Proverbios 3:10

Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Pr. 3:10).

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La prosperidad financiera es simple y segura. Es fácil de obtener. Dios y el rey Salomón lo garantizan. Ellos ponen su garantía por escrito. ¿Qué te detiene? Aprende la lección.

¿Graneros llenos de abundancia? ¿Lagares rebosantes de vino nuevo? Aquí hay frases descriptivas de bendición financiera y prosperidad económica. ¿Estás interesado? Aprende esta regla financiera.

Sólo la Biblia tiene la sabiduría financiera secreta. Las mejores escuelas de negocios son demasiado ignorantes para conocer los factores económicos y financieros más importantes que afectan a los hombres y a las naciones. Recuerda, su investigación dice que provienen de los monos. Su análisis dice que el calentamiento global del que ahora hablan no tiene nada que ver con el juicio de Dios (Ap 16:8,9; 20:9). 

Jehová Dios de la Biblia creó este mundo. Él te dio la vida. Él te dio la capacidad de conseguir un trabajo o iniciar un negocio. Él envía sol y lluvia a Su propia discreción (Mt. 5:45). Él dirige los corazones de los reyes tan fácilmente como las aguas de los ríos  (Pr. 21:1). Altera las circunstancias, las influencias, las oportunidades, las devoluciones y cualquier otra cosa tan fácilmente como lees esta oración.

El Predicador, que es Salomón, presentó la promesa cierta de Dios a aquellos que lo honran con sus bienes y la primera porción de sus ingresos (Pr. 3:9). El verdadero honor a Dios no es sólo cantar sobre tu amor por Jesús; es darle a Él de tus posesiones y flujo de caja. El versículo anterior enseña el deber de dar; este versículo enseña cómo Dios recompensa a los que dan.

Si este proverbio hubiera sido escrito por un hombre pobre, un hombre sin éxito o un líder religioso, podrías dudar de la veracidad de la regla. Podrías pensar que la promesa es sólo para solicitar donaciones, como lo hacen hoy en día los tele-evangelistas y las organizaciones sociales. Pero estas palabras fueron escritas por el rey Salomón, quien las había experimentado de primera mano con su padre David.

En una sociedad agrícola, el granero es el lugar donde se almacena la cosecha, y el lagar es donde conviertes las uvas en vino valioso. Estas dos figuras retóricas describen a un agricultor próspero: ha acumulado mucho y tiene un gran flujo de efectivo. Aquí está la buena vida, desde una perspectiva material, presentada por un lenguaje de imágenes gráficas.

Esta ley de la recompensa económica es tan cierta como la ley de la gravedad; es más cierta que cualquier consejo de dinero que hayas escuchado. Es tan cierta como Génesis 1:1, o cualquier otro versículo de las Escrituras. Es la promesa escrita de Dios. Créela plenamente y obedécela con alegría y generosidad hoy. Honra a Dios dándole Su porción. Él te bendecirá financieramente. Él lo garantiza.

Por supuesto, como con todas las demás promesas bíblicas y leyes generales, Dios se reserva el derecho de aplicar diferentes leyes en tu vida en diferentes momentos, todo para Su gloria y tu beneficio. Si crees que puedes dar para cubrir los pecados en tu vida, estás tentando a Dios para que te juzgue. Pero en igualdad de condiciones, el hombre que da a Dios es el hombre que prosperará.

¿Sigues dudando? Tu falta de fe es la razón por la que no recibes (He. 11:6; Stg. 1:6-7). Dar generosamente en fe es un acto de adoración (Fil. 4:18), y Dios lo recompensará. Un hombre importante una vez dudó de Dios, y los creyentes lo pisotearon hasta matarlo en la puerta de su ciudad (2 R. 7:16-20). Y el Señor mató a muchos israelitas que dudaban de su habilidad (Sal. 78:17-31).

¿Qué tipo de retorno puede dar Dios? La cartera de Isaac creció 10,000% en un año (Gn. 26:12). Jacob pasó de la nada a una gran riqueza en 20 años (Gn. 32:10). Las ganancias de Salomón fueron tan grandes que la plata en Israel era tan común como las piedras (1 R. 10:27). Le avergonzaba beber en vasos de plata, por lo que eran todos de oro puro (1 R. 10:21).

