Proverbios 4:25👁‍🗨

Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (Pr. 4:25).

¿Cómo es tu visión? Olvídate de los detalles, la distancia o la profundidad. ¿Cómo es tu visión direccional? ¿Ves de frente o tienes visión periférica? La visión periférica, o ver las cosas con el rabillo del ojo, es algo bueno para conducir y hacer deporte, pero es horrible en sentido espiritual. Debes tener (ver) un solo objetivo: Dios, Su reino y Su justicia.

Habiéndote dicho que guardes tu corazón con toda diligencia (Pr 4:23), el Predicador ahora te advierte contra las distracciones periféricas, ya sea de izquierda o de derecha (Pr 4:26-27). Debes establecer tu mirada solo a lo que tienes en frente y seguir por ese camino, con el único objetivo de agradar al Señor.

“Ojos” y “párpados” son sinécdoque, donde parte de una cosa representa el todo. A Salomón no le importa el pequeño colgajo de piel que cubre tus globos oculares. Quiere decir tu espíritu, alma y cuerpo (1 Ts 5:23). Tu mente, tu voluntad y tu corazón, respectivamente. Él quiere todo de ti. En los últimos ocho versículos de este capítulo menciona oídos, ojos, carne, corazón, boca, labios, párpados, pies y manos.

Tus ojos seleccionan el objetivo y dirigen tus movimientos hacia él, pero son tu corazón y tu mente los que dan y reciben retroalimentación de tus ojos. El corazón y los ojos no se pueden separar. Es tu persona en general, ojos incluidos, que debes mantener en el camino de la sabiduría y la verdad.

El Señor Jesús enseñó en contra de la visión periférica espiritual con un lenguaje similar. Y debes ponerlo a Él como el gran ejemplo de visión perfecta para tu alma (He 12:1-4). El contexto de Sus palabras te permitirá aprender su sentido y aplicación (Mt 6:19-24).

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mt 6:22-23).

Considera bien el contexto. Él condenó el hacer tesoros en la tierra, cuando puedes hacer tesoros en el cielo, porque tu corazón estará donde esté tu tesoro (Mt 6:19-21). Y negó que una persona pueda servir a dos señores: a Dios y a las riquezas, o el dinero (Mt 6:24).

Si la visión natural de una persona dirige sus movimientos corporales, entonces la ceguera es algo horrible, porque el cuerpo no puede saber a dónde ir. Considerado espiritualmente, una visión con honestidad indivisa y celo por Dios conducirá a la santidad; pero una visión doble, con hipocresía y lujuria mundana, conducirá a la destrucción. ¡Considera la advertencia del Salvador!

Considera una oscura referencia a los soldados en Crónicas. Zabulón trajo 50.000 hombres de guerra que tenían de un corazón indiviso por David (1 Cr 12:33). No tenían emociones encontradas. No estaban pensando en volver a casa. No estaban pensando en nada más.

El Señor Jesús se regocijó al ver a Natanael, porque su corazón estaba libre de duplicidad, hipocresía y doblez (Jn 1:47). De hecho, era un israelita totalmente comprometido con su Dios. Este único propósito en la vida marca a un cristiano constante que es de gran valor para el Señor Jesucristo.

La vida cristiana es una carrera (1 Co 9:26; He 12:1). Para ganar, los corredores deben mirar hacia adelante sin distraerse con los demás competidores u otras cosas. Pablo siguió adelante, sin mirar a los lados, para ganar el premio del supremo llamamiento de Dios (Fil 3:13-14), y describió a aquellos con visión periférica de las cosas mundanas como adoradores del vientre (Fil 3:18-19).

Las personas impías tienen un corazón doble (Sal 12:1-2). La impiedad es la falta de devoción por el Señor y las cosas santas. Las personas impías no están totalmente comprometidas con el Señor y las cosas espirituales. Sus corazones todavía codician este mundo y sus cosas. Tienen una mente carnal y muestran poca evidencia de gracia en sus corazones. Las puedes identificar fácilmente, porque nunca hablan del Señor con la misma pasión con la que hablan de otras cosas.

Santiago advirtió dos veces en contra de ser de doble ánimo, o tener más de un objetivo para tu vida (Stg 1:8; 4:8). Dijo que un hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos, y te exhortó a esforzarte diligentemente para reducir tus objetivos a uno solo (Stg 4:8-10).

Eva fue seducida a causa de su visión periférica  (Gn 3:6). La esposa de Lot no pudo evitar mirar hacia atrás (Gn 19:17,26). Acán vio bienes y dinero babilónicos que le costaron la vida (Jos 7:21). Y David tomó lo que vio un atardecer desde el tejado de la casa real (2 S 11:2).

Tu oración debe ser para que Dios guarde tus ojos de ver la vanidad (Sal 119:37). La lujuria de los ojos es una de las grandes tentaciones del ser humano (1 Jn 2:15-17). Tan cuidadoso fue Job en su búsqueda de la santidad, que hizo un pacto con sus ojos de no mirar a mujeres jóvenes y hermosas (Job 31:1). Compáralo con los falsos maestros (2 P 2:14).

La iglesia primitiva, bajo la poderosa influencia del Espíritu Santo, tenía una sola mente para con Dios y entre sí (Hch 2:46). No estaban divididos; tenían la única ambición de servir al Señor. Las cosas en la periferia de su visión no los distrajeron.

Las personas piadosas sirven a sus amos con un solo corazón (Ef 6:5; Col 3:22). Su única meta es agradar al Señor en el trabajo, sin importar lo que los hombres puedan pensar o hacer. No buscan un aumento de sueldo o una promoción como su objetivo principal, porque solo ven la recompensa de Dios.

Estimado lector, ¿qué distrae tu visión y progreso? Solo necesitas una meta: complacer a Dios con una vida santa y prepararte para el cielo. Ponte las anteojeras y mantén la vista y el movimiento hacia el frente. ¡Mira solo hacia adelante, y solo hacia arriba, solo hacia el cielo!

¿Tenía el Señor Jesús otros objetivos en Su vida en la tierra? ¡No! ¿Lo distraían las cosas a su alrededor? ¡No! Aunque el diablo le ofreció comida, honor y gloria, permaneció absolutamente fiel a su único objetivo: agradar a su Padre con una vida y una muerte perfectas. ¡Gloria! ¡Sigue este gran ejemplo e imita Su singular visión!




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