mt 23:23; 1 S 15:22-23; Miq 6:6-8). David tenía sed de Dios como ningún otro, pero también se le ocurrió la idea de edificarle al Señor un templo fabuloso. Al igual que su padre, Salomón ansió sabiduría interna para agradar a Dios, pero igual superó a todos los reyes en el culto público. Un hombre perfecto hará ambas cosas.
Isaías declaró que Israel era como Sodoma y Gomorra porque guardaba la religión ceremonial de Dios pero descuidaba la caridad y la misericordia en los tratos interpersonales (Is 1:10-20). Isaías nuevamente condenó la apariencia externa de justicia de Israel por el servicio formal a Dios mientras violaba en privado los derechos y necesidades de quienes los rodeaban, incluso la familia (Is 58:1-10). Comprende y ama la diferencia entre la religión ceremonial y la que nace del corazón santificado.
Isaías explicó además que Dios es tan grande que no necesita tus ofrendas ceremoniales, y cualquier pecado en tu corazón o en tu vida personal corrompe la adoración que haces públicamente, sin importar cuán correcta sea según la ley (Is 66:1-4). Aquí está la sabiduría: tu justicia interna y personal santifica y embellece tu adoración pública y externa, pero la adoración pública y externa no puede y no santificará a un corazón pecador ni a una vida pecaminosa (Pr 15:8; 28:9; Hag 2:10-14).
No importa que Dios haya dado los mandamientos. No importa si guardas los detalles de ellos a la perfección. Dios valora el trato justo, correcto y misericordioso hacia el prójimo como más importante que la precisión ceremonial. Él se preocupa mucho por los detalles de tu servicio religioso, pero no cuando entran en conflicto con las necesidades legítimas de los demás. Esta distinción es divina, ¿puedes comprenderla? La verdadera caridad triunfa sobre la adoración ceremonial.
La verdadera justicia valora la equidad y la misericordia por encima de la estricta observancia de las leyes de Dios. El juicio verdadero valora el bienestar de los demás más que las ceremonias o leyes de Dios diseñadas para la bendición del hombre. Por ejemplo, la justicia y el juicio piadosos saben cuándo es aceptable mentir, aunque Dios condena estrictamente la mentira (Ex 1:15-21; Jue 4:18-21; 1 S 16:1-2; 21:1-2, 10-15; 2 S 15:31-37; 17:15-22; 1 R 3:16-28; 2 R 10:18-21).
Para otro ejemplo, la ley de Moisés requería descansar el día de reposo. Los que no tienen sabiduría y exaltan el “sacrificio” exigirían guardar el sábado incluso en perjuicio del hombre, aunque el sábado se le dio al hombre para que descansara (Ex 23:12). Tal religión en blanco y negro, con apego a los detalles, siempre es más fácil que hacer “justicia y juicio”, lo que requiere un corazón santo y puro.
Aquí está la preciosa sabiduría y la lección inspirada: amar a Dios desde el corazón y hacer lo correcto, ser bueno y misericordioso con los demás y contigo mismo agrada a Dios más que cumplir estrictamente con los detalles de Sus ceremonias. Un corazón puro con caridad sincera y servicio a los demás es más importante que los detalles de la adoración formal. Rechaza la herejía de que asistir fielmente a Misa protegerá tu alma sin importar como vives. Recibe el conocimiento de que incluso los mandamientos específicos y los detalles de la ley ceremonial pueden romperse para lidiar correctamente con una necesidad humana.
Esta regla no alienta el descuido del culto formal, ya que el mismo Salomón fue un gran ejemplo de sacrificio costoso (1 R 3:4; 8:64-66; 2 Cr 7:5). Los verdaderos adoradores harán ambas cosas (Mt 23:23). Pero cuando enfrentes un conflicto entre ayudar caritativamente a una persona y cumplir un deber estricto de adoración, haz que la misericordia y la compasión sean más importantes. No debes exaltar la ley ceremonial por encima de la misericordia y el espíritu. Cuando te enfrentes al dilema de guardar los mandamientos ceremoniales y ayudar a una persona, elige siempre ayudar.
