Proverbios 23:34

Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero” (Pr 23:34).

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¿Cómo es estar muy borracho? Salomón lo compara a estar flotando en el mar, sin nada firme a lo que asirte. También lo compara a estar en un barco, pero en lugar de estar en la cubierta, donde tus ojos podrían ayudarte a mantener el equilibrio, yaces en la parte superior de un mastelero tambaleante, sintiendo como si de pronto te volvieras del revés. Tu cabeza gira, y te dan arcadas, porque los movimientos de balanceo del barco se ven agravados en gran medida por la altitud del mástil en el que estás.

El contexto es la advertencia de Salomón a su hijo sobre los terribles efectos de la embriaguez (Pr 23:29-35). Describió una lista de consecuencias físicas (Pr 23:29), la tentadora atracción de las bebidas alcohólicas (Pr 23:30-31), los dolores resultantes que son similares a la mordedura de una serpiente (Pr 23:32), el consiguiente desmoronamiento moral de las inhibiciones (Pr 23:33), y la naturaleza adictiva de la embriaguez (Pr 23:35). Estas son gráficas advertencias contra el beber en exceso.

La embriaguez es un pecado, pero también es una estupidez. Los borrachos pierden el autocontrol, el equilibrio, la comida en el estómago y la reputación. Escogen voluntariamente perseguir la náusea en el vientre y la confusión de la mente; los borrachos son grandes necios. ¿Por qué alguien bebería tanto alcohol si sabe que lo enfermará y le causará tanta miseria? Ignorancia. Un corazón entenebrecido. Presión de grupo. Malos hábitos. Adicción.

¿Cuál es la cura? No te encapriches con el alcohol (Pr 23:30-31). Reconoce y admite que beber alcohol es peligroso (Pr 20:1). Recuerda que una cantidad moderada de vino puede dar los beneficios que Dios ofrece (Pr 31:6-7; Sal 104:14-15; 1 Ti 5:23). El pecado de la embriaguez ocurre cuando una persona bebe en exceso, lo cual es condenado en la Biblia (Ef 5:18).

El vino en sí mismo no es más pecaminoso que el pan. La embriaguez y la gula son ambos pecados del corazón humano. El vino y las bebidas fuertes son fuentes de embriaguez, pero solo cuando se abusa de ellas al consumirlas en exceso en contra de la Palabra de Dios. Las donas, la pizza y las tortas son fuentes de glotonería, pero solo cuando se abusa de ellas. El pecado está en la elección del corazón humano de comer o beber en exceso.

La sabiduría es el poder del juicio correcto: saber qué hacer en cualquier situación para agradar a Dios y a los hombres buenos. Los sabios usan el vino y las bebidas fuertes con cautela, especialmente si están en autoridad (Pr 31:4-5; Ec 10:16-17; 1 Ti 3:8; Tit 2:3). Aprecian estar en control total de sus facultades físicas y mentales, y no las descuidarán por la tontería momentánea de beber demasiado. Reconocen el valor del vino, lo usan con moderación y odian la embriaguez.

No importa lo que diga el mundo, la embriaguez es pecado (Lc 21:34; 1 Co 6:9-11; Gl 5:19-21). Y es una estupidez, como dice metafóricamente el proverbio. Aquellos que desean ser sabios a los ojos de Dios usarán el vino con gran precaución. Gobernarán sus espíritus y controlarán las circunstancias para evitar beber demasiado. Tal prudencia los salvará del pecado necio de la embriaguez, y los salvará también del dolor y la confusión de la mente que provoca el alcohol. Solo los necios beben sin cuidadosa moderación.

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