Proverbios 28:13
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr 28:13).
La prosperidad y el éxito, con paz y alegría, son fáciles. Confiesa y abandona tus pecados, ahora mismo. La pobreza y el fracaso, con dolor y miseria, también son fáciles. Oculta tus pecados y finge que todo está bien. El bendito Dios no te dejará salirte con la tuya ni con el más mínimo pecado. “Sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Nm 32:23) ¡Tu pecado te encontrará! ¿Qué quieres, prosperidad o destrucción?
Los pecados se definen fácilmente: pecar es quebrantar las reglas de vida de Dios, y todas Sus reglas según se encuentran en la Biblia. Los pecados son hacer lo que Dios te ordenó que no hicieras, y los pecados no son hacer lo que Dios te ordenó que hicieras. Hay dos mandamientos principales que dictan tu amor a Dios y al prójimo; los Diez Mandamientos detallan más estos deberes. Luego está el resto de la Biblia explicando la aplicación adecuada de cada uno de estos diez.
Cuando pecas, tienes una opción. Puedes guardar el pecado para ti mismo, esconderlo de los demás, no mencionarlo a Dios, y volver a hacerlo cuando te llegue el impulso. O puedes arrodillarte, confesarlo abiertamente a Dios, hacer restitución si involucra a otros y tomar las medidas necesarias para evitar volver a cometerlo. Tu elección en este asunto afectará en gran medida tu vida y destino eterno.
Todos las personas pecan. El bendito Dios sabe esto (1 Jn 1:8,10; 2:1). Cómo manejas tus pecados hace toda la diferencia en el mundo. Si los confiesas, Él es fiel y justo para perdonarte (1 Jn 1:9). Pero si mantienes los pecados en tu corazón, Él no escuchará tus oraciones, y volverá Su rostro contra ti, trayendo problemas sobre tu vida y persona (Sal 66:18;1 P 3:12).
Ningún hombre puede pecar demasiado, con demasiada frecuencia o de manera demasiado horrible para que Dios no lo perdone. Sus pensamientos y caminos están muy por encima de tus pensamientos y caminos–en Su habilidad para perdonar y olvidar los pecados (Is 55:6-9). Él tiene más perdón que cualquier hombre. Dios siempre aceptará un corazón quebrantado y contrito. Él nunca despreciará ni rechazará tal sacrificio (Sal 51:16-17). Es solo la orgullosa rebeldía y la terquedad lo que te impide confesar tus pecados ahora mismo.
Acab y Manasés fueron dos de los reyes más malvados, pero Dios tuvo misericordia de ambos, lo cual es una excelente lectura para aquellos que dudan del perdón de Dios (1 R 21:25-29; 2 Cr 33:1-13). David, en contra de grandes bendiciones y conocimiento de Dios, cometió adulterio agravado y asesinato, pero Dios lo perdonó en un instante (2 S 12:13). Y Dios perdonó a Pedro, quien pecó horriblemente con maldiciones y juramentos después de pomposas promesas.
Oculta y protege tus pecados, y el Dios justo te hará polvo, de adentro hacia afuera. Confiésalos y abandónalos, y Él restaurará tu alma con vida y luz (Job 33:27-28). Tienes una elección, una simple elección. ¿Qué vas a hacer? Hoy, en la forma en que manejes tus pecados, determinará tu futura prosperidad o destrucción. Se como David en lugar de Saúl y cosecha las bendiciones de David en lugar del castigo de Saúl.
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