Este proverbio no es la única cita para esta regla en el Antiguo Testamento. También se encuentra en otros lugares (Miq 6:6-8). La citada por el Señor Jesucristo es Oseas 6:6: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”.
La Biblia ilustra la regla con ejemplos. El Señor Jesús criticó a los judíos por pensar más en la circuncisión y el sábado que en sanar a un hombre (Jn 7:21-24; 5:1-16). Es verdadera “justicia y juicio” sanar a un hombre, incluso si se quebranta la importante ley de guardar el sábado. Dejar cojo a un hombre, aunque sea por un día más, para guardar el sábado, es un “sacrificio” inicuo. Estos demonios despiadados cortarían a un hombre (circuncisión) en sábado, pero le prohibieron a Jesús sanar a un hombre en sábado después de yacer impotente en una cama durante 38 años.
Si crees que estos hombres malvados y odiosos son parte de la historia, estás equivocado. Todavía existen. Los fariseos y los doctores de la ley todavía están a cargo de la religión formal. Tienen mentes pequeñas y corazones estrechos. Preferirías encontrarte con una osa a la que le robaron sus cachorros que con uno de estos fariseos arrogantes y santurrones. Sus feos corazones salen a la luz cuando se alaba a Dios por un pecador arrepentido o se pide misericordia para cualquiera en contra de la tradición. Debes regocijarte en la forma en que el Señor los despreció, ridiculizó, ignoró y derrotó.
Cuando David tuvo hambre, tomó del tabernáculo los panes de la proposición que según la ley sólo podía comer los sacerdotes (1 S 21:1-6). Ni siquiera los levitas no podían comer el pan de la proposición. Pero David quebrantó el claro mandamiento de la ley porque conocía a su Dios (Ex 29:32; Lv 24:9), y el Señor Jesús no solo lo justificó si no que lo puso como ejemplo de lo que se debía hacer (Mt 12:3-4).
¿No te emociona la “justicia y juicio” de David? No es de extrañar que fuera un hombre conforme al corazón de Dios: pensaba como Dios piensa. Sabía que la misericordia es más importante que el pan de la proposición. El rey Saúl, por otro lado, pensó profanamente que un sacrificio del botín amalecita justificaría ignorar el mandato de Dios de aniquilarlos por completo (1 S 15:1-29). Tales fariseos sonarán muy santos cuando hablen de guardar celosamente la adoración de Dios, mientras ignoran los principios espirituales que Dios considera más importantes. ¡Sé un David, no un Saúl!
Cuando los apóstoles recogieron maíz y lo comieron en sábado, los fariseos los condenaron por quebrantar la ley (Mt 12:1-2). Pero el Señor Jesús les recordó a estos legalistas religiosos sobre el caso de David y el trabajo del sábado de los sacerdotes (Mt 12:3-5). Luego aplicó sabiamente el principio relacionado de la misericordia para defender a los apóstoles, y reprendió a los fariseos por ignorar sus propias Escrituras (Mt 12:3,5,7). ¿Eres más como Jesús, o los fariseos?
Los fariseos exaltaron convenientemente el Corbán, su promesa de ofrenda para el templo, para evitar cuidar a sus padres ancianos en necesidad (Mt 15: 3-6; Mr 7: 9-13). Hicieron de un “sacrificio” futuro para el mantenimiento del templo más importante que hacer “justicia y juicio” a sus propios padres. Esta actitud despiadada de usar los mandamientos de Dios para cubrir la falta de amor y misericordia es exactamente lo que condena el proverbio. El Señor Jesús exalta la justicia y el juicio, incluso si eso significa quebrantar la ley de Dios sobre la adoración formal.
