Proverbios 30:8

“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario” (Pr 30:8).

¿Qué tan sabio y prudente eres? ¿Le temes tanto a la prosperidad económica como a la pobreza? ¿Sabes que el éxito financiero es una mentira vana? Aquí hay dos de las oraciones más importantes que puedas hacer. Agur dio instrucciones inspiradas a sus dos alumnos (Pr 30:1) sobre el peligro y el engaño del dinero y las riquezas, y de prestarle atención depende tu futuro éxito y tranquilidad.

Agur nos enseña estas dos fervientes peticiones (Pr 30:7) porque conocía las peligrosas consecuencias de no obtener la respuesta del Señor (Pr 30:9). Comprendió la naturaleza engañosa y condenatoria tanto de la prosperidad económica como de la pobreza, por lo que le rogó a Dios que lo librara de la arrogancia de tener dinero y de las tentaciones de ser pobre. Pidió un ingreso moderado.

Agur oró por dos cosas: (1) ser salvado de la vanidad y la mentira, y (2) obtener solo un éxito moderado en la vida, evitando tanto la pobreza como la riqueza. ¿Qué vanidad y mentiras están a la vista aquí? ¡La vanidad y las mentiras de la prosperidad económica y el éxito financiero! ¿Cómo podemos estar seguros? Deja que la conexión, el contexto y el resto de la Biblia guíen la interpretación (1 Co 2:13), ya que no hay indicios en el pasaje de mentiras de la religión falsa, la evolución, dioses falsos, un cónyuge infiel, hipócritas, perjuros u otras mentiras similares.

La vanidad es cualquier cosa fútil, sin provecho, sin valor o vacía. Sabes lo que es una mentira. ¡Las riquezas son ambas! David escribió: “Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón; pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada” (Sal 62:9). Dios condena a los hombres y sus logros vacíos. Agur quería ser salvado de malgastar su vida persiguiendo la ilusión de la riqueza, la prosperidad económica, el éxito financiero (Pr 23: 4-5; Sal 119:136-137; 1 Ti 6: 6-10).

Piensa honesta y sabiamente acerca del dinero. No satisface, incluso cuando obtienes mucho; esto es vanidad (Ec 4:8; 5:10). Desaparece rápidamente (Pr 27:24; Ec 5:11). Corrompe la moral (Mr 10:23-25; 1 Ti 6:9-10; Tit 1:11). No lo puedes llevar contigo (Mt 6:19-21; Lc 12:13-21; 1 Ti 6:7). Asfixia y destruye la fecundidad espiritual (Mt 6:24;13:22). ¡Qué vanidad! ¿Eres lo suficientemente sabio como para creer estas advertencias y orar en contra de prosperidad económica?

Un hombre sabio ora por un ingreso y un patrimonio moderados, para poder evitar las tentaciones de pecar en cualquiera de los extremos del espectro financiero (Pr 30:9). Ora por contentamiento, y aprende el contentamiento, sabiendo que es la verdadera medida del éxito (1 Ti 6:6; Fil 4:10-13). Un hombre sabio maximiza la vida al caminar con Dios, sin que le importen ni los bienes ni los enemigos (He 13:5-6). Desprecia por completo la obsesión de las ganancias deshonestas (1 Ti 3:3,8; Tit 1:7; 1 P 5:2).

¡Lector! Este consejo está sólo en la Biblia. Este es el consejo de un sabio profeta aprobado por Salomón y sus editores que también fueron inspirados por Dios. No puedes obtener un mejor asesoramiento financiero en ningún otro lugar. Los tontos a tu alrededor adoran las riquezas. Han sacrificado tontamente sus vidas a la vanidad y la mentira. Debes agregar estas dos prudentes peticiones a tus oraciones.






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