Proverbios 23:21

“Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos” (Pr 23:21).

Beber o comer en exceso te hará pobre. Los hombres jóvenes son especialmente vulnerables a estas tentaciones, como lo demuestran la mayoría de las fraternidades universitarias estadounidenses. Salomón, el rey y padre sabio, advirtió a su nación e hijo contra estos dos males y sus efectos destructivos en la carrera y las finanzas de un hombre. Estados Unidos, la tierra de la abundancia y algo más, es un excelente caldo de cultivo para estos excesos corruptores. ¡Que todo joven tenga cuidado!

Considera el contexto. Salomón le pidió a su hijo que escuchara, fuera sabio y escogiera lo correcto (Pr 23:19). Le advirtió contra los borrachos y los glotones (Pr 23:20). También exhortó a su hijo a honrar a ambos padres (Pr 23:22), dar prioridad a la sabiduría (Pr 23:23) y considerar el gran gozo que una vida sabia puede dar a los padres (Pr 23:24-25). El peligro de estos dos deseos insensatos y juveniles es grande, por lo que prohibió la asociación con tales pecadores (Pr 23:20).

Los jóvenes piensan que la embriaguez es genial, porque son pueriles, necios e ignorantes (Pr 22:15). De hecho, se jactan de enfermarse y vomitar. Se deleitan con la duración de sus resacas. Pero un Dios santo considera esto pecaminoso y estúpido. Beber hasta emborracharse es pecado contra el cielo (1 Co 6:9-11; Gl 5:19-21; Ef 5:18), y es una estupidez por las dolorosas consecuencias que trae (Pr 23, 29-35; 31:4-5).

Los jóvenes piensan que atiborrarse de comida es genial, porque son pueriles, necios e ignorantes (Pr 22:15). De hecho, se jactan de comer tanto como para vomitar. Se deleitan en cuánto pueden consumir más allá de lo que necesitan. Pero el gran Dios lo considera pecaminoso y estúpido. Comer en exceso y juerguear es un pecado contra el cielo (Lc 21:34; Ro 13:13; 1 P 4:3), y es estúpido por sus dolorosas consecuencias (Pr 23:1-8; 25:16; 28:7; Lc 15:13).

La embriaguez y la glotonería te pueden arruinar económicamente. ¡Recuerda al hijo pródigo! Crean somnolencia por las resacas, dificultades digestivas, flujo sanguíneo desviado y exceso de peso. La combinación reducirá a un hombre a usar harapos. “Hombre necesitado será el que ama el deleite, y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá” (Pr 21:17). Para tener éxito, un joven necesita todo su ingenio y fuerza: no hay lugar para la resaca ni la somnolencia.

La somnolencia es un pecado en sí mismo, cuando se debe a dormir, beber o comer en exceso. No debes amar el sueño, o te levantarás tarde (Pr 20:13). Beber en exceso provoca resacas y una actitud letárgica incapaz de actuar con plena lucidez y coordinación. Comer en exceso crea un efecto de somnolencia similar y aumenta la grasa en los lugares equivocados del cuerpo, lo que dificulta el rendimiento. Estas cosas están estrechamente relacionadas aquí, por lo que debes saber que las dos cláusulas identifican la somnolencia como el resultado de beber y comer en exceso.

Salomón no vio que los jóvenes de hoy serían más necios que los de su generación, pero su proverbio los condena de todos modos. ¿Cómo podía saber que fumarían marihuana, inhalarían cocaína, tomarían anfetaminas y se inyectarían heroína? El número de tales tontos que languidecen en la pobreza y la prisión por violar este simple proverbio es Legión. La lección es simple: Dios ha condenado cualquier abuso de su creación, y Él demanda nuestras mentes y energías plenas en todas nuestras actividades (Pr 4:23; 10:4; 18:9; Ec 9:10; Ro 12:11).

Jonathan Edwards (1703-1758), el renombrado teólogo y pastor puritano, el tercer presidente de Princeton y un hombre espiritual, escribió 70 resoluciones a los 20 años para guiar su vida. Son lecturas valiosas. Considera sus pensamientos sobre la comida y la bebida. Resolución N° 20: “Tomo la resolución de mantener la más estricta moderación en el comer y beber ”. Resolución N° 40: “Tomo la resolución a investigar antes de ir a la cama, si he actuado de la mejor manera que podía hacerlo, con respeto a comer y beber”. Él conocía el peligro de estas tentaciones.

La televisión y las películas de hoy, que popularizan y promueven el estilo de vida de las fraternidades, enseñan a los jóvenes que la embriaguez y la glotonería son aceptables, inteligentes, normales y no perjudiciales para una vida exitosa y próspera. Pero el bendito Dios del cielo y el hombre más sabio han hablado juntos: ambos son pecados y destruirán a los jóvenes. Que cada lector tenga cuidado de rechazar estos pecados él mismo y de salvar a otros de ellos también.

A medida que Estados Unidos, con el mundo siguiendo su ejemplo, degenera de su estilo de vida una vez estructurado, disciplinado y conservador, la tentación de ambos pecados aumenta enormemente. La disponibilidad de bebidas baratas y alimentos chatarra de gran variedad es mayor que nunca. El tamaño de las porciones en restaurantes de comida rápida, informales o formales es mucho mayor que antes. Los trabajos sedentarios de la mayoría de los trabajadores fomentan una mente embotada y un cuerpo fuera de forma.

No solo deben evitarse estos pecados necios y destructivos, sino también deben evitarse aquellas personas que se involucran en ellos (Pr 23:20). La presión de grupo es casi una fuerza irresistible contra los jóvenes, y la única protección segura es evitar a todos esos pecadores con esfuerzo cuidadoso y diligente (Pr 4:14-17; 1 Co 15:33). Los compañeros de copas, por amistosos que sean, arruinarán tu vida; y relacionarte con glotones te conducirá a la pobreza y a otros problemas.

Se bebe y se come en exceso en las reuniones sociales y familiares, donde la atmósfera de fiesta y la abundancia de comida que se proporciona crean un estado de ánimo indulgente debido a la presión social. Pedro advirtió contra las embriagueces, la glotonería, las concupiscencias, la disipación y los banquetes (1 P 4:3). Los cristianos no deben vivir de esta manera, sin importar lo que el mundo piense de ellos (1 P 4:1-5). Estos cinco pecados o categorías de pecados son exactamente lo que este proverbio condena.

También existe la embriaguez y la glotonería en el hogar, ya que la accesibilidad al alcohol barato y a la mucha comida en variedades tienta a los mismos pecados. En lugar de beber para alegrar el corazón sin perder la compostura (Sal 104: 14-15; Pr 31:6-7), el vino y las bebidas fuertes se usan en exceso para la embriaguez (Pr 23:29-35). En lugar de comer para tener fuerza y energía (Ec 10:16-17), se consumen muchas calorías que crean grasa de ballena y falta de energías.

Los sabios obedecerán la advertencia de este proverbio de la pluma de un rey que tuvo libre y pleno acceso a una gran cantidad y variedad tanto de comida como de bebida. ¿Con cuál de estas dos tentaciones y pecados tienes el mayor problema? Arrepiéntete e implementa reglas estrictas para evitar que violes la templanza piadosa en cualquiera de estas dos áreas. ¿Son tus motivos consistentes con la creación de Dios para cada una? ¿Son positivos los resultados de beber y comer?

¡Pero hay una pobreza y unos harapos mucho peores! La embriaguez y la glotonería también te robarán el alma: muestran un corazón profano que no tiene vida ahora ni esperanza de vida en el mundo venidero. Crean también somnolencia espiritual que hace que los hombres olviden y descuiden sus almas. ¡Oh crueles apetitos! ¿Qué dice el apóstol de los gentiles, “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Ro 13:13-14).

El Señor Jehová, creador del cielo y de la tierra, y Padre del Señor Jesucristo, ha ofrecido siete gloriosas promesas a los hombres (2 Co 6:14-18). Se obtienen limpiándose de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Co 7:1). El mayor éxito y riqueza del universo no tiene lugar para la somnolencia: se debe aplicar lo máximo del espíritu, alma y cuerpo a esta oferta.




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