Proverbios 27:16 (N)

Pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha” (Pr 27:16).

¿Puedes contener el viento? ¡No! ¿Puedes ocultar el olor de la colonia una vez que te las has puesto? ¡No! Todos los presentes saben si sopla el viento o si llevas colonia o no. No puedes ocultar ninguno de ellos. Tampoco puedes sujetar el aceite en la mano. Y si un hombre se casa con una mujer rencillosa, tampoco puede ocultar sus maneras odiosas. Quienes lo rodean saben que tiene un matrimonio difícil y doloroso.

Hay una mujer en este proverbio, indicada por la conjugación femenina del verbo “contenerla”. No quieres conocerla, ¡y seguramente no quieres casarte con ella! Es la mujer rencillosa del versículo anterior que enloquece cruelmente a su marido (Pr 27:15). El pobre hombre no puede contenerla ni esconderla más de lo que puede ocultar el viento o el fuerte olor de su colonia. Todo el mundo sabe que está condenado de por vida con la mujer rencillosa.

El Dios Creador inspiró a Salomón a escribir este proverbio. Él hizo a la mujer para el hombre, y la conoció antes y mejor que todos los psicólogos y terapeutas combinados (1 Co 11:9; 1 Ti 2:13-14; 2 Ti 3:6-7; 1 P 3:7). Como Salomón escribió en beneficio de su hijo (Pr 27:11), le advirtió a menudo de la amenaza seductora de la mujer extraña y de la amenaza marital de la mujer rencillosa. Ambas mujeres son peores que la muerte (Pr 30:21-23; Ec 7:26).

La Biblia es una biblioteca de sabiduría divina. Trata abiertamente de temas que a menudo no se discuten debido a tontas ideas de etiqueta. Pero Dios ama a Sus hijos y les dice la verdad claramente para salvarlos del dolor y de los problemas. Cuando los hombres hablan entre ellos, también se dicen la verdad: se ríen y se quejan de las esposas que los irritan y los regañan. Por supuesto, un marido no puede decírselo a su mujer, ¡porque ella lo regañaría y le recordaría por enésima vez todas esas faltas que él cometió hace veinte años atrás. ¡Mejor pasar la noche en el sofá!

¿Cómo es una mujer rencillosa? Es una mujer replicadora que debe expresar sus opiniones, corregir detalles en la conversación, cuestionar casi todo y hacer sugerencias constantes que nadie le pidió. Es una persona irritante, pendenciera y detestable. No puede pensar, hablar o actuar con gracia, porque no puede identificar o apreciar esa virtud; tiene un espíritu arrogante, altivo, incorregible, que argumenta, reprocha, critica y cuestiona.

Pocas mujeres rencillosas saben que lo son. ¡Por supuesto que no! ¡Por eso son odiosas! No pueden reconocer que la conducta que creen que es buena y útil es en realidad lo que enoja y disgusta a quienes las rodean. Si sugieres que opina demasiado, se defenderá diciendo que sus opiniones son útiles y constructivas. ¿Cómo puede equivocarse al ofrecerlas? Cuando escucha la Biblia predicada claramente acerca de la mujer rencillosa, asume que debe ser de otra persona de la que se está hablando.

¿Cómo se delata esta mujer? Su marido está resignado. Está castrado, porque esta mujer le robó la confianza, la fuerza y la vitalidad. Ella le reprocha demasiado, y él solo la escucha con la mirada baja. Si ella no está haciendo comentarios fácil e innecesariamente, busca la cara agria que rara vez sonríe y nunca con calidez, y la reconocerás. No tiene verdaderas amigas, pues nadie desea su dolorosa presencia. Su interacción social puede ser solo el mal hábito de ser una entrometida.

Ningún hombre quiere que los demás sepan que vive en un infierno marital, por lo que trata de ocultar el carácter rencilloso y amargo de su mujer. Esto es lo que Salomón dijo que era tan difícil de hacer como contener el viento o sujetar el aceite en la mano derecha. ¡Ambos intentos son vanos! ¡Ambos intentos serán descubiertos por quienes te rodean! Es imposible disfrazar u ocultar a la puerca peluda, gruñona y apestosa cuando tratas de señalar el zarcillo de oro en su nariz (Pr 11:22).

