Proverbios 3:26****

Porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso” (Pr. 3:26).

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Algunos piensan que tener confianza en uno mismo es importante, pero la confianza en el Señor es más importante. Porque, ¿qué harás cuando el yo esté cansado, débil, desanimado, muriendo o enfrentando una adversidad imposible? Algunos piensan que la autodefensa es buena, pero la defensa del Señor es mucho mejor. Los hombres más valientes y seguros de la historia humana fueron aquellos que pusieron su confianza en el Señor.

El contexto trata acerca del uso de la sabiduría, el entendimiento y el conocimiento por parte del Señor, y los beneficios que los hombres obtienen al tenerlos también (Pr 3:19-22). Salomón luego enseñó la seguridad y la paz que estas bendiciones brindan a quienes las retienen (Pr 3:23-25). A pesar de lo que está pasando en el mundo, los que ponen su confianza en el Señor estarán seguros y a salvo. De hecho, pueden dormir dulcemente cuando otros están en pánico y aproblemados (Sal 4:8).

Andar en el temor de Jehová con sabiduría, entendimiento y conocimiento le da al hombre total confianza y seguridad (Pr 14:26). No teme a nada. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Sal 27:1-3).

David pensó que los hombres de Israel deberían haberse alineado para tener la oportunidad de pelear contra Goliat (1 S 17:29). Tres hombres hebreos no tuvieron en cuenta la furia o las amenazas de Nabucodonosor (Dn 3:16-18). Pedro y Juan testificaron audazmente contra los mismos judíos que crucificaron a su Señor (Hch 4:13). Y Pablo se quedó solo para dar respuesta ante el emperador Nerón (2 Ti 4:16-18).

El caballo está preparado y amaestrado para la batalla, pero la seguridad es de Jehová (Pr 21:31). Un hombre sabio hace sólo un esfuerzo razonable, porque sabe que el éxito es del Señor (Sal 127:1). No se inquieta ni se esfuerza demasiado, y se acuesta a tiempo (Sal 127:2). Pone su confianza en el nombre de Jehová, su torre fuerte (Pr 18:10).

Pero, ¿qué pasa con la pestilencia o enfermedad invisible que asusta a otros? “No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos” (Sal 91:5-8).

Pero ¿qué pasa con el desastre económico? “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Hab 3:17-18).

No importa qué dificultad o amenaza estés enfrentando, confía en que el Señor te librará y te salvará. ¡No desmayes, sino cree! ¡Adelante en fe! ¡Haz lo que tengas que hacer y luego vete a la cama! “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” (Sal 27:13-14).

Cristiano, tu bendito Señor durmió durante una terrible tormenta (Mr 4:37-38). Podía disfrutar de la cena y servir a los demás sólo unas horas antes de su traición y crucifixión (Jn 13:1-5). Este mismo Jesús prometió: “Nunca te dejaré, ni te desampararé” (He 13:5). ¿Cuál es el resultado? “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (He 13:6). Los santos se van a dormir diciendo: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal 4:8). Amén.

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