Proverbios 23:29
“¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?” (Pr 23:29).
¡Qué enemigo tan destructivo! Mira los resultados. Cuenta los problemas. Mide el dolor. Una cosa le hace todo esto a los hombres, y ellos mismos se lo provocan por su propia elección insensata. ¿Puedes encontrar la única respuesta correcta a estas seis preguntas retóricas?
Si un criminal causara tanto daño, dolor y sufrimiento, sería encerrado o sentenciado a la pena capital. Si fuera una persona conocida, la evitarías conscientemente a casi cualquier costo. Pero estos resultados fueron elegidos por un necio, y se repiten a menudo, ya que los necios los eligen todos los días.
El proverbio describe a un borracho. Como dice el contexto, mucho vino es el culpable (Pr 23:30-31). Y en virtud de la conocida conexión de las Escrituras con la experiencia, se incluye en el proverbio cualquier tipo de bebida alcohólica (Pr 20:1; 31:4-6). Por supuesto, los anuncios de cerveza y vino no incluyen la advertencia que se encuentra en este proverbio. Deben vender.
Beber demasiado, en exceso, y hasta la embriaguez es el pecado. El borracho elige neciamente la disfunción, la miseria, el dolor y los problemas que describe este proverbio. Olvídate de cómo la publicidad presenta el consumo de alcohol como algo genial, porque este proverbio dice la verdad contra la publicidad actual, y fue escrito por un rey que sabía más que los publicistas.
Ay, es una palabra descriptiva de dolor y problemas; y la embriaguez trae muchos problemas y de todo tipo. El dolor es miseria y arrepentimiento, y demasiado vino los traerá. Las rencillas son contiendas, peleas y discusiones, y el exceso de alcohol las causará.
Las quejas y las heridas sin causa son por caídas y tropezones o accidentes automovilísticos sufridos bajo la influencia del alcohol. ¿Por qué alguien bebería y conduciría? Un vehículo es un arma mortal cuando lo conduce un borracho. El enrojecimiento de los ojos y los moretones resta valor a la apariencia de uno y te declara un borracho ante todos los observadores. ¿Por qué alguien se emborracharía?
Pero el problema no es el vino o las bebidas fuertes en sí. Es beber demasiado alcohol y embriagarse lo que trae estas consecuencias. Ten en cuenta, cristiano, que aquí se describe a quienes consumen alcohol para embriagarse (Pr 23:30). Son los que beben tanto que están como los que duermen en el mástil de un barco (Pr 23:34-35).
El vino es una maravillosa creación del único Dios sabio, que lo diseñó para alegrar el corazón del hombre (Sal 104:14-15). Su propósito es tan noble como el pan, que fortalece el corazón, y el aceite, que hace resplandecer el rostro. Dios y los hombres buenos siempre han conocido y aprobado sus efectos de relajación y alegría (Pr 31:6-7; Ec 10:19; Jue 9:13).
Pero como lo ha hecho el hombre desde el Edén, abusa de la creación de Dios y recibe resultados dolorosos (Ec 7:29). En vez de beber una cantidad moderada de vino para el gozo, el placer y la alegría, los necios continúan bebiendo más hasta emborracharse, y reciben el dolor y la angustia de este proverbio. ¿Por qué alguien usaría la creación de Dios en contra de las instrucciones y advertencias del Creador?
El problema y el pecado viene de beber alcohol en exceso (Ef 5:18). El vino no es el problema; la borrachera es el problema. El vino es recomendado a lo largo de la Biblia y usado como bebida por los hombres más piadosos. El vino usado moderadamente es una bendición maravillosa, pero el vino usado en exceso es un enemigo horrible. Las armas no matan, los asesinos que las usan son los que matan.
Muchas otras creaciones inocentes de Dios son similares. El pan no es un problema, pero comer demasiado es glotonería y conduce a la obesidad y a complicaciones de salud. Conocer la voluntad de Dios y la libertad cristiana nos permite disfrutar del maravilloso regalo del vino. Pero esta libertad nunca puede ser usada para los deseos de la carne y la embriaguez. ¡Ten cuidado!
Los judíos llamaron al Señor Jesús bebedor de vino y comilón (Lc 7:33-34), pero tú sabes muy bien que Él nunca bebió ni comió en exceso (Jn 8:29; He 4:15). Asegúrate de seguir Su santo ejemplo (1 Co 11:1; He 12:1-3). Él ha salvado a Su pueblo para la vida eterna en el cielo, y Sus mandamientos nos dan la vida plena ahora.
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