Los hombres utilizan diversas técnicas para ocultar a sus deshonrosas mujeres. Un hombre trata de ocultar a su contenciosa esposa evitando las excursiones públicas con ella. Trabaja hasta tarde, encuentra pasatiempos o simplemente se niega a salir. Otro puede tratar tontamente de engañar a sus amigos haciéndole todo el tiempo cumplidos a su mujer (aunque todos saben la verdad). Un hombre se someterá mansamente a sus amargas demandas y preguntas para evitar una disputa pública. Y otro mimará el alma codiciosa de su mujer con cualquier cosa a la vista para comprar un poco de paz y tranquilidad para sí mismo.

Mujeres así no merecen maridos, y ningún hombre merece una mujer así. Dado que este insatisfecho puercoespín-hembra puede disfrazarse de paloma durante las citas cuando es soltera, cada hombre debe aprender a detectar los rasgos que revelan su carácter belicoso (Pr 30:21-23). Son sencillos. Opina demasiado y sobre todo, tiene un espíritu orgulloso, no perdona ni olvida, le gusta reprochar y victimizarse, interrumpe cuando tú lo haces para terminar tus oraciones, discrepa en voz alta y en silencio, reprueba, se amarga por cualquier cosa, se agita visiblemente, se queja de las circunstancias y cuestiona todo.

Otra manera de evitar a una mujer rencillosa es exaltar la bondad y la virtud, y rechazar a todas las mujeres que carezcan de ellas, porque una gran esposa tiene que tener ambas cosas (Pr 31:10-31). La mejor forma de detectar una falsificación es conocer a la perfección lo genuino. La mejor manera de oler a lo lejos a una mujer rencillosa es conocer la naturaleza dulce de una mujer afable. Una mujer agraciada siempre es adorada por todos (Pr 11:16). La mujer rencillosa solo se cree respetada.

Algunos hombres son versiones masculinas de lo mismo. Hablan demasiado, se quejan de todo, discuten y debaten sin importar lo que se diga, cuestionan opiniones y decisiones aceptadas, etc. Estos hombres deben evitarse en todas las reuniones sociales tanto como la mujer rencillosa debe evitarse en el matrimonio. Las personas contenciosas que causan división y discordia deben ser rechazadas, porque son destructoras de la paz y la estabilidad (Pr 22:10).

Hay varias lecciones. Primero, cada hombre debe probar a una potencial esposa y conocer las opiniones de los hombres casados sobre ella. Segundo, toda mujer joven debe enfatizar la bondad y la virtud cristianas por encima de otros objetivos en su vida. Tercero, todo hombre casado con una mujer rencillosa necesita construirse un ático o encontrar un lugar en el desierto a donde retirarse (Pr 21:9,19; 25:24).

Cuarto, toda mujer que tiende hacia el carácter rencilloso descrito aquí debe arrepentirse ante Dios, su marido, sus hijos, y buscar convivir con gracia con todos. Quinto, debes advertir a cualquier joven que conozcas que está a punto de casarse con una mujer rencillosa. Sexto, ¡todo hombre casado con una mujer afable y amorosa debe agradecerle a Dios por ella, e invitarla a cenar afuera esta noche!

La Biblia ayuda a los hombres advirtiéndoles acerca de las mujeres rencillosas, pero también les enseña a las mujeres cómo ser afables y virtuosas, si aprenden la lección y la aplican (Pr 31:10-16; 1 Ti 2:9-10; 5: 13-14; Tito 2:3-5; 1 P 3:1-6). Sin embargo, la mayoría de los púlpitos de hoy tienen demasiado miedo de decir la verdad acerca de las mujeres presentes, por lo que rara vez o nunca se tratan temas prácticos y útiles como este. No quieren ofender a sus rencillosas asistentes.

Las verdaderas iglesias son la novia y la esposa de Jesucristo. Dios arregló que Su hijo se casara con ella, y vivirán juntos para siempre en íntima bienaventuranza en el cielo. Este Esposo glorioso, ¿se deleita abiertamente en ti? ¿O se avergüenza de tus acciones y reacciones? Amenazó con vomitar de su boca a la iglesia de Laodicea (Ap 3:14-19). Amenazó con abandonar la iglesia de Éfeso (Ap 2:4-5). ¿Está totalmente contento con tu espíritu y conducta?





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