Por ejemplo, en sábado el Señor Jesús sanó a una mujer que había estado encorvada durante 18 años a causa de un espíritu maligno de enfermedad. El principal de la sinagoga lo reprendió delante de la gente y le dijo que la sanidad debería tener lugar en los otros días de la semana. Escucha a este malvado defender la letra de la ley de Dios. ¿Deberíamos apreciar su posición por el rigor? ¡Nunca! Este no es el único evento de este tipo en los evangelios; hay muchos más.
El Señor Jesús lo llamó hipócrita, porque lo era; y les dijo a los presentes que cada uno de los fariseos ayudaría a su buey a beber agua en sábado, y luego justificó quebrantar el sábado por causa de la mujer (Lc 13:10-17). ¿El resultado? Sus enemigos se avergonzaron, y el pueblo se regocijó por Sus obras de bondad y misericordia. ¿Qué le consiguió esta sabia aplicación del juicio divino? ¡El odio asesino de los fariseos!
Los fariseos pretenden que aman la palabra de Dios, pero solo aman las reglas en blanco y negro cuando les son convenientes. Rechazan el concepto de sabiduría. (No hay sabiduría que siga las reglas en blanco y negro, porque eso es simplemente cumplimiento formal de reglas externas.) La sabiduría aplica correctamente los principios de Dios; aprende las prioridades espirituales de Dios escondidas en Sus mandamientos. Los fariseos son demasiado justos, como advirtió Salomón (Ec 7:16). El Señor Jesús ridiculizó su meticuloso diezmo de incluso las hierbas mientras pasaban por alto cosas más importantes como la misericordia (Mt 23:23).
Cuando Naamán regresó a Siria después de haber sido limpiado de la lepra, sus deberes incluían acompañar al rey al culto pagano. La costumbre requería que se inclinara con su amo ante el ídolo pagano Rimmon. ¿Qué consejo le dio Eliseo a este concienzudo creyente en Jehová, que tendría que inclinarse ante la idolatría pagana como parte de su trabajo? (2 R 5:18-19) ¡Ve en paz! ¡No te preocupes! Los fariseos se habrían puesto azules y se habrían ahogado con tanta misericordia, porque nunca aprendieron el proverbio ante tus ojos.
El divorcio y el nuevo matrimonio es a menudo uno de los problemas más difíciles que enfrentan los pastores. Si las Escrituras solo permiten la fornicación y el abandono como motivos para el divorcio y el nuevo matrimonio (Mt 5:32; 19:9; 1 Co 7:12-16, 27-28), puede haber oportunidades para que practiquen este proverbio. Pero habrán casos que no sean adulterio o deserción, sino similares o peores en naturaleza o efecto, donde el divorcio esté justificado por esta regla y su contraparte del Nuevo Testamento (Mt 12:7). Un pastor sabio sopesará tales principios. ¿Hay alguien como David para decidir con sabiduría qué hacer?
La mayoría de los pastores conservadores tendrían miedo de usar esta regla, porque han sido entrenados para ser rigurosos con la letra de la ley, ignorando el espíritu. No entienden este proverbio o sus contrapartes del Nuevo Testamento. Deben mantener la tradición de los fariseos o ser considerados libertinos por aquellos que odian la misericordia. Que Dios levante hombres para rechazar la esclavitud del fariseísmo y promover la libertad de Jesucristo, pero sin comprometer la ley de Dios por mero capricho o conveniencia. ¡Señor, que haya más pastores como David!
Si eres débil en la fe y necesitas más coraje, el Señor da más apoyo a tales aplicaciones de la misericordia, porque también defendió a sus apóstoles cuando recogían maíz en el día de reposo diciendo: “El día de reposo fue hecho para el hombre, no el hombre para el día de reposo” (Mr 2:23-28). ¿Qué quiso decir él? Quería decir que el sábado tenía un propósito y una intención que reemplaza al mandamiento mismo. Si pudieras guardar el propósito y la intención del día de reposo, incluso mientras quebrantas la letra estricta de la ley del día de reposo, estás justificado al hacerlo.
Puedes fácilmente concluir que el matrimonio fue hecho para el hombre, no el hombre para el matrimonio. ¿Por qué obligar a un matrimonio a permanecer unido, si el propósito del matrimonio ha sido destruido irremediablemente? La única razón sería exaltar el “sacrificio” sobre la “justicia y el juicio”, lo que viola el proverbio y muestra la mentalidad farisea en un corazón. La intención de la regla es para tu sabiduría; este es el propósito de Proverbios; este es el propósito de Proverbios 21:3.
La sabiduría discierne la intención de un mandato para mantener el espíritu del mismo mientras se rompe la letra. Sin embargo, esta libertad es sólo para aquellos que mantienen unidos los matrimonios con todas sus fuerzas, porque el hombre no debe separar a la ligera lo que Dios unió. ¿Esto es hablar por ambos lados de la boca? ¿Es esto ser hipócrita al respaldar posiciones opuestas? No, es trazar correctamente la palabra de verdad y encontrar el equilibrio de la sabiduría de Dios. ¡Amén!
Esta es una gran sabiduría, la de David y la del del Señor Jesús, y está disponible para ti si confías en la palabra de Dios, como en este proverbio. El Señor Jesús condenó a quienes juzgaban las situaciones por su apariencia más que por sus hechos y efectos (Jn 7:24). Sabía que había una manera diferente de ver las situaciones, y era evaluando con rectitud todos los ángulos: con justicia y juicio. ¿Juzgas por la apariencia simplista y superficial de una situación, o puedes evaluarla correctamente a un nivel más profundo para llegar a la respuesta verdaderamente sabia?
Hay una gran necesidad de un juicio sabio y justo en muchas situaciones. A veces hay contradicciones, o aparente conflicto, entre los estatutos y preceptos de Dios. Josafat ordenó jueces que pudieran juzgar más allá de la apariencia de controversias para determinar la solución justa, basada en la justicia y el juicio. Su encargo a estos hombres acerca de sus deberes es muy instructivo (2 Cr 19:8-11).
Considera otro ejemplo. Si los negocios, la salud o las vacaciones de un hombre lo alejan de las reuniones de la iglesia, se debe aplicar la prioridad de la misericordia según este proverbio (He 10: 23-25). No lo condenas por ser menos cristiano; lo animas por ser un sabio misericordioso. Y no objetas ni evitas aplicar este principio a ti mismo (Pr 11:17).
Este proverbio no se puede usar para descuidar tontamente o quebrantar los mandamientos de Dios. Debes saber lo que le sucedió al hombre que con presunción recogió leña el sábado (Nm 15:30-36) y a David cuando movió incorrectamente el Arca de la Alianza (2 S 6:1-11). Solo cuando hay un conflicto entre los mandamientos o una necesidad de misericordia hay motivos para considerar principios de sabiduría como este proverbio.
Debes estimar que todos los preceptos de Dios son rectos (Sal 119:128), y debes saber lo que el Señor Jesús enseñó acerca de los que quebrantan los mandamientos más pequeños (Mt 5:19). Pero no debes dudar en anular las ordenanzas ceremoniales para mostrar amor y misericordia en situaciones difíciles o dolorosas para tu prójimo. ¡La misericordia de Jehová es para siempre!
El Señor Jesús enseñó misericordia como nunca antes se había visto en Israel. Enseñó a no devolver el mal (Mt 5:38-42), el amor a los enemigos (Mt 5:43-48), el gozo por el arrepentimiento de los pecadores (Lc 15:1-32) y la sobreabundante bendición de la misericordia para quienes la muestran (Lc 6:37-38). Pero la regla había sido dada en el proverbio que tienes aquí. ¿Aprovecharás la gracia de Dios y aprenderás esta preciosa sabiduría del cielo a través de la pluma de Salomón? ¿Serás capaz de encontrar el equilibrio y la prioridad de Dios y poner primero la justicia, la misericordia y la humildad? (Miq 6:6-8)
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