Proverbios 23:13
“No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá” (Pr 23:13).
El castigo corporal para los niños es una ley del cielo. No es una opción, sugerencia o teoría. Su propósito es simple: salvar a los hijos de una muerte prematura e innecesaria. Debatir u oponerse a este mandato te convierte en cómplice de asesinato, porque rechazas los medios de Dios para salvar la vida de tu hijo. Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso (Ro 3:4).
El mundo asume y cree que tiene una mejor idea: dejar que los niños hagan lo que quieran y la libertad los motivará a ser disciplinados y sabios por sí mismos. Agrégale a esta estúpida creencia una dosis diaria del zoológico público, MTV, música revolucionaria y compañeros que envían tontos mensajes de texto todo el día, y crecerán como cizaña en un campo de trigo, convirtiéndose mañana en los oráculos fumadores de malas hierbas que promueven la evolución.
El fruto de este experimento es obvio para todos menos para los ciegos voluntarios: los jóvenes de hoy, y los llamados adultos en los que se convierten, son necios, narcisistas, arrogantes, ignorantes, perezosos y rebeldes, tal y como lo advierte y define la Biblia (Pr 22:15; 29:15; Sal 14:1). La prueba de esta acusación está más allá del alcance de este comentario, pero la depravación moral de las últimas generaciones se observa y cuantifica fácilmente mediante casi cualquier medida de inteligencia social.
La corrección de la que habla el proverbio es el castigo corporal, el que implica el uso de una vara. Tus abuelos lo entendieron bien, porque las nalgadas que recibieron fueron las que crearon en ellos mentes sobrias. La vara tuvo mucho que ver con la antigua grandeza de América y la tranquilidad de su sociedad. Dejemos que la Enciclopedia Británica (14ª Edición) le recuerde a los ignorantes y afeminados que:
La instrucción de Dios y Salomón en los Proverbios es usar esta forma de corrección con los niños. Debe administrarse para salvarles la vida, y debe hacerse temprano en la vida del niño (Pr 13:24; 19:18). Es la marca distintiva del verdadero amor paterno (Pr 3:12; 13:24), porque el padre que tiene un buen deseo por el futuro de su hijo querrá sacar la necedad del corazón de su retoño a temprana edad (Pr 22:15; 29:15,17).
El padre que rechaza el uso de la vara odia a su hijo y le causa daño, porque este crecerá con su necedad innata sin restricciones, la cual a la larga lo gobernará para su propio perjuicio. Cualquier tontería sentimental o palabrería en sentido contrario es irrelevante, ya que las acciones permisivas de los padres demuestran indiferencia por el futuro de sus hijos. La obediencia sobria a la autoridad salva vidas, pero simplemente reprender a un hijo o negarle una mesada por un día o dos no lo corregirá.
¿Cómo puede morir un hijo? ¡De mil maneras! El suicidio es el auto-asesinato por la falta de dominio propio: la emociones descontroladas. Los hijos no disciplinados en casa son los que desobedecen los límites de velocidad, las leyes sobre drogas, sobre armas y todo tipo de autoridad. Hacen alarde de su ira, su envidia y su orgullo, lo que puede llegar a causar conflictos fatales con otros necios. Los hijos no disciplinados en casa son los que rompen el pacto matrimonial y todo tipo de convenio social y laboral, lo que los lleva a tener vidas disfuncionales e improductivas tanto para ellos como para los demás. Salomón escribió durante un tiempo en que se aplicaba la pena capital, por lo que siempre asumió esta solución final para el hijo réprobo.
Pero también hay otras formas de morir. Algunos trabajos son un callejón sin salida, porque como un hijo no disciplinado en casa no obedecerá a la autoridad, tampoco durará en ningún empleo ni buscará desarrollar una habilidad transferible. Algunos matrimonios están muertos, porque el orgullo infantil y el egoísmo destruyeron la unión diseñada para la paz y el placer. El hijo no disciplinado en casa puede arruinar muchas relaciones cuando adulto, y así su alma prácticamente puede morir por el dolor y los problemas causados por su propia necedad (Pr 5:7-14; 7:21-23; 9:16-18).
Comparada con estas muertes, la vara aplicada como medida disciplinaria no es nada. El castigo corporal administrado de manera oportuna y amorosa evitará que el hijo cuando adulto muera de estas otras diferentes maneras. Afortunadamente, Dios ama a Sus hijos lo suficiente como para reprenderlos y castigarlos oportunamente (He 12:5-10; Ap 3:19). Hacer que una persona regrese a la verdad salva su alma de la muerte y cubre multitud de pecados (Stg 5:19-20), y a veces se requerirán de métodos tan severos para hacerlos volver que sólo el Padre celestial los puede aplicar (Pr 26:3; 29:19). La vara para corregir al muchacho, no lo matará; todo lo contrario, salvará su vida. Dios ha hablado, y eso sella el asunto; el tema no es discutible (Sal 119:128; Is 8:20).
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