Proverbios 31:27
“Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde” (Pr 31:27).
La mujer virtuosa es consciente de su familia en todo momento. Ella no pasa por alto ninguna de sus necesidades. Ella ve lo que los ayudaría y lo consigue para ellos. No se lo toma con calma como ama de casa perezosa, y no pierde el tiempo en siestas extra, lectura, pintura, llamadas telefónicas, navegación por Internet, mirar vitrinas o recreación ociosa. Es muy diligente y trabajadora.
La mujer sabia es prudente y aprovecha su tiempo (Ef 5:15-16). Es decir, inspecciona a su familia desde todos los ángulos. Ella no echa una mirada superficial y se pierde los detalles. No necesita que le digan lo que se necesita, porque ella misma lo ha identificado. Ella recupera el tiempo al no desperdiciarlo y al trabajar de la manera más eficiente y enérgica posible.
La mujer virtuosa es planificadora prudente (Pr 22:3). La vida nunca la toma por sorpresa. Está preparada para cualquier necesidad que pueda surgir. Piensa con prudencia en lo que se necesitará en el futuro y comienza a prepararse antes de que haya una crisis. Ella organiza y guarda las cosas necesarias y útiles para ayudar a la familia en el tiempo futuro (Pr 6: 8; 30:25).
La mujer sabia tiene iniciativa (Pr 13:4). Ella no es como una niña. No necesita que le pidan o le digan qué hacer; ella ya lo ha pensado y lo ha hecho. No espera a tener que levantarse: se levanta y se va a buscar a su familia (Pr 20,13; 24,30-34). No espera a que una necesidad se desarrolle plenamente, pues la ve venir y la cubre.
La mujer virtuosa es laboriosa (Pr 21:5). No le disgusta, teme ni le molesta el trabajo duro o los proyectos largos. Le gusta trabajar para su familia. Trabaja voluntariamente rápido y duro; no le importa el sudor y el trabajo duro. Se esfuerza mucho más para terminar incluso las tareas difíciles (Pr 31:17). Ella mide su vida y valor por su productividad para los demás.
La mujer sabia se entusiasma por edificar su familia y su patrimonio (Pr 14:1; 24:3; 31:28). No lo destruye por pereza o distracción (Pr 11:29; 14:1; Ec 10:18). Ella hará todo lo que pueda para mejorar y aumentar su hogar y sus bienes. Y no se mete en asuntos de otras casas (2 Ts 3:6-11; 1 Ti 5:13; Tit 2:3-5).
La madre del rey Lemuel describió a la mujer perfecta (Pr 31:1-2). El rasgo primordial del carácter de una gran mujer cristiana es la diligencia, que es un esfuerzo enfocado, enérgico y persistente para completar metas familiares que valgan la pena. Que todas las mujeres teman, con razón, dormir hasta tarde, navegar por Internet, las redes sociales y los mensajes de texto, las llamadas telefónicas, leer novelas o jugar al tenis.
No hay muchas mujeres virtuosas, son muy raras (Pr 31:10), especialmente en esta generación altanera y malcriada (Is 3:16-26; 2 Ti 3:1-7). Las mujeres cristianas, incluso más que las mujeres mundanas, pueden pensar que su papel es quedarse en casa y tomárselo con calma, marcando el paso como amas de casa. ¡Pruébate Proverbios 31:10-31 para ver cómo te queda! Solo se adapta a las grandes mujeres.
Comentarios
Publicar un comentario