Proverbios 31:25
“Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir” (Pr 31:25).
Una gran mujer es fuerte y virtuosa. Ella no se conforma con la comodidad o la transigencia. Ella elige el coraje y la determinación. Ella vive una vida piadosa y noble. Cualquier mujer puede ser una gran mujer, pero solo unas pocas lo son. Su futuro en la tierra y en el cielo será bendecido y feliz.
La madre del rey Lemuel escribió esta descripción para ayudar a su hijo a casarse con una gran mujer (Pr 31:1). Este tipo de mujer lo ayudaría a ser un mejor rey y a edificar una familia noble y una gran propiedad. Toda mujer debe luchar por este carácter; todo hombre cristiano debe buscarlo en una mujer.
Una mujer virtuosa tiene un ojo en el futuro. Ella es diligente y hace grandes esfuerzos para mantener a su marido e hijos. Ella valora mucho la integridad y la amabilidad y no hace nada para estropear su reputación. Ella nunca sacrifica el futuro en el altar del presente. Ella toma las decisiones ahora y aplica los esfuerzos ahora para obtener grandes recompensas en el futuro. Sabe que la pereza o el compromiso ahora le costarán mucho más después.
El inicio de la vida de una esposa requiere fuerza y honor para que su final sea gozoso y pacífico. Al principio del matrimonio, una esposa concibe, da a luz, amamanta y cría a niños pequeños, sin descuidar a su marido; y todo esto con un presupuesto pequeño. La combinación de deberes es dolorosa para las chicas sin preparación. El contraste con la vida fácil en el hogar durante su juventud puede ser desalentador.
Pero una mujer virtuosa, formada por la gracia de Dios y una buena preparación (entrenamiento), pondrá el esfuerzo y la inversión para superar los primeros años difíciles. Ella conoce y acepta el viejo dicho: “Un padre trabaja de sol a sol, pero el trabajo de una madre nunca termina”. Sabe que el trabajo arduo ahora traerá mayor felicidad y recompensas más adelante, por lo que persevera.
Cuando una mujer es joven, sufre bajo el peso de muchas tentaciones de locuras, que pueden arruinar su productividad o reputación después (Sal 25:7; 2 Ti 2:22; Ez 23:3,21). Ella tiene sus propios deseos carnales con los que debe lidiar con seriedad y rigor. A menos que elija sabiamente a sus amistades y ejemplos, y guarde su alma y su cuerpo, puede caer fácilmente en hábitos tontos y pensamientos pecaminosos.
Especialmente en un mundo obsesionado con la libertad y la frivolidad femenina, las mujeres jóvenes enfrentan muchas pruebas difíciles en fidelidad, integridad, modestia, pureza y sobriedad. Pero la mujer virtuosa es una virgen casta antes del matrimonio, y es fiel de corazón, mente, palabra y cuerpo después del matrimonio. Ella es fuerte tanto en el trabajo como en el carácter. Ella elige la virtud piadosa en cada decisión, por lo que es honrada por Dios y todas las personas buenas.
¿Cuál es la fuerza y honor de su vestidura? Ella se pone estos rasgos de carácter como si se pusiera ropa (Ef 4:22-24). Ella se cubre con ellos. Todos los días, cuando una mujer se levanta, se viste antes de mostrarse a la familia o al mundo. Una gran mujer se propone en el corazón y en la mente cada mañana que será fuerte y honorable ese día.
¿Qué es la fuerza aquí? Es trabajo diligente y esfuerzo vigoroso en los deberes domésticos, la determinación de ser la mejor esposa y madre (Pr 14:1; 31:13-27). Es una decisión valiente ignorar las tentaciones de caer en la locura de sus propios pensamientos, hábitos e ideas de la familia, los amigos o el mundo.
¿Qué es el honor aquí? Es su vida misericordiosa y santa de corazón, lengua y conducta lo que no permite que la necedad o el pecado estropeen su reputación piadosa (Pr 11:16; 31:11-12,26,30; Ec 10:1). Ella siempre elige el camino más alto o el camino más noble en cada decisión sin importar qué.
