Proverbios 28:26 (NE)

“El que confía en su propio corazón es necio; mas el que camina en sabiduría será librado” (Pr 28:26).

Tú eres tu peor enemigo. Tienes dentro de ti una voz que es más querida que la voz de Dios o cualquier ángel u hombre. Esa voz puede consolarte y convencerte contra cualquier enseñanza o advertencia. Esa voz está contigo las veinticuatro horas del día y siempre te dice lo que quieres escuchar y creer. Te ayuda a tomar la mayoría de las decisiones. ¡Eres un necio!

Tu corazón tiene una fuerte opinión sobre casi cualquier tema, ya sea que sepas algo sobre ese tema o no. Tu corazón reacciona en un instante contra la crítica o los reproches, y te controla con deseo apasionado por lo que quiere. Tu corazón puede adormecerte sobre asuntos que dice que no son importantes, y puede evitar que te duermas por envidia u odio.

Salomón usó corazón en este proverbio como una metonimia de tus afectos, inclinaciones y pensamientos. El corazón aquí es tu conjunto interno de deseos y necesidades egoístas que afectan tu toma de decisiones. El corazón no es tu conciencia. ¡Es tu anti-conciencia! Es ese  conjunto de pasiones que impulsa a la mayoría de los hombres y mujeres lejos de Dios. Dios ha hablado acerca de tu corazón. Él ha dicho: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer 17:9).

¡Si escuchas a tu corazón, eres un necio! ¡Si sigues tu corazón, eres un necio! Si tomas decisiones, aunque sea parcialmente influenciado por tu corazón, ¡eres un necio! Te estás sometiendo a la fuente de información más engañosa, depravada y peligrosa de la tierra. Tu corazón te ha metido en más problemas en el pasado que todos tus enemigos juntos. Eres tu peor enemigo. La sabiduría es el poder de elegir la verdad en contra de tu corazón.

Adán murió en el Jardín del Edén el día que comió del fruto prohibido, según la promesa y advertencia de Dios (Gn 2:17; 3:6-8). Dado que murió físicamente 930 años después, ¿qué le sucedió el día que tomó el fruto que Eva le ofreció y lo comió? (Gn 5:5) ¿Qué murió? ¡No su intelecto! Era tan inteligente después del pecado como antes del pecado. ¡No su poder de observación! Podía percibir naturalmente tanto después del pecado como antes del pecado. Todavía estaba mentalmente sano.

Su afecto por Dios y la verdad espiritual y la sabiduría fue lo que murió en él. Se volvió moralmente corrupto sin ningún deseo sincero de buscar a Dios, agradar a Dios u obedecer a Dios. En lugar de pedir perdón, se hizo un delantal con hojas de higuera. En lugar de arrepentirse, se escondió en el jardín. En lugar de confesar su pecado, culpó a Dios y a Eva por el desastre. Ahora estaba motivado por impulsos egoístas que estaban muertos para con Dios y los demás (Sal 14:1-3; Ro 3:9-18).

Adán se volvió totalmente depravado. Aunque su cerebro todavía funcionaba inteligentemente con conexiones lógicas basadas en observaciones y percibidas consecuencias, sus afectos y deseos eran totalmente diferentes: eran anti-Dios, anti-verdad, anti-sabiduría. Odiaba a Dios y a la piedad; amaba todos los deseos pecaminosos del cuerpo y la mente que estaban en él. Ahora era un entusiasta seguidor del diablo, espiritualmente muerto en sus pecados (Ef 2:1-3).

Tú fuiste concebido y naciste de esta manera: muerto en pecados, aborreciendo a Dios, amando al mundo, obedeciendo al diablo y satisfaciendo los deseos de tu depravado corazón. Esta es la realidad de la humanidad. Esta es la verdad sobre todos los hombres y mujeres, niños y niñas. Sin un segundo nacimiento, efectuado por el Espíritu Santo de Dios, todas las personas permanecen en este estado de muerte espiritual y enemistad contra Dios. Debes ser regenerado por Dios con una nueva vida espiritual para desear la piedad.

Cualquier doctrina de la salvación debe tratar con este hecho. El evangelismo debe lidiar con este hecho. No hay medios para influenciar a una persona en esta condición muerta (Jn 8:43-47; Ro 8:7-8; 1 Co 2:14; Lc 16:31). A él o ella se le debe dar vida primero; primero deben nacer de nuevo; deben ser regenerados antes de que puedan o quieran creer (Jn 1:13; 3:8; 5:24; 6:44,63; 17:3; Hch 16:14; 1 Co 1:18,22-24). Cualquier otra doctrina de salvación es falsa.

Hoy es totalmente aceptable confiar y seguir tu corazón. De hecho, se te enseña que tu corazón puede decidir lo que es correcto para ti. Un hombre saldrá de una iglesia y dirá: “No me sentía bien en mi corazón allí”. Un hombre dejará a su esposa e hijos por una mujer más joven, diciendo: “Mi corazón ya no estaba en mi matrimonio”. Un hombre renunciará a su trabajo y se convertirá en un vagabundo sin hogar diciendo: “Voy a seguir mi corazón. ¡Todos son tontos, necios!

El principal método de enseñanza hoy en día, incluso a nivel universitario, es confiar en tu corazón. Después de que el profesor presenta varios puntos de vista contradictorios sobre la pena capital, les pregunta a los estudiantes de ojos brillantes y mejillas sonrosadas: “¿Qué piensan? ¡Esto no es enseñar! Esto es corromper a la juventud halagando la idiotez y el orgullo de sus corazones. Esto los está condicionando a pensar que vale la pena considerar sus opiniones. ¡Esto lleva a odiar a cualquiera que los critique o se les oponga, especialmente a un predicador de la Biblia sin un doctorado en humanidades!

Los adolescentes desafían a los padres porque sus malvados corazones les dicen que ellos tienen razón y sus padres están equivocados. Los adúlteros persiguen a otros amantes porque sus corazones profanos les dicen que se lo merecen y nadie saldrá lastimado. Los fariseos dejan una iglesia porque sus corazones les dicen que su pastor no tiene derecho a criticarlos así. Los adictos a la pornografía justifican otra mirada en base a sus corazones excusando algo tan natural.

¿Adónde te lleva seguir tu corazón? A la destrucción, que se entiende aquí por comparación con la cláusula paralela. Los necios serán heridos y castigados, porque sus decisiones se basan en los sentimientos, las lujurias y la arrogancia de sus propios corazones. Lo que se sintió tan bien al principio se vuelve dolorosamente destructivo al final (Pr 14:12; 16:2,25; 21:2; Sal 36:2). Pero el hombre sabio, que sigue la sabiduría de Dios en lugar de las mentiras de su corazón, será salvo.

La verdadera sabiduría es aprender a desconfiar de tu corazón, rechazar su voz y tomar todas las decisiones sobre la base de la verdad absoluta y objetiva. ¿Dónde está la fuente de tan fabulosa toma de decisiones? En las palabras inspiradas del Dios viviente registradas en la Biblia. Es aprendiendo las palabras de Dios y entrenándote para tomar decisiones basadas en ellas que puedes ser sabio y salvo de los impulsos engañosos de tu corazón depravado (Sal 19:7; 119:130).

Después de la fuente absoluta de verdad y sabiduría de las palabras inspiradas de Dios en la Biblia, debes usar una multitud de consejeros para que también te ayuden a protegerte de tu propio corazón y opiniones (Pr 11:14; 15:22; 24:6). Los únicos consejeros que cumplen honestamente con esta regla de sabiduría son hombres piadosos conocidos por su discernimiento penetrante y por ser buenos comunicadores. No tiene ningún beneficio acudir a amigos en busca de consejos que probablemente estén de acuerdo con tus ideas de antemano.

El propósito de los ministros es hacer la guerra contra tu corazón. Ellos han sido llamados e iluminados para derribar todas tus imaginaciones y pensamientos y llevarlos cautivos a la obediencia de Cristo (2 Co 10:4-6). No tienes derecho a tus pensamientos; ¡tienes la responsabilidad de tener pensamientos correctos! Pero la mayoría de los cristianos contemporáneos están obsesionados con sus corazones y pensamientos. Miden cualquier solución por lo bien que encaja con sus corazones. ¡Necios! ¡Necias!

¿Qué tan sabio eres? ¿Listo para una prueba? ¿A quién le guardas rencor? ¿Es esto correcto a la luz de la Palabra de Dios? Si no, ¿qué harás al respecto? Si eres una mujer cristiana, ¿siempre te vistes con ropa modesta con accesorios discretos y maquillaje conservador? Si no, ¿qué harás al respecto? El grado de tu sabiduría es el grado en que puedes aplastar tu corazón para someterte a las palabras de Dios en la Biblia.

Si aprendes a caminar sabiamente según las instrucciones de los mandamientos de Dios, Él te librará de todas las trampas y obstáculos que golpean y confunden a tus conocidos que neciamente siguen su corazón. Si confías en Él y no te inclinas hacia tu propio entendimiento, Él enderezará tus pasos señalándote el buen camino. Tu felicidad, prosperidad y éxito futuros dependen de tus esfuerzos por odiar tus pensamientos vanos y amar la verdad de Sus palabras (Sal 119:113,128).




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