Proverbios 24:6
“Porque con ingenio harás la guerra, y en la multitud de consejeros está la victoria” (Pr 24:6).
¡La guerra es seria! Perder tiene enormes consecuencias; incluso la victoria puede costar demasiado. La ira, el miedo, el orgullo, la opinión pública y la venganza se combinan para dificultar las decisiones. Salomón advirtió a su hijo que tales decisiones deben tener sabios consejeros, y muchos. He aquí una regla para los hombres prudentes, que quieren progresar a la vista de Dios y de los hombres (Pr 24,5).
El libro de Proverbios fue escrito por Salomón “Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura” (Pr 1:4). Dios inspiró la Escritura y se la dio a Sus hijos para hacerlos sabios en la tierra (Dt 4:6). Si quieres evitar las trampas de la vida, lograr un alto nivel de éxito y ser honrado por otros por tu sabiduría, obedece esta regla.
Los jóvenes son impulsivos y testarudos. Aunque recién dejaron de usar pañales y echarse todo a la boca, creen que saben mucho y quieren pelear. La juventud asume la invencibilidad. Roboam, el hijo de Salomón que debería haber conocido este proverbio, siguió el consejo de jóvenes amigos y perdió diez de las doce tribus de Israel (1 R 12:1-19).
Los jóvenes son impulsivos y testarudos. Aunque recién dejaron de usar pañales y echarse todo a la boca, creen que saben mucho y quieren pelear. Los ancianos sabios entienden mucho más. Considera el conflicto de la Armada Imperial Japonesa entre almirantes y comandantes de flota antes y después de Pearl Harbor y la Batalla de Midway. Los oficiales jóvenes querían librar una guerra sin esperanza con Estados Unidos, mientras que los hombres mayores comprendían mejor lo que debía hacerse. ¡El consejo sabio es fuerza!
Hay dos partes en este proverbio: ingenio, y consejo sabio. No vale cualquier consejo. Debes usar el de hombres sabios, lo que significa que debes consultar a hombres mayores cautelosos, experimentados, serios, exitosos y temerosos de Dios. No es prudente preguntar a jóvenes amigos agresivos, ambiciosos y tontos. Sus pensamientos son inútiles en cualquier tema. Acude a los hombres que temes que anulen tus planes. Deberías avergonzarte por saber que estás equivocado.
Y pedir solo a uno o dos sabios no es suficiente. El proverbio enseña que la sabiduría está en una multitud de consejeros. Al tomarte el tiempo para escuchar muchas opiniones sobrias y sopesarlas cuidadosamente, los jóvenes se salvarían de decisiones necias e hirientes. El efecto retardador y la sabiduría combinada elevan muy altas las probabilidades de éxito.
¿Por qué es difícil seguir la regla? El orgullo impide que el hombre se humille ante la crítica de los demás. La prisa impulsiva se resiente de cualquier retraso en lo que el corazón desea. La ambición busca toda la gloria para sí misma tomando decisiones solitarias. La rebeldía y la terquedad optan por hacer lo suyo de todos modos. La emoción crea un celo apasionado por una cosa, sea válida o no. Estos obstáculos para buscar consejo son las marcas de los necios. ¡Desprécialos y recházalos!
¿Qué decisiones merecen sabios y numerosos consejeros? La mayoría de los hombres no toman decisiones sobre la guerra. Pero hay otras decisiones que cambian la vida como una mujer, una carrera, un trabajo específico, una iglesia, un ascenso, una casa, una inversión, un negocio, un amigo, una mudanza, un problema con un hijo, un problema de salud, etcétera. ¿Buscas el consejo sabio de muchos?
Muchos hombres desearían que alguien les hubiera impedido casarse con una mujer odiosa (Pr 30:21-23; Ec 7:26). ¿Cómo tomaron la decisión de casarse? ¿Preguntaron de manera objetiva y sin emociones a varios hombres casados sabios sobre el carácter de su prospecto y su familia? ¡De ninguna manera! Sus párpados revoloteando, sus palabras suaves y su cuerpo joven eran demasiado para resistirlo. Bajaron como ovejas al matadero durante cincuenta años de infierno marital.
La mayor sabiduría de numerosos consejeros se encuentra en la Biblia, que contiene los escritos de unos 40 hombres inspirados por el Espíritu de Dios. Es el crisol al que debe llevarse toda decisión para probarla con el martillo y el fuego de la Sagrada Escritura (Jer 23:29). Tiemble todo hombre ante la Palabra de Dios, estime rectos todos sus preceptos en todo asunto y odie toda opinión contraria, aunque sea la suya propia (Is 66:2; Sal 119:128).
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