La mujer virtuosa teme a Dios, lo que realza su valor más que cualquier belleza o acto de servicio (Pr 31:28-30). Ella trabaja más duro que otras mujeres (Pr 31:17). Es esposa y madre eficaz y fiel en los deberes del hogar y de la familia (Pr 31:13-27). Ella siempre es amable, lo que asegura su futuro honor (Pr 11:16; 31:11-12,26). Ella enfatiza el carácter piadoso de la belleza, en lugar de la ropa o los accesorios (1 Ti 2:9-10; 1 P 3:3-4).
¡Mujer cristiana! No sacrifiques tu futuro en el altar del presente. No seas negligente en tus deberes ahora ni comprometas la piedad ahora, porque destruirá tu futuro. Pon el esfuerzo y la santidad ahora, y tu futuro será bendecido. La mujer virtuosa se regocijará en el futuro que su provisión prudente le otorgará, el de su vida piadosa y justa que le da ahora una conciencia limpia, y la alabanza de los que ha amado y servido bien (Pr 31:28-31).
Incluso una pequeña locura puede arruinar una buena reputación, como moscas muertas un buen perfume (Ec 10:1). Debes proteger cuidadosamente tu virtud y tu familia, para que la indolencia no destruya a tu familia o la locura destruya tu integridad. Hoy es el primer día del resto de tu vida, y hoy puedes revestirte de fuerza y honra. Si eres fiel a la fuerza y al honor, tu marido y tus hijos te alabarán, y también el Señor mismo (Mt 25:21,23).
Tu felicidad futura depende de la diligencia y la virtud hoy. Considera la instrucción de tu hijo. Un hijo bien instruido hoy en la piedad y la vida noble te dará alegría y paz mañana; pero un hijo mal instruido te causará dolor y vergüenza (Pr 10:1; 17:25; 22:6; 23:13-14; 29:15). El hijo que debería haber sido para tu comodidad en la vejez podría llevarte a una tumba prematura.
Considera el sexo. Si te engañas con novelas románticas, películas o fantasías, éstas te conducirán a una amargura egoísta hacia tu marido, al fraude matrimonial que te quebrará a ti o a él por su adulterio o por el tuyo (1 Co 7:1-5). Provocarás la amargura de tu esposo que lo hará distanciarse y endurecerse y te costará al final los elogios de tu familia (Pr 31:28).
Una mujer fuerte y honorable tiene un futuro de felicidad. Su marido la ama más que nunca. Sus amados hijos son nobles y exitosos, con esposas que le dan nietos piadosos. El patrimonio familiar es significativo sin temores financieros. Su conciencia está limpia y agradecida. Ella ha sido un árbol de vida para muchos en el reino de Dios. Su reputación es conocida en todas partes. Dios es glorificado y la alabará cuando llegue al cielo.
¡Chica cristiana! Todavía no estás casada, pero ya puedes vestirte con fuerza y honor para tu futura felicidad y éxito. ¿Cómo? Sé más diligente que cualquier otra chica en obedecer a tus padres, cuidar tu habitación, ayudar en la casa y hacer tus tareas escolares. ¿Qué tal el honor? Ten más cuidado que cualquier otra muchacha en cultivar pensamientos santos, palabras amables, relaciones puras con los muchachos, amabilidad con todos y caridad con tus enemigos.
Lector cristiano, seas hombre o mujer, eres la esposa de Jesucristo (2 Co 11:1-2; Ef 5:25-27). Es tu deber también revestirte de fuerza y honor. ¿Qué es la fuerza? ¡Una lucha bien peleada con esfuerzo diligente! (2 Ti 4:7) ¿Qué es el honor? ¡La fe apostólica guardada con fervor a pesar de las herejías y tendencias! (2 Ti 4:7) Si has hecho estas dos cosas, al final de tu carrera tendrás la corona de justicia (2 Ti 4:7-8).
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