Proverbios 23:23

“Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia” (Pr 23:23).

Debes comprar cuatro cosas hoy, y ninguna tienda las vende. Necesitas las cuatro, o no estás preparado para el éxito en la vida. Ciertamente te meterás en problemas sin ellas. Estas cosas son la verdad, la sabiduría, la instrucción (enseñanza) y el entendimiento (inteligencia). ¿Las quieres? ¿Cuánto pagarías por estas cosas? Si ya las tienes en cierta medida y te ofrecen riquezas para comprártelas, ¿las venderás? ¡No lo hagas!

Solo hay una forma de comprar algo: pagando. Así que comprar la verdad requiere pagar un precio por ella. Toda compra requiere hacer una elección, porque ningún hombre puede permitirse todo. Gastas tus recursos limitados según las prioridades que estableces. Y aquí Salomón te dice que pongas la verdad, la sabiduría, la instrucción y el entendimiento al principio de la lista (Pr 4:5,7; 16:16).

Una vez que compres la verdad, no se la vendas a nadie, consérvala. Otros intentarán comprártela. ¿Cómo? Ofreciéndote placeres o distracciones que te alejan de la verdad. Salomón te dijo que no le des estas cuatro cosas a nadie, por nada (Pr 3:18; 4:13). El mundo hará lo que pueda para que juegues sus juegos hasta que seas un tonto como ellos sin ninguna sabiduría. No dejes que nadie te proponga una meta más alta para tu vida que la obtención de estas cuatro virtudes.

¿Cuánto cuestan? La verdad te costará amigos, pues la mayoría prefiere la mentira, la superstición y la tradición (Pr 13:20). La sabiduría te costará la tranquilidad, porque sólo los necios creen y hacen lo que quieren. La instrucción te costará el orgullo, porque debes aceptar la corrección de los demás. Y el entendimiento te costará la paz, porque conocerás la locura del mundo (Ec 1:18).

¿Hay otros costos? Sí, el placer roba tiempo para aprender, así que renuncia a algo de él. Las riquezas roban tiempo, porque debes esforzarte más para conseguirlas. Abandona la tonta noción de ser rico (Pr 3:13-14; 8:10,19; 16:16). Estas cuatro virtudes se obtienen con dedicación y trabajo diligente (Pr 2:1-9; 18:1), por lo que tendrás que pagar el precio del esfuerzo y el tiempo.

Si divides estas palabras por sus ligeras diferencias de significado, es posible que puedas ver las siguientes definiciones. Si no lo haces, puedes ver a Salomón amontonando cosas buenas.

Verdad: conocimiento correcto, honesto y real sobre cualquier tema.

Sabiduría: capacidad prudente para discernir y saber lo que es correcto.

Instrucción: instrucciones y enseñanzas de otros más sabios que tú.

Entendimiento: comprensión; comprender el valor y el uso de la verdad y la sabiduría.

El libro de Proverbios se inspiró para vender estas cuatro virtudes, y uno de los precios por ellas es leerlo a menudo. Un capítulo de Proverbios al día se ajusta al calendario y te enseñará mucho. Léelo y aplícalo diariamente (acción de comprar); no dejes el hábito (acción de no vender). No intercambies tu tiempo diario en el libro de Proverbios por ninguna otra actividad.

Hay pocos hombres en el mundo con verdad y sabiduría (1 Cr 12:32; Is 59:14-15; Jer 5:1). Salomón en otro lugar preguntó si querías ser uno de esos hombres (Ec 8:1). Es una elección. Debes hacer que suceda con la bendición de Dios buscando diligentemente los medios correctos para la adquisición, lo cual se enseña en el libro de Proverbios (Pr 2:1-9; 8:17; 18:1). Pídele a Dios que Su Espíritu Santo te revele la verdad (Sal 119:18; Ef 1:17-18).

El documento fuente de verdad y sabiduría es la Biblia (Sal 19:7-9; Jn 17:17). Necesitas que te la predique a menudo un hombre que no comprometa su verdad en absoluto (Mal 2:7; 2 Ti 3:16-17). Pero hoy la mayoría de los cristianos e iglesias prefieren el entretenimiento y las fábulas a la verdad, como advirtió Pablo (2 Ti 4:3-4). La cura es evitar esos ministerios populares por uno que exalta la sana doctrina predicando con firmeza la palabra (2 Ti 4:1-2).

Jesús compró sabiduría (Lc 2:52) hasta acaparar el mercado (Col 2:3). Ningún hombre podía entender y hablar como Él, aun cuando tenía doce años (Lc 2:46-47). La gente común escuchó con alegría su predicación autorizada, y los líderes religiosos malvados tenían miedo de hacer sus preguntas impías (Mt 7:28-20; 22:46). Estimado lector, sigue Su santo ejemplo: compra la verdad y nunca la vendas, y Él te bendecirá sobrenaturalmente al hacerlo.




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