Proverbios 4:17
“Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos” (Pr. 4:17).
Algunas personas se alimentan de la maldad. Es su dieta. Se ponen ansiosos e irritables, cuando no pueden pecar y lastimar a otras personas. No tienen placer en la justicia, porque no satisface sus ansias de maldad y daño. Inventan cosas malas, porque sus mentes siempre están trabajando para aprovecharse de los demás (Ro 1:30). El mundo tiene mucha gente así, y un hombre sabio hará grandes esfuerzos para evitarlos a ellos y a sus caminos (Pr 4:14-17).
La Biblia es un libro que a menudo usa figuras retóricas y palabras en sentidos secundarios. Es un libro espiritual, pero a menudo se expresa con palabras naturales. Hay dos metáforas en el proverbio, que se pueden convertir en símiles. El proverbio entonces dice: “Cometen iniquidades como comer pan, y aman la violencia como beber vino”. El proverbio anterior indica que se debe elegir esta forma de interpretación (Pr 4:16).
El corazón de un hombre malvado nunca está contento: espera con ansias su próximo pecado. No puede descansar ni dormir contento, porque le gusta cometer actos impíos y hacer caer a los demás (Pr 4:16). Su naturaleza anhela la iniquidad y la tribulación, como otros hombres anhelan el pan y el vino. Su apetito, heredado de Adán, es por el pecado y la rebelión, no por la justicia y la paz. Los impíos se descarrían desde que nacen, hablando mentiras (Sal 58:3; Ro 3: 9-19).
¿Qué causa tal depravación? Los hombres nacen a semejanza de su padre Adán (Gn 5:3). Nacen muertos para con Dios, pero vivos para con el diablo (Ef 2:1-3). Él fue un destructor y asesino desde el principio, y ellos siguen su ejemplo e impulsos (Jn 8:44). Son necios enamorados de la malicia y la perversidad; son aborrecibles y se odian los unos a los otros (Tit 3:3). Están más allá de los sentimientos y persiguen con avidez la lascivia (Ef 4:17-19).
David amaba a Salomón, y Salomón amaba a Roboam. Ambos padres exhortaron a sus hijos a adquirir sabiduría, porque es la adquisición más importante en la vida y traerá muchas bendiciones a sus vidas (Pr 4:1-13). Fueron más allá y advirtieron estrictamente sobre el grave peligro de tener malos amigos o compañeros (Pr 4:14-17). David y Salomón sabían que los malos amigos podían fácilmente corromper las buenas costumbres de sus hijos (Pr 9:6; 13:20; 1 Co 15:33).
¿Cuál es la lección? ¡Mantente alejado de esas personas! Considera las palabras de Salomón. Él escribió: “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” (Pr 4:14-15). ¡Mira sus palabras! No hay lugar para ningún compromiso con este tipo de personas malvadas. Ni siquiera puedes acercarte a ellos. Debes ser intolerante con ellos, sus ideas y sus prácticas. Corromperán tus buenas costumbre y te llevarán a la destrucción y al infierno con ellos. ¡Mantente alejado!
Lector, no eres diferente de estas almas malditas por naturaleza. Tú naciste como ellos y viviste como ellos, hasta que naciste de nuevo por la gracia y el poder de Dios (Ef 2:1-3; Tit 3:3-7). Elifaz dijo de ti y de todos los hombres: “He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?” (Job 15:15-16). Solo el Señor Jesucristo puede salvar a un hombre de su naturaleza horriblemente depravada (Ro 7:24-25).
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