Proverbios 22:14
“Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere airado caerá en ella” (Pr 22:14).
La adulación te meterá en serios problemas, si la recibes de una mujer extraña. Ruega a Dios que te proteja, porque la adulación femenina ha destruido a muchos grandes hombres. Recuerda a Sansón, a David y al mismo Salomón. No permitas que ninguna mujer te haga caer en la fosa profunda de sus engaños y manipulaciones.
Las palabras halagadoras de una mujer extraña son una atracción formidable, y seducen y atrapan al hombre en el pecado, como se atrapa un animal salvaje en la trampa que se cavó para ese fin. Agregando besos íntimos a sus palabras seductoras, solo unos pocos hombres excepcionales pueden resistirse a ella. Su cálido abrazo y sus encantadoras palabras deberían darte escalofríos, porque indican que el Señor te ha abandonado.
En la época de Salomón, cavar una fosa profunda y cubrirla con ramas y hojas era una manera efectiva de capturar a un animal salvaje. Mientras merodeaba por la noche, el animal caía a través de la cubierta débil y luego no podía salir de la fosa. De la misma manera, la boca halagadora de una mujer coqueta oculta el dolor, la angustia y la destrucción que produce el caer en su trampa (Pr 23:27-28; 6:29).
Una vez que un hombre se ha enamorado de los placeres seductores de una mujer fácil, rara vez se recupera. La fosa es demasiado profunda y la tierra demasiado suelta para permitirle escapar (Pr 23:27). Proverbios y el resto de las Escrituras advierten que solo unos pocos hombres son librados de la adicción y de las consecuencias de los pecados sexuales (Pr 2:19; 5:22; 6:32; 7:26; 9:18; 2 P 2:14; Ap 21:8).
Una mujer promiscua usa sus labios para seducir, invitar y besar a su presa hasta someterla, y muy pocos pueden resistirla (Pr 2:16; 6:24; 7:5,13,21). “Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite” (Pr 5:3). Una mujer puede usar su boca para bien o para mal: las mujeres piadosas la usan para adorar a Dios, y para reverenciar y besar a sus maridos.
La mirada sensual, el susurro, el tacto y la invitación de la boca de una mujer coqueta fueron demasiado para Sansón (Jue 16:15-17), pero José la resistió, y huyó de la escena (Gn 39:7-12). Aquí está el secreto para evitar caer en esta fosa profunda: ¡Corre! Aléjate de ella (Pr 1:10; 4:14-15; 5:8; 7:6-10; 9:6; 13:20; Mt 5:27-30; Ro 13:14; 2 Ti 2: 22)!
¿Cómo usan la boca las mujeres extrañas para seducir a los hombres hoy en día? Coquetean audazmente en público con cumplidos, insinuaciones, bromas e invitaciones. Y a veces esto incluso ocurre en las iglesias de Cristo. Y ni hablar de los medios actuales: teléfonos, chats, mensajes de texto, correo electrónico, videos, fotos, tarjetas electrónicas, redes sociales... Los sabios se mantendrán alejados de toda correspondencia y comunicación con cualquier mujer audaz o atrevida. ¡Sé un José!
Dios es poderoso para librar a los hombres de las mujeres extrañas, por eso el Señor Jesús nos enseña a orar para que Él no nos deje caer en tentación (Mt 6:13). Pero cuando un hombre peca contra Él, lo enjuiciará y lo castigará severamente. Lo dejará caer en la fosa profunda de la ramera a la que amó (Dt 32:19; Sal 78:59; 81:12; 106:40; Am 3:2; Ap 3:16).
¿Cómo se sale de esta fosa profunda? Arrepiéntete y suplica a Dios sinceramente por Su misericordia, declarando completamente la naturaleza obvia y las consecuencias de tu necedad (Pr 28:13; Job 33:27-28). Inmediatamente aléjate de la suripanta y acaba con todo lo que tenga que ver con ella. Corta todas las vías de comunicación que Satanás tiene para recordarte el placer que te dio y todas las oportunidades para que te encuentres con ella nuevamente. Muestra tu sinceridad practicando el arrepentimiento piadoso como lo define la Biblia (2 Co 7:10-11).
No te desesperes con este pecado o sus horribles consecuencias vinculantes. Corre a Jesucristo y ruega por misericordia. Él no te debe gracia ni fuerza inmediatas, así que permanece postrado ante Él hasta que Él te libere. Él te perdonará y te lavará de toda inmundicia, como lo hizo con todas las rameras y adúlteras que vinieron a Él. Sigue el ejemplo de Pablo y arrójate a la misericordia del Señor para ser librado de tus problemas con la concupiscencia (Ro 7:7-25).
Cuando pienses que es imposible, cuando creas que tu caso no tiene remedio, recuerda la respuesta del Señor a Sus discípulos acerca de la imposibilidad de que un hombre rico entre en el reino de los cielos: “Para los hombres esto es imposible; pero para Dios todo es posible” (Mt 19:23-26). El Señor Jesús sufrió cada tentación que enfrentas en un grado mucho mayor: Él puede identificarse contigo y ayudarte con tus tentaciones y fracasos con la mujer extraña (He 2:18; 4:15-16).
Para nunca necesitar el remedio, debes evitar a todas las mujeres coquetas. Guarda tu corazón con toda diligencia, y evita todos los deseos y actividades que conducen en esa dirección. Si encuentras a una mujer verdaderamente piadosa y temerosa de Dios, cásate con ella. Aprende a apreciar y amar a José. Olvídate de la fuerza de Sansón, y ve en cambio su gran debilidad por las mujeres malvadas y las terribles consecuencias que pagó por su impío desvarío.
Dios condena la religión falsa comparándola con una mujer adúltera, una ramera que deja a su marido por el placer lujurioso que obtiene de los hombres que le pagan. El Señor Jesús se considera casado con los elegidos de Dios, por lo que el adulterio espiritual de sus seguidores recibe el juicio más furibundo de su parte.
Nadie ha usado su boca con más lascivia y promiscuidad que la Iglesia de Roma. Juan la describe como una ramera que ha fornicado con los reyes de la tierra, y que está ebria con la sangre de los santos (Ap 17:1-6). Te salvas de la falsa religión de la misma manera como te salvas de una mujer extraña: te alejas de ella (Ap 18:4; 2 Co 6:14-17; 11:3-4; Stg 4:4; 1 Ti 6:3-5; 2 Ti 3:1-5).
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