El Señor puede abrir las ventanas de los cielos y derramar bendiciones financieras, y favorecerte más de lo que puedas creer (Mal. 3:10). Y Él te reta a probarlo (Mal. 3:8-12). Él sabe qué es un medida buena, apretada, remecida y rebosando en tu regazo (Lc. 6:38). Él ve tu hoja de balance y estado de resultados. Él ve la intención de tu corazón y el grado de alegría y celo que tienes al dar. Lo engañas a tu riesgo financiero.

Robert G. Letourneau (1888-1969), uno de los más grandes inventores estadounidenses, devolvía el 90% de sus ingresos a Dios y murió como un hombre rico. Respondió preguntas acerca de sus ofrendas de esta manera: “Yo le entrego mi dinero a Dios en una pala, y Él me lo devuelve, ¡pero con una pala más grande!”. Este hombre probó a Dios con gran fe, pero Dios era mayor que su fe. ¿Cuánta fe tienes tú, lector? ¿Caminarás sobre aguas financieras por Su mandato?

Si sufres económicamente, tienes pecado en tu vida (Jer. 5:25), no has dado generosamente (2 Co. 9:6), o no lo has hecho con alegría (2 Co. 9:7). El Señor ha hecho hoyos en tus bolsillos, y tu trabajo y tu salario se están filtrando por ellos (Hag. 1:2-11). La única excepción a esta regla es cuando Dios hace algo más en tu vida para tu mayor beneficio, pero aun así el deber de honrar a Dios con tus bienes y dar las primicias sigue en pie (Pr. 3:9).

Un hombre dirá: “Pero di, y no pasó nada”. Dios no es un dispensador de dulces que espera que le des una ofrenda y presiones el botón para obtener tu golosina favorita. Se reirá y juzgará una actitud tan profana. Quiere un compromiso de dar (Gn. 28:22). Quiere ver tu sacrificio, que es mucho más que un pequeño obsequio simbólico (2 Co. 8:1-4).

Otro hombre dirá: “No puedo darme el lujo de dar”. Ese es el colmo de la locura: no puedes darte el lujo de no dar. ¿Saldrás de un hoyo financiero engañando al Señor? Si esperas hasta que dar no sea un sacrificio, no significa nada para el Señor. El Señor recompensó a la viuda que dio dos blancas, porque era todo lo que tenía (Lc. 21:1-4).

Estos hombres son incrédulos. Creen que es prudente proteger sus ingresos para salir adelante. ¡Ja! La protección y las bendiciones son sólo de Dios (Pr. 21:31; Sal. 4:8). El Dios vivo y verdadero puede preparar y servirte un banquete en el desierto, y si lo dudas, estás en problemas (Sal. 78:10-33). Si te detienes para contar tu flujo de caja, te vas a la pobreza; si le das parte de lo que crees necesitar, te bendecirá (Pr. 11:24-25).

La recompensa de este proverbio se obtiene obedeciendo el proverbio anterior (Pr. 3:9). Poner unos cuantos pesos en el plato de la ofrenda no honra a Dios; dar lo que sobra después de tus gastos no es dar primicias; prometer dar si Dios te bendice no lo honra; dar de tu ingreso después de los impuestos no es dar los primeros frutos. Examina tu corazón, lector.

Dios sabe cuándo adjunta una recompensa prometida a un mandato como lo ha hecho aquí (Pr. 3:9-10). Él te recuerda que el primer mandamiento con una recompensa prometida es honrar a los padres para una vida larga y buena (Ef. 6:2-3). Pero aquí Él ha prometido una ganancia financiera por honrarlo apropiadamente con tu ofrenda. Tales promesas son tan seguras que Él le dijo a Israel que marcaran sus calendarios cuando comenzaran a dar para ver la gran diferencia (Hag. 2:15-19).

El Señor Dios posee el ganado en mil colinas y todo lo demás (Sal. 50:10-12). Él es poderoso para suplir todas tus necesidades conforme a Sus riquezas en gloria (Fil. 4:19). Si crees que dar unos cuantos pesos es difícil, entonces piensa en el sacrificio que Jesucristo hizo por los pecadores. ¿Fue recompensado? Recibió gran honor, plenitud de gozo y delicias para siempre a la diestra de Dios Padre (Fil. 2:5-11; Sal. 16:9-11; He. 12